Francisco, el zapatero más famoso
MARIO VEGA
El imperio de Liliput estaba poblado de seres que apenas llegaban a los 13 centímetros de altura. Allí, según el relato de Jonatan Swift en "Viajes de Gulliver", cayó el protagonista, único sobreviviente de un naufragio. Lemuel Gulliver sería atado por aquellas "personitas", para vivir una historia fantástica que el autor imaginara allá por 1726. Allí Lemuel caería en la cuenta que él podía ser un gigante entre enanos, pero era un enano entre gigantes y que, en todo caso, el tamaño era una cuestión bien relativa y lo que contaba era otra cosa.
A cualquier mortal le pasa que a veces pueda sentirse un hombre alto, pero se sentirá poco menos que un gurrumín ante un basquetbolista de esos que se nos aparecen casi como colosos.
Aunque también es cierto que un hombre que mide "nada más" que un metro 20 centímetros puede, en principio, despertarnos alguna curiosidad, por esa morbosidad tonta que a veces tenemos los seres humanos. Pero es simplemente eso: una tontería.
Francisco, al que así hay que llamar siempre, es una persona sumamente conocida. A los 78 años se lo ve aún vital, enérgico, dispuesto cada mañana a trabajar en el oficio que conoce casi desde su infancia. Francisco Pérez debe ser el hombre más conocido de esa zona de la ciudad, pero hubo otros momentos -"buenos momentos", recuerda- en que a su manera era todo un personaje de la ciudad. Aquellos tiempos en que su taller de arreglo de zapatos se ubicaba en la esquina de Chaco y Libertad, a pocos pasos de la también reconocida "Tapicería Cenizo". "Es que la mamá de Jorge y Beto, Pirucha. es mi hermana, y con ellos estuve muchos años", recuerda mientras precisa que hace 10 vive en esa esquina de una casa de barrio, en Pilcomayo y Antártida Argentina, al norte de la ciudad.
Aquellos tiempos.
Lo vi por la mañana, recién levantado, y pidió "un poco de tiempo, hasta la tarde", para ponerse "presentable". Amable, gárrulo, afanoso en lo suyo, nos recibe y habla con ese vocabulario en que las palabras se apuran en salir y hace necesario prestarle mucha atención. "Ya les dije a los vecinos que el domingo LA ARENA iba a venir un poquito más 'pesada' porque sale el 'cojudo' (él), así que están todos avisados", se ufana mientras recuerda que "alguna vez" les hicieron otras notas y que, a su manera, es "famoso".
Nacido en la zona de Miguel Riglos, aunque sus primeros años los vivió en el campo, de muy niño se instaló en ese pueblo que quiere entrañablemente. Hijo de Damián Pérez y de Victoriana Argüello -"el abogado, Hugo, es familiar mío", aclara por si acaso-, compartió una familia en la que eran 7 hermanos más: Clara, Héctor, Elsa, Dora (fallecida), Norma, Diego Alberto y Pirucha. "Hincha de Ríver, aunque ahora no estamos bien", cuenta de entrada, dice haber conocido al célebre Bernabé Ferreira, "La fiera de Rufino", a "Capote" de La Mata (crack de Independiente) y que tiene una foto "con el gran Amadeo Carrizo". All Boys es otra de sus pasiones, y prometió regresar a la cancha "en cualquier momento, aunque ahora estoy un poco más lejos y voy a tener que ir en taxi", aclara para recordar que antes vivía muy cerquita del estadio de Avenida Spinetto.
"¿Cómo fue mi niñez? Y como la de todos los chicos de esa época, mis viejos me mimaban mucho, jugábamos a la bolita, a la pelota en la calle, y al carnaval como se jugaba antes, entre todos los vecinos, con baldazos de agua y corriendo durante horas. Era muy pero muy lindo aquello", dice ahora mientras retorna con la mente a sus tiempos de pibe. Después vendría el tiempo de la adolescencia, los primeros bailes... aunque allí empezaría a notar que algo era "distinto". ¿Por qué? "Y, porque se bailaba juntos, no se bailaba suelto como ahora, pero me gustaba ver a los demás. La verdad es que me gusta mucho la música, el tango, el folklore... Pero salvo eso mi vida fue muy normal", sostiene.
"78 y sin Viagra".
