Jueves 25 de abril 2024

Una apuesta al verde

Redacción 16/07/2022 - 00.08.hs

Julián Miokovitch y su hijo Crispín llevan adelante El Imperio, cultivos hidropónicos que se destacan por su calidad y porque están libres de cualquier agrotóxico. Comercializan en distintas verdulerías y negocios de Santa Rosa y Toay.

 

Entre todos los cambios que se relacionan con nuevas formas de alimentación y de cultivos de productos comestibles, la hidroponía aparece como un moderno método en cuanto a las hortalizas que crecen en invernaderos. Sin embargo, su origen "es del siglo VI antes de Cristo", por ejemplo con los famosos Jardines Colgantes de Babilonia o con los Jardines Flotantes de los Aztecas -denominados chinampas- que causaron el enorme asombro de los invasores del imperio español cuando descubrieron el desarrollo que tenía ese pueblo originario. "Es algo muy antiguo y que yo no conocía muy en detalle. Siempre fui del cultivo tradicional y sinceramente esta manera de trabajar me cambió la vida. Ahora ya no tengo que estar todo el tiempo arrodillado", admite con una sonrisa Julián en el medio del verde de su producción.

 

Julián Miokovitch tiene 60 años y hace cuatro décadas llegó desde Misiones a Santa Rosa para estudiar Recursos Naturales en la Universidad Nacional de La Pampa. Y acá se instaló y se quedó para trabajar durante mucho tiempo en la cocina de la UNLPam y también, como millones de historias, la pandemia mundial le cambió todo su panorama.

 

"Siempre tuve un trabajo como complemento que fue el invernadero, pero con la tradición de la pala y de trabajar en el suelo. En el momento de la pandemia, mientras trabajaba en la cocina de la Clínica Faerac, mi hijo Crispín, que estaba en Buenos Aires, vino unos días y ahí surgió la idea de asociarnos y dedicarnos a los cultivos hidropónicos. Nos metimos con todo en eso, vendimos un auto, una moto e invertimos todos los ahorros. En una palabra, nos quedamos secos pero montamos toda la estructura que tenemos ahora", detalla Julián sobre esas canaletas plásticas en donde se desarrollan plantas de lechuga, rúcula y espinaca.

 

Crispín tiene 28 años y dejó su trabajo y su vida porteña para, junto a su padre, poner en marcha El Imperio. En poco tiempo desarrollaron hortalizas que se consiguen en distintos comercios de Toay y Santa Rosa como El Latino, La Huerta, La Olla, Las Mellizas, El Pernil o La Frutería.

 

"Para trabajar con el invernadero en tierra nos dimos cuenta de que el agua es de muy mala calidad, el suelo está muy contaminado y entonces genera la presencia de muchas plagas además de que el PH es muy salobre. Tarda mucho en que se desarrollen los cultivos. En cambio el sistema hidropónico requiere muy poca cantidad de agua comparada con el otro método, entonces se justifica la inversión. Nosotros tenemos un filtro de agua y elaboramos una solución nutritiva que controlamos todos los días, y que le incorpora los nutrientes necesarios al agua. De esa forma las plantas crecen muy saludables y sin estrés porque no necesitan esforzarse para conseguir esos nutrientes del suelo. Crecen muy rápido y al mismo tiempo muy sanas porque no hace falta ponerles ningún tipo de agrotóxico", detalla Crispín.

 

Duración.

 

El otro gran beneficio que tiene la hidroponía es la calidad y duración de las plantas, que para el consumidor puede tener hasta 15 días de conservación en la heladera.

 

"Son plantas vivas que se venden con la raíz, y aunque pase el tiempo están como nuevas, como recién cosechadas. Son plantas muy bien nutridas", destacan los Miokovitch desde sus 230 metros cuadrados de invernadero cubierto que, en breve, aspiran a extender ya que tienen el terreno disponible para ampliar el emprendimiento que se ubica en un predio cercano a la avenida Perón, en Santa Rosa.

 

"El nombre de El Imperio surgió un poco por eso, porque está bárbaro todo lo que hacen los pequeños productores pero nuestra idea es ir hacia algo más grande, que esto sea un lugar de abastecimiento al por mayor, a las verdulerías y negocios. Para eso necesitamos extendernos porque hoy nuestra capacidad de producción es limitada, pero queremos darle todo un desarrollo a lo hidropónico", apunta Crispín.

 

En El Imperio también ofrecen plantines y para todo su trabajo están en contacto con el INTA, el Ceret, la Facultad de Agronomía de la UNLPam y el Ministerio de la Producción de la provincia.

 

"Es importante tener toda una red de colaboración. Inicialmente la idea era hacer rúcula, luego le agregamos lechuga y ahora en invierno, espinaca. En verano sumamos la albahaca porque nuestro objetivo es hacer todo hoja. El sistema hidropónico también te permite hacer frutos como frutilla, berenjena, pepino, morrón, pero por ahora estamos con esto y vamos a ir de a poco afianzando todo el trabajo en conjunto".

 

Ahorro.

 

Cuando Julián asegura que el sistema le modificó la vida, su hijo asiente y detalla los beneficios de trabajar con los cultivos sin la necesidad de estar agachado durante horas en el suelo en cada jornada.

 

"El beneficio físico es notable y como es un trabajo que requiere algo mecanizado y repetido puede hacerlo gente mayor o personas con alguna discapacidad. Mi abuela de 80 años se había enganchando con la siembra de rúcula, podía estar horas entretenida y haciendo algo que le gustaba y que es productivo", sostiene Crispín.

 

Según ponderan padre e hijo, el sistema hidropónico les permite ahorrar "entre un 80 y un 90 por ciento" de agua respecto al sistema tradicional, un beneficio que se traslada al ambiente, a quienes trabajan con ello y a quienes consumen dichos productos.

 

"Cuando nos decidimos a poner en marcha el emprendimiento por supuesto que tuvimos en cuenta todos los factores, es un esfuerzo grande y como en todo proyecto hay riesgos y momentos difíciles, pero también vemos que es algo que funciona, que si se hace bien y a conciencia trae sus beneficios. Todavía estamos en etapa de desarrollo y vamos a ir afianzando cada andamiaje, pero lo principal ya está en marcha", se alegra Julián sobre esa apuesta al verde que, con el tiempo, aspira a transformarse en un imperio de las hortalizas. Las que se nutren con lo necesario y salen listas para ir a la mesa.

 

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