Con etiqueta emprendedora
Los hermanos Julián y Lucas Mussa comenzaron a vender ropa en el living de la casa familiar, luego abrieron un local pequeño y desde hace unos días “Brack” está en un hermoso edificio del centro santarroseño. Lo mejor de la indumentaria urbana que es furor entre los jóvenes.
La foto ofrece el mejor contraste posible para describir el crecimiento de un proyecto. En la imagen se aprecia un rústico biombo en el que cuelgan dos pantalones cortos, uno largo y una camiseta de Boca mientras que en la mesa hay una decena de prendas. Es un sector pequeño de la vivienda familiar del barrio Plan 5.000, cuando Julián y Lucas comenzaron a vender indumentaria hace poco más de dos años. Ambos se ríen al ver ese retrato porque ahora están en un escenario completamente opuesto: una hermosa tienda de dos plantas con detalles de decoración y diseño que generan encantamiento y que los dos disfrutan junto a quien traspasa la puerta para conocer y comprar en el flamante local de “Brack”, uno de los negocios de ropa urbana más elegida por chicos, adolescentes y jóvenes de la ciudad.
“El local anterior nos quedaba chico, teníamos mucha mercadería y estábamos apretados así que buscábamos algo de dos pisos, con mayor comodidad. Apareció esta oportunidad y fueron dos días de tener la cabeza a mil, porque tampoco podés demorar mucho porque sino se alquila. Lo decidimos y creo que fue un acierto, estamos muy contentos y la gente lo celebra todo el tiempo, así que eso es lo importante”, resume Julián, el mayor de los hermanos Mussa que son los responsables del local ubicado en la calle 25 de Mayo al 772 (entre O’Higgins y la avenida España) del centro santarroseño.
Julián tiene 25 años y Lucas 20. El mayor estudió el colegio secundario en la EPET Nº 1, trabajó como policía y estudió dos años la carrera de Contador Público en la UNLPam. El menor fue al colegio Illia, se instaló en Bahía Blanca para ser Guardavida y trabajó un tiempo en un mayorista. Hasta que decidieron hacer, juntos, un camino propio como emprendedores.
“Estuve dos años y medio como policía y me destinaron a La Adela en 2020, en plena pandemia. Me costó mucho porque estaba lejos, no me daba el tiempo como para venir y estar en casa con la familia y el traslado para acá no me salía. Estaba cansado, me saturó, así que me vine y le pregunté a mi viejo si me bancaba estudiar en la Universidad. Me dijo que sí así que hice dos años en la carrera de Contador. Y ya en el final del segundo año de la cursada, con Lucas empezamos a vender ropa en casa”, recordó Julián en charla con LA ARENA.
“Siempre hablábamos de hacer algo, de vender. Nos gusta mucho la ropa a los dos pero no nos decidíamos. Hasta que en un momento, cuando teníamos un dinero ahorrado, nos contactamos con un proveedor de Buenos Aires y arrancamos en el living de la casa, con la mesa y un biombo para tener un cambiador. Eran cinco jeans y diez remeras. Luego armamos un show room en mi habitación porque me había ido a Bahía a estudiar para Guardavida. Empiezo a trabajar en un mayorista de ropa y ahí sí le dije a Julián de hacer algo más serio. En principio era indumentaria deportiva pero después nos enfocamos más en lo urbano, que nos gusta más y tiene más demanda”, resaltó Lucas.
Local.
“Brack” tomó forma y en abril de 2024 se instaló en la calle Pampa, entre Victoria y la avenida Belgrano del barrio de Villa Alonso, una decisión que generaba dudas pero que fue el empujón necesario para dar el salto hacia un emprendimiento concreto, con vidriera a la calle.
“Mi mamá nos decía ‘ojo que son muy chicos, un negocio implica muchas responsabilidades, las cuentas, cumplir los horarios de comercio’. Pero la verdad que ese año fue el golpe, un impacto porque muchísima gente nos conoció y empezó a ir. En casa eran todos conocidos los que venían, pero en el local pasaban y entraban. En un momento empezamos a hacer videos virales con humor entonces eso también funcionó porque la gente venía aunque sea para conocernos. Y siempre fuimos de hacer muchas promos, regalos, sorteos. Le damos mucha bola a las redes”, remarcan los Mussa.
En una de esas ofertas y promociones, dispusieron todas las prendas de otra temporada a diez mil pesos. “Fue un boom. Increíble porque vinimos a las 8 de la mañana para ordenar todo porque abríamos a las 9, pero ya una hora antes había cola hasta la esquina. No tuvimos ganancias porque el precio era bajísimo, pero lo ganamos después porque la gente siguió viniendo después a comprarnos otras cosas”, reconoció Julián.
En “Brack” se consigue lo necesario para vestir el cuerpo entero, además de distintos accesorios. Tienen una gran variedad de marcas y ofrecen pagos con tarjetas de hasta seis cuotas sin interés.
Online.
El otro gran ingrediente del éxito de la tienda es la venta online, hacia distintas provincias del país. “La venta online funciona a full, yo creo que va a superar a lo del local porque hay gente, por ejemplo, de San Juan y Tucumán que nos pregunta cuándo vamos a abrir en esos lugares. De Misiones nos compran un montón y de Buenos Aires también, que es raro porque la ropa viene desde ahí, pero la verdad es que eso nos brinda gran tranquilidad porque incluso un día podría no entrar nadie al local que lo cubrimos con lo online. Llegamos a tener 30 ventas por día, y al menos cinco diarias hacemos”.
La mudanza al nuevo local céntrico se hizo hace tres semanas y el sábado de la inauguración hicieron un convenio con Frankie, un emprendimiento gastronómico y regalaron 50 hamburguesas.
“Nos gusta mucho hacer obsequios, que la gente se vaya con algo más de lo esperado. Si viene alguien nuevo tratamos de hacerle un regalo. Eso después el cliente de alguna manera te lo devuelve, con el boca a boca porque dicen ‘seguilos porque siempre te tiran algo extra’”, apunta Lucas mientras acomoda todo para abrir las puertas rodeado de percheros con camperas, buzos, remeras, jeans, joggins y una gran variedad de zapatillas.
Los hermanos posan para la foto, suben las escaleras y muestran más detalles del local, del que disfrutan de lunes a sábado cuando “Brack” recibe a su clientela. “Todavía estamos impactados, nos cambió todo, porque además venimos con muchísima energía, entramos y no podemos creer lo lindo que está y todo lo que podemos llegar a hacer. Nos sentimos muy cómodos y ojalá la gente perciba lo mismo”, destacan Julián y Lucas, los dos que hace no mucho ofrecían “diez pilchas” colgando de un biombo y hoy tienen una minipyme que brilla con vidriera propia.
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