"A las malezas hay que controlarlas"
Es responsable del sector de Manejo de Malezas y Herbicidas, en donde se estudian estos dos elementos abordándolos desde el punto de vista productivo pero también ambiental.
Su tesis de doctorado, realizado en Balcarce, se refirió a transporte de herbicidas en el suelo, en tanto había desarrollado antes una investigación sobre impacto ambiental de los agroquímicos en los sistemas productivos. Paralelamente, el INTA creó un área estratégica de investigación en gestión ambiental, con lo cual Montoya encontró el marco ideal para trabajar ambos temas integradamente. Lo hace a diario junto a la ingeniera en Recursos Naturales y Medio Ambiente, Carolina Porfiri, quien participa en varios proyectos concernientes a malezas y herbicidas.
Montoya cuenta que el interés de estudio del área de malezas y herbicidas fue cambiando con el tiempo. Si hace quince años la necesidad era incorporar y conocer tecnologías para obtener mejores logros productivos, hoy se analizan más los "efectos colaterales no deseados" que puedan tener esas tecnologías. Entonces, lo que incorporó el INTA es el estudio de los agroquímicos "en general".
"Hoy, sumamos, nuestro enfoque del estudio del transporte de herbicidas en suelo por potencial contaminación de aguas subterráneas, al enfoque tradicional de eficacia de control de malezas.. Ese es nuestra línea, que es complementaria con el trabajo de control de malezas. Las malezas son uno de los principales factores que interfieren en la producción, o sea que es clave su control y nosotros tenemos que seguir trabajando en eso porque son el origen del primer problema", explica Montoya.
-¿El manejo de las malezas, se realiza exclusivamente con herbicidas?
J.M.: -Parcialmente, hay manejos donde podemos estudiar alternativas a los productos. No hablamos en ningún momento de no usar agroquímicos porque no creo que puedan ser fácilmente reemplazables, pero sí tendemos a un manejo racional de los mismos y que no degraden el ambiente. Esa es nuestra visión, tenemos que seguir produciendo, difícilmente en un futuro cercano puedan ser reemplazados los agroquímicos porque la ventaja productiva -y hablo de producción de alimentos-, es muy significativa.
El control de malezas y el uso de herbicidas pueden ocasionar, o no, algún efecto adverso y lo que tratamos es de encontrar alternativas de manejo, manejos de cobertura de suelos, manejos óptimos de aplicación de herbididas, estrategias.
Las problemáticas.
Si de malezas se trata, siempre hay alguna más problemática que otra. En la región semiárida, -la nuestra-, hay dos o tres reiterativas que causan bastante dolor de cabeza al productor. Es el caso del "pasto cuaresma", -una gramínea-, del cardo ruso y de la roseta.
Paralelo a su presencia, y más con la incorporación hace quince años de la siembra directa, van las aplicaciones de herbicidas, en particular, del glifosato.
Para Jorgelina Montoya, el glifosato "es una tecnología que tenemos que cuidar" porque "a la fecha es de las mejores tecnologías que están a la mano del productor. Hay que seguir estudiándola, porque muchas otras tecnologías y no solamente referidas al sector agropecuario, que en algún momento fueron algo excelente, con el avance tecnológico o el uso a largo plazo, se comprobó que provocaba tales o cuales efectos adversos. A la fecha, el glifosato es de lo mejor que tenemos".
La ingeniera cree que el productor debe hacer un uso racional del glifosato y "no caer en un mal uso". "Hay muchísimos otros productos químicos, históricamente usados, que los tendríamos que mirar con mucha más atención que al glifosato en sí mismo", afirma Montoya, para quien este producto es muy analizado porque se lo utiliza en el 70 por ciento de los casos, es decir, "por su intensidad de uso".
-Es decir que la línea de trabajo en INTA es realizar un uso racional de los agroquímicos. En ese sentido, ¿cómo trabaja el productor agropecuario pampeano?
J.M. : -No lo veo desatinado al productor agropecuario, inclusive, hay una recepción abierta y preocupada del productor por la temática. Hay una preocupación, ellos viven en el campo, toman agua allí y crían, muchos de ellos, a sus hijos en el campo, entonces se sumaron a la preocupación, a mí eso me dio una gran tranquilidad.
-¿Qué otra preocupación tiene respecto al cuidado ambiental?
J.M.: -Nuestro enfoque es el estudio del transporte en los perfiles de suelo por la potencialidad de contaminación de aguas subterráneas, y por supuesto, todo lo que sea el manejo de las malezas, ya que el cambio en la flora de malezas y sus tolerancias y generación de resistencia a herbicidas también es un aspecto ambiental.
