Una artista de las uñas
Anahí Schenkel se dedica al oficio de esmaltar y esculpir las uñas, también desde un punto de vista artístico junto a una maquilladora y a una fotógrafa. Es capacitadora y por eso en su gabinete de “Anytasch” trabaja junto a tres alumnas.
“Vendí todo y llegué con un bolso con ropa, con 12 esmaltes, una mesa, una cabina pequeña, un torno y un montón de sueños. Alquilé un departamento chiquito y ahí comencé a atender, pero enseguida vino la pandemia y me quedé sin nada. La pasamos feo”, recuerda Anahí justamente a unos cinco años de ese momento en el que, para mucha gente, la vida cotidiana se transformó en un lugar inhóspito, inseguro y cargado de angustia.
“La pandemia me golpeó mucho porque de pronto no trabajaba ni generaba ingresos. No teníamos muebles así que con cartones me armé algunas cosas básicas de la casa, dormía en el piso y teníamos un acolchado para tres. No fue fácil pero en ese tiempo surgieron un montón de capacitaciones online, me preparé muchísimo y me certifiqué como educadora en uñas, así que empecé a enseñar, a capacitar. Trabajaba acá de lunes a viernes y los fines de semana viajaba y atendía en Guatraché. Fui ahorrando, di un montón de cursos y trabajaba a full hasta que un día Jimena Cajal me ofreció un lugar para poder enseñar. El primer año tuve una sola alumna y el año pasado ya eran 76”, resume la responsable de ‘Anytasch’ al contar una parte de su recorrido emprendedor, que estuvo cargado de esfuerzo y sacrificio pero que hoy le permite disfrutar de un lugar muy buscado y reconocido, con tres alumnas a las que les brinda salida laboral y con un porvenir con ideas concretas de crecimiento y expansión.
‘Anytasch’ (así figura en su perfil de Instagram y el WhatsApp es el 2954 – 643460) es el nombre de un emprendimiento dedicado al cuidado y embellecimiento de las uñas que, además; también se apoya sobre una veta artística que trasciende la provincia.
Anahí Schenkel tiene 39 años, nació en Guatraché y a fines de los ‘90 se mudó con su familia a Puerto Madryn. En 2005 migró hacia Santa Rosa, estuvo dos años en esta ciudad, y luego volvió a Chubut. Hasta que pegó otra vuelta para estos pagos y ya se quedó de manera definitiva.
“Yo soy gestora en automotores y siempre trabajé en agencias de autos. Lo de las uñas era como un hobbie que hacía en los ratos libres, pero lo cierto es que cuando me vine de nuevo a Santa Rosa ya tenía 34 años y era difícil conseguir un trabajo enseguida. La gestoría no me gustaba y sí quería dedicarme a las uñas. Fue un momento complicado porque cuando me vine estaba con mis dos hijos chicos, pero en Chubut llevaban casi tres años sin clases y acá el sistema educativo público es muy bueno, lo mismo que la salud pública. Cuando venís de otra provincia te das cuenta de las diferencias y lo valorás más, así que eso y el hecho de que quería que mis hijos estuvieran cerca de su papá hizo que me decidiera por Santa Rosa. Y así comencé a trabajar”.
Salud.
Durante la pausa que impuso la pandemia, Anahí estudió, se capacitó y cuando pudo invirtió en mesas, en un sillón y en los insumos necesarios para su gabinete. “Me preparé como educadora porque es algo que me gusta mucho, por eso hice una tecnicatura y un máster y ahora me convocaron del grupo ‘Manicuristas Pro’, de Chile, y me voy a certificar con ellos, que es un grupo de educadores que instruye a nivel internacional. Mi idea es expandirme fuera de Santa Rosa, mi trabajo se orienta mucho en la salud de la uña, hago muchísimo hincapié en cuidar la salud porque se usan productos químicos fuertes, se trabaja con herramientas de metal, el alicate se utiliza y se desinfecta. Es muy importante cuidar a las clientas porque además eso hace que después te elijan y te recomienden”, resalta Anahí en la charla con LA ARENA mientras toma una pausa de sus turnos en el gabinete que tiene a una cuadra de la plaza San Martín, en la calle Lisandro de la Torre. Allí trabaja junto “a Sole, que es de Córdoba; a Mili (de San Luis); y a Liz, que es de acá”.
Artístico.
Así como en ‘Anytasch’ se trabaja con máxima responsabilidad y cuidado (“si vienen chicas de 15 años tiene que ser con autorización de los padres”) en el esmaltado y en la salud en general de las uñas, también se hace una tarea netamente artística, una veta que Anahí realiza con enorme originalidad y buen gusto y que la llevó a ganar premios internacionales.
“Hace tres años me uní en un proyecto con Gabriela Rosotto, que es fotógrafa; y con Maribel Sánchez, que es maquilladora; y comencé a hacer lo que es uñas de fantasía. Es un trabajo artesanal, con pincel, de casi 20 horas de trabajo en algún caso porque son uñas muy largas. Con estos trabajos lo que quise mostrar es que hago más que esmaltar una uña, que se puede hacer una tarea artística y organizar exposiciones. En 2023 me dieron un premio en Buenos Aires, fue una competencia internacional y junto a Gabriela y Maribel presentamos una foto-póster con uñas, con fotografía y maquillaje. Había competidoras de todos lados y sacamos el primer puesto”.
Para todas.
De aquellos 12 esmaltes que trajo en su valija, Anahí pasó a los casi 500 de hoy. De esa alumna solitaria a las decenas que se inscriben hoy. De un gabinete pequeño a un lugar donde trabajan cuatro personas. De una idea “chiquita” a armar proyectos artísticos en equipo y a escala internacional. Un trabajo incansable que hoy le permite disfrutar del presente pero sobre todo mirar hacia el futuro.
“Mis hijos tienen 12 y 14 años y ellos se criaron viéndome hacer uñas dentro de mi casa, por eso hoy celebran todo esto y entienden el proceso que significó, miramos hacia atrás y vemos el esfuerzo. Por eso me gusta mucho que mis alumnas puedan tener su lugar y crecer. El sol sale para todas y éste es un oficio en el que la clienta te elige por cómo se siente cuando vos la atendés. Siempre digo que le sostenemos la mano a la persona durante una o dos horas entonces se tiene que sentir cómoda y a gusto. Eso es primordial”, remarca Anahí mientras abre sus manos, listas para recibir a otras que buscan cuidado, salud y belleza. Todo lo que brinda ‘Anytasch’.
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