Lunes 19 de mayo 2025

La juventud a los cien años

Redacción 16/11/2009 - 01.46.hs
“Hoy no tengo a nadie, todos mis hermanos están fallecidos. Tenía una hermana que vivía conmigo, Angela, y hoy, hace 6 meses que falleció”, relató emocionada Maria, que desde hace tres años vive en la residencia para la tercera edad, Nicúmhue.
Nació en Capital Federal y hace diez que está en Santa Rosa: “Estoy acá de casualidad, porque tenía un hermano que trabajaba en Vialidad Nacional. Y como quedé sola en Buenos Aires me vine para acá, y mis sobrinos, que viven en Santa Rosa conocían la residencia y me dijeron que iba a estar bien y efectivamente aquí estoy.”
María es la mayor de cinco hermanos, dos mujeres y tres varones. Perdió a su papá cuando era un bebe: “Mi mama enviudó a los 20 años de edad”, puntualizó.
Durante su juventud solo trabajó una vez, en una fábrica textil de Ramos Mejía. “Trabajé en una empresa que era de unos amigos de mis hermanos y necesitaban una persona de confianza, por que tenía que manejar dinero de la caja e ir al banco. Mi mamá no quería que fuera, pero vino la señora, y el marido, y la convencieron.”
Si bien ella estaba alegre de poder trabajar, comenzó a observar situaciones en la fábrica que no le gustaron. “Mi patrón tenía socios y estaban robando de lo lindo. Yo estaba en el escritorio, era como una espía casi (se ríe). Además los obreros, también le robaban y siempre tenían un motivo para no trabajar”.
En la empresa textil, que tenía 10 telares, María trabajó poco tiempo. “Porque se fundió, yo llegué a lo último. Cuando me llevaron a mi, ya no había más plata, estaban empeñados. Los obreros no colaboraban y mi jefe tenía carácter blando, por eso la fábrica se fue a pique”.
Sobre su situación sentimental dijo que nunca tuvo pareja, pero si pretendientes. “Mi mamá estaba enferma, tenia leucemia, entonces los maridos nunca son como una los piensa, por ahí yo me tenía que quedar con mi mamá, cuidarla, llevarla al médico, y eso, una pareja, nunca lo iba a poder entender”. Y agregó: “pretendientes tuve, pero ninguno con las cualidades que yo buscaba”.
Y, su hermana Angela, si bien tuvo un novio, la relación no prosperó. “Ella estaba comprometida para casarse pero el novio era peruano y mi hermana confiaba que se iba a quedar en Buenos Aires. Pero los padres lo reclamaban, entonces mi hermana lo mandó al diablo. Ella quería que yo la acompañara a Perú a vivir, pero yo no podía por el trabajo de la fabrica. Mi hermana era profesora de piano y de inglés, y tenía muchos alumnos, se ve que por eso tampoco quería irse del país. Pero no sufrió o por lo menos nunca me lo dijo”.

La lucidez a flor de piel
María se levanta a las 7.30 de la mañana y no duerme siesta. “Nunca dormí, lo que me gustaba mucho era caminar. Pero hace un año que no puedo y me manejo en sillas de ruedas.”
Y como no duerme a la tarde, aprovecha el tiempo para leer, que es otra de las actividades que le apasionan. Y lee, para sorpresa de muchos, sin anteojos.” Ahora estoy con el libro “La marea dorada”, una novela de suspenso de G. Y Mildred Gordon. Es un libro duro, de espionaje, te tensiona, pero no es aburrido como son las novelas de amor. A mi me gusta saber de todo, por eso además leo los diarios y miro televisión.”
Sobre como ve la juventud actual, sostuvo que es un “desastre”. “En estos tiempos no da para tener novio, ni casarse porque hoy te casas y mañana ya hay otra ocupando tu lugar. Y es pura verdad, no es cuento, tanto mi hermana como yo, estábamos asustadas por estos tiempos. Seré antigua entonces, pero eso nunca lo voy a decir (entre risas).”
En relación a si está contenta de que pronto cumplirá cien años dijo que si, pero que en fechas especiales como la que se aproxima, extraña mucho a su hermana: “La extraño tanto. Y como no me gusta afligir a los que están al lado mío, a veces me voy al fondo a llorar, por que siento el deseo de desahogarme por mi hermana (entre lágrimas).”
A pesar de esta pérdida irreparable que le causa un gran sufrimiento, María siempre le agradece a Dios. “Tengo lo que quiero y hago lo que quiero, y hacia lo quería. Por eso siempre le voy a estar agradecida”, enfatizó.
A María Paloma, la visitan cinco sobrinos. Ellos serán los que el próximo 22 de noviembre le harán un gran asado al mediodía para celebrar cien años de frescura, alegría y ganas de vivir, a pesar de todo.

 


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