-¿Hay algún otro estudio que estén desarrollando en INTA relacionado con malezas y herbicidas?
J.M. :-Por un lado estamos trabajando en proyectos relacionados con residualidad o persistencia de imidazolinonas en suelo, muy asociados a los cultivos tolerantes a éstos, con una persistencia un poco larga que podés tener después algún tipo de interferencia en la rotación de cultivos. Estamos estudiando si el cultivo subsiguiente puede demostrar fitoxicidad o no su presencia, muy dependiente de las condiciones climáticas del período desde la aplicación, si llueve o no, básicamente. Por otro lado, están los proyectos sobre manejo de malezas con cobertura, dejando rastrojo en superficie o no, todo esto como respondiendo al actual uso del corte para hacer reservas forrajeras de maíces, por ejemplo. Ahí hay una situación de compromiso, entre si corto y guardo la reserva, o esto me ayuda o no para el control de malezas. Son trabajos sobre manejo. También analizamos el flujo de emergencia de malezas, principalmente las estivales, que son las más problemáticas por su crecimiento exponencial y compiten con los principales cultivos como maíz, sorgo, soja.
Viaje a EE.UU.
Este año, Montoya vivió durante un mes y medio en Minnesotta, Estados Unidos, con el fin de perfeccionar sus conocimientos y hacer interconsultas con especialistas norteamericanos.
"Busqué formarme más en malezas porque para mí es el origen del uso de los herbicidas. Busqué una persona referente en el tema para conocer su dinámica, me parecía que tenía que ver otra cosa, interactuar con otra gente. Llevé información local, generada desde hace tres años y asociada a flujo de emergencia de digitaria del pasto cuaresma y de la roseta, dos malezas importantes en una vasta zona de la semiárida", explica la ingeniera y añade: "La idea fue hacer el análisis de esa información con la interpretación que le hacen en Morris, Minnesotta, en una dependencia del USDA, que es el departamento de Agricultura de Estados Unidos. Sumé datos producidos allá y ahora estoy sumando otros propios y estoy procesando datos, aunque en lo que es roseta tuve que repetir ensayos".
Últimos estudios.
En cuanto a los estudios más novedosos que realizan en el sector de malezas y herbicidas en INTA Anguil, Jorgelina Montoya señala que son incipientes aquellos que tienden a la aplicación de herbicidas por ambientes. "Cada vez se segmenta y se hace un manejo mucho más pormenorizado a nivel lote, esa es la tendencia", señala Montoya, y ejemplifica haciendo la diferencia que existe, a nivel de densidad de siembra y de capacidad productiva, en una loma o en un bajo.
"Todo esto hace al uso eficiente de los insumos, viendo que haya buenos resultados económicos con un mínimo impacto ambiental. Si bien esto es muy insipiente, la idea que tenemos como grupo es trabajar en eso pero en relación con herbicidas residuales y las dosis de herbicida, que sea eficaz pero eficiente para que por ejemplo no se lave en el perfil, y esto va a depender del tipo de suelo, contenido de materia orgánica, etcétera".
Los próximos ensayos donde se aplicará esta metodología segmentada tendrán lugar en campos de Intendente Alvear, "una zona muy productiva donde hay precipitaciones y a su vez hay lotes muy desuniformes".
Diseño de un nanosensor.
Jorgelina Montoya está coordinando, desde hace un año, un proyecto multidisciplinario e interinstitucional a través del cual se desarrollará un nanosensor para la cuantificación de plaguicidas en agua. Participan profesionales de INTA, junto a nanotecnólogos de las universidades de Buenos Aires, La Plata y Río Cuarto, los centros atómicos Bariloche y Constituyente y el Instituto Balseiro.
"La idea es inventar un aparato que sirva para medir el residuo de herbicidas en aguas superficiales y subterráneas. Hoy en día existen tecnologías para eso, pero son de un alto costo, de alto mantenimiento y se requiere de gente especializada para su manejo", explicó la ingeniera agrónoma.
El proyecto surgió a partir de la convocatoria de los nanocientíficos, que cuentan con las posibilidades de crear desarrollos pero carecen de aplicaciones. "Ellos salieron a buscar a posibles aplicadores, entonces convocaron a INTA haciendo una propuesta de lo que ellos podían ofrecer. Nosotros formulamos el proyecto y ahí estamos", dijo Montoya.
La participación de INTA Anguil en este proyecto se basa en llevar a cabo la aplicación de lo que se desarrolle, las pruebas piloto, con la utilización de los herbicidas de su interés.
Andrea M. D'Atri
Redacción de La Arena.
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