Martes 16 de abril 2024

“Reset": Una tienda para todas

Redaccion Avances 20/08/2022 - 10.23.hs

Yesica Carante lleva adelante su propio negocio de indumentaria femenina, que se caracteriza por tener talles variados en una industria que se resiste a los cambios.

 

En la vidriera hay un típico maniquí: un cuerpo curvilíneo que está muy lejos de ser la normalidad y donde solo entran prendas entalladas al milímetro. Al lado hay uno de otro tamaño, más corpulento y al que le calzan muy bien talles XXL. “Si vas a comprarlos ponele que te cobran 5 mil por el que es más chico pero 10 mil por el más grande, un absurdo porque apenas se usará un poco más de material, pero así funciona la industria”, asegura Yesica que con un ejemplo deja de manifiesto las notorias diferencias que imponen las marcas de moda, sobre todo en la indumentaria femenina.

 

Yesica Carante tiene 29 años y en pleno centro santarroseño tiene un negocio de ropa que es conocido por ofrecer otras alternativas, por correrse de esa dictadura de la industria textil que impone talles solo para cuerpos súper delgados. En “Reset” hay variedad pero sin dejar de lado calidad y estilo.

 

“Cuando terminé el secundario me fui a Córdoba a estudiar Diseño Industrial, aunque no era lo que más me gustaba porque yo quería estudiar Diseño de Indumentaria. La realidad es que esa carrera estaba en una universidad privada y en mi casa no me la podían pagar, así que elegí algo vinculado al diseño en una universidad pública. Pero me di cuenta de que no era lo que buscaba y mis viejos no podían bancarme así que me volví porque allá no encontraba laburo. Cuando regresé me puse a cuidar bebés y mi papá me dijo que me ponga a trabajar y a vender ropa porque en eso me iba a ir bien. Fuimos a Buenos Aires y empecé, de forma independiente, a vender desde mi casa”, detalla Yesica sobre su perfil vendedor, un trampolín al emprendedurismo que ya no abandonaría.

 

“Una amiga me comentó que estaba este local en alquiler, que la dueña era muy piola y que podía animarme, así que hace ocho años que tengo el negocio. Yo no tenía idea de nada sobre un negocio pero le comenté a mi papá como algo al pasar y él me dijo ‘¿por qué no?’. Tenía mucho temor porque si no andaba no sabía qué iba a hacer. Arranqué con muy poco pero las ganas de emprender te impulsan a hacer cosas que no hoy no sé si haría. Lo que más me sirvió fue que mi papá me dijo que le pusiera todo y me prestó plata, pero sentía una gran presión porque si me iba mal no iba a poder devolverla. Él me dio un apoyo incondicional y ese respaldo me empujó a abrir. Al principio se llamaba Shibinda y tenía ropa de mujer y de hombre”, recordó sobre el local de la calle General Pico 229.

 

Dos años después Yesica decidió dar un golpe de timón: cambió al nombre “Reset” y se enfocó en la indumentaria femenina. “Estando acá fui aprendiendo y me di cuenta de la necesidad de los talles. En lo particular nunca me pasó de no conseguir talles pero en el negocio percibí enseguida que es impresionante la cantidad de chicas que no consiguen, los talles únicos son irreales y están cada vez más fuera de la norma, así que me enfoqué en eso y me di cuenta de lo importante que era, porque me impuse hacer algo desde mi lugar para intentar modificar las cosas”.

 

Cambios.

 

El nuevo enfoque que tomó “Reset” también fue de la mano de la fuerza impetuosa del feminismo, que entre tanto agite al patriarcado y a lo impuesto desde siempre abarca distintas y variadas cuestiones.

 

“Sin dudas que el feminismo, la deconstrucción y las nuevas miradas me impulsaron a buscar otro camino, y a partir de ahí busqué las herramientas, porque levanto las banderas, sí, pero yo ¿qué aporto? Todo el tiempo entra gente a la que no le entra un pantalón y las pibas te agradecen, igual que las madres o amigas, y de ninguna manera tendría que ser así, nadie tendría que agradecer por encontrar en cualquier lugar el talle que le va, pero hay tanta escasez que te lo agradecen”.

 

Otro punto importante para Yesica es que no relega la originalidad y el diseño. “Por supuesto que quiero tener talles pero no quiero perder la onda ni el estilo, quiero ofrecerle lo mismo a una que tiene talle XXL que a una que usa un S,es decir ofrecerles algo con onda, que estén a gusto cuando se lo ponen y no que se tengan que resignar a algo solo porque no se consigue en ningún lado”.

 

Yesica lamenta que pese a ciertos avances y a que hay vigente una “Ley de Talles”, sigue habiendo muy pocos locales con esas posibilidades.

 

“Cuando recién arranqué no había nada de eso y caminaba y no encontraba nada, lo cierto es que para la industria es mucho más económico sacar un único talle y fabricar en serie sin parar. La Ley de Talles no se aplica lamentablemente porque hay muy poco control. Hace un tiempo una chica influencer hizo una campaña para que se anoten los locales que vendían distintos talles y solo éramos dos en toda La Pampa. Hoy habrá solo tres o cuatro y por eso también vienen muchas chicas del interior de la provincia porque en los pueblos es mucho más difícil”.

 

Miradas.

 

Yesica viaja periódicamente a Buenos Aires para hacer el recorrido que conoce y que le provee la indumentaria que busca. Durante la pandemia se enfocó aún más en profundizar el perfil de su tienda y en fortalecer las redes como ida y vuelta indispensable con la clientela.

 

“Es una cuestión complicada por cómo nos exigen y cómo deberíamos ser según la mirada hegemónica. El patriarcado exige determinados cuerpos y después la industria profundiza eso porquele conviene por los costos. Para mí es difícil porque por los talles grandes te piden el doble o el triple, porque si a mí me piden un jean talle S y le cobro 3 mil, después no puedo cobrarle 9 mil al talle XXL, es complicado porque yo por supuesto que tengo que tener un margen para poder seguir adelante, así que busco un equilibrio que me permita seguir de este modo”.

 

Yesica reconoce que un cambio profundo es difícil pero confía en que pueda generarse. “Está claro que se lucra con una necesidad, a mí los primeros años me costó muchísimo y en un momento estuve a punto de cerrar porque no entraba nada, pero llegué a un punto que dije ‘le meto todo a fondo, cosa que si cierro sea porque no quedaba otra y no porque no le puse toda la garra’. Creo que los cambios más tarde o más temprano se van a imponer”.

 

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