Jueves 25 de abril 2024

“Al servicio del músico”

Redaccion Avances 04/12/2021 - 08.24.hs

Jorge Bustos combinó su experiencia en las ventas con su pasión por la música y así nació una tienda donde se consigue de todo para el arte de combinar sonidos.

 

 

Conocer el origen del nombre del emprendimiento permite saber cómo fue ese comienzo, cuando justamente en un garaje con una caja vacía de un aire acondicionado que servía como único estante Jorge hacía sus primeras ventas. Un inicio que fue difícil pero que el tiempo, la buena atención y la confianza de clientes y proveedores le permitió crecer hasta encontrarse “en el lugar donde quería estar”.

 

“Mi familia siempre tuvo una empresa tradicional de la ciudad, Joyería Bustos, y estuve ahí 27 años. Yo era gerente, me ocupaba de todo un poco y el rubro de instrumentos musicales siempre me interesó, aunque era uno más dentro de los distintos rubros del negocio. En 2012 me abrí de la firma  por cuestiones familiares y como yo vivía en la que era la casa de mi abuela en la calle Garibaldi, ahí en el garage empecé a vender instrumentos en formato virtual al principio porque el espacio físico era muy chico y no era posible hacer otra cosa. De ahí nació la idea de Garage y agregué 440 porque es el punto estándar de afinación de los instrumentos”, resume Jorge Bustos (56) al contar la historia de su negocio propio.

 

“De a poquito empecé a vender, tuve la enorme alegría de que los proveedores confiaran en mí porque me conocían de mi trayectoria y eso fue clave. Me acuerdo de que mi primera venta fue por Facebook, un saxo alto que se vendió un sábado a la 1 de la madrugada y que después hice la entrega física”, resaltó.

 

“En el garaje había un timbrecito a la calle, un día suena y cuando salgo había siete personas haciendo cola, así que eso me sorprendió gratamente y por supuesto fue un espaldarazo muy importante”, señala Jorge en su hoy cómodo e impecable local de la avenida San Martín 519 donde hay guitarras de todo tipo, órganos, baterías, instrumentos de viento, de percusión, ukeleles, además de todo tipo de insumos y accesorios.

 

 

Mudanza.

 

El negocio de Jorge creció en demanda y en ventas. Un público fiel cada vez más numeroso lo llevó a buscar un lugar propio y así fue que se instaló en un pequeño local.

 

“En abril de 2014 abrí lo que fue el negocio inicial en la Avenida San Martín pero fue quedando muy chico porque no tenía espacio ni para armar una batería. El año pasado, con la pandemia, se desocupó el local que estaba al lado así que ahí pude ampliarme y estar más cómodo. Lo cierto es que este es un rubro que me apasiona, yo no soy músico pero sí escucho música todo el tiempo, estoy en el lugar donde soñaba estar”, grafica Jorge y cuenta algunas anécdotas que utiliza más que nada para situar a la música en el lugar que ocupa para una gran cantidad de gente.

 

“La música es algo que está implícito en nuestra vida, puede ser en un momento de gran tristeza o en uno de enorme alegría cuando se desata un festejo. O con el aburrimiento, la melancolía, el disfrute. Acompaña y está en cada sensación, por eso digo que es bastante especial porque también tiene que ver con la ilusión. Recuerdo una vez que vino un matrimonio mayor que entró expresamente para ver un acordeón. Resulta que a ella en su familia -muy tradicional de pueblo- le habían impuesto que tenía que ser costurera, pero a ella le encantaba el acordeón. La cuestión es que como regalo de bodas el marido le regaló el acordeón que había esperado toda su vida. La señora se sentó acá en el local y se puso a llorar. Historias como esas hay a montones y por suerte muchas yo las vi y las escuché acá adentro”.

 

 

Pandemia.

 

Jorge también valora que la música ayudó a muchas personas a sobrellevar la pandemia mundial del coronavirus que, entre otras cosas, obligó a encerrarse y a convivir con uno mismo mucho más tiempo de lo acostumbrado.

 

“La música sin dudas ayudó mucho a sobrellevar el aislamiento y el encierro. Y algo que es muy común es la cuestión de ‘la asignatura pendiente’, eso de agarrar un instrumento y finalmente poder aprender a tocarlo. Entonces hubo gente con tiempo, con disponibilidad, con dinero para destinar a eso que tenía pendiente y así muchos arrancaron, sin importar la edad”.

 

En “440 Garage” hay instrumentos para todo tipo de músicos: profesionales, aficionados, iniciados. Hay también para las distintas edades, por eso muchos niños y niñas se acercan con sus familias y piden comenzar su camino de negras y corcheas.

 

“Es fascinante ver la cara de alegría de un chico cuando recibe su primer instrumento. Lo mismo pasa con un adulto, es su sueño cumplido, y esa es mi mayor paga. Antes de la pandemia yo siempre tenía golosinas para los más chicos. Y lo mismo cuando hacía un envío a domicilio iba con golosinas, es un gesto más que nada. Eso no se pudo seguir haciendo pero son cosas que la gente valora”.

 

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