Después empieza a contar como fue su relación con el mundo del trabajo. "De muy pibe era 'aguatero' en las cosechas. Les llevaba el agua a las cuadrillas que estaban trabajando, y más tarde empecé de aprendiz de zapatero en Miguel Riglos, y ahí aprendí el oficio. La verdad era que me gustaba mucho la mecánica, pero era muy pesado como trabajo para mi y no lo pude hacer, pero estoy muy contento con esto. Pero es cierto, me gustaba mucho el automovilismo, era hincha del 'Aguilucho' Oscar Alfredo Galvez, entre nosotros seguí mucho a Antonio González en la Limitada 27. Me gustaban mucho los fierros", enfatiza.
De verdad se lo ve muy bien a Francisco a los 78. "Ponelo, ponelo, 78 años y sin viagra", vuelve a presumir. Se ríe con ganas cuando "la pregunta" que todos se hacen, y le hacen claro, le llega más o menos dibujada. "Y, más o menos. Más o menos. Todo bien", dice y deja la duda en el aire acerca de la fama de los hombres de baja estatura y el tamaño...
Pero hay un dato que ubica a Francisco como un hombre conocido, y es su vinculación con la noche. "Me gusta la noche, aunque ahora casi no salgo. Pero sí, estuve en varios boliches muy conocidos, como Crazy, uno que hubo en el cine Marconi, algún tiempito en Pavarotti y cuatro años en uno de Bahía Blanca, con el Lalo Fumagalli". Una suerte de "Public Relations", pero además un severo cancerbero de los intereses de los propietarios, porque Francisco se ubicaba en la entrada y no había mejor control de lo que se recaudaba. "La verdad es que tenían mucha confianza en mi, y eso es muy lindo. Me gustaba estar en el boliche y conversar con la gente, tomarme un whisky, pero nada del berreta, del bueno, eso sí, pero jamás me emborraché... todo en su justa medida", afirma.
Devaneos sentimentales.
"Si alguna vez me quisieron contratar de un circo? Sí, era muy amigo de los hermanos Villalba, se acuerdan de ese circo, ¿no?", refiere a uno de los más importantes que supo visitar nuestra ciudad. "Me vinieron a buscar, pero claro, me explicaron que había que andar mucho, viajar todo el tiempo, y se dieron cuenta que a mi me gustaba Santa Rosa... 'el circo es para los que nacen en el circo', me dijeron y nunca fui", relata.
¿Y el amor? ¿Qué fue del amor Francisco? "Tuve mujeres, pero no novias. Una amiga me quiso hacer gancho con Soraya, pero no prosperó". Y cuenta algunas anécdotas de devaneos amorosos aunque no da nombres "porque no corresponde. Eso sí, 78 y sin Viagra", repite por si hace falta.
Se lo ve bien, mientras se trepa a la silla para ubicarse frente a la máquina de coser de su zapatería. "Mirá, mirá que zapatos berretas", muestra mientras trata de arreglar un calzado que en realidad parece inservible. "Antes ponía muchas medias suelas, pero hoy hay mucho zapato de mala calidad que ni vale la pena arreglarlo", cuenta sobre su oficio.
No se queja Francisco. Sólo de las personas que no le dicen por su nombre. "Si saben cómo me llamo que me digan Francisco... puedo admitir que un chico en su inocencia me llame petiso, pero de nadie más. Yo soy un hombre normal, que pienso, y que siento como cualquiera, ¿No te parece?".
Y tiene razón este hombre que aspira a "vivir hasta los 100. En serio lo digo. Me siento muy bien y tengo muchas ganas de seguir conociendo cosas", concluye mientras estira su mano en el saludo del final.
El día que conoció a Raúl Alfonsín.
Francisco tiene cuantiosas anécdotas, muchas relacionadas con sus trabajos en los boliches, pero hay de todo. "Me acuerdo cuando vino Raúl Alfonsín para poner la piedra fundamental de la Dirección Nacional de Vialidad... resulta que había muchísima gente, y yo no tuve mejor idea, para verlo de cerca, que ponerme al lado de los alumnos de una escuela. Cuando Alfonsín empezó a hablar, y a dirigirse a los distintos sectores, a las autoridades, al público en general y a los alumnos, miró donde estaban los abanderados y se sorprendió y medio paró su discurso cuando me vio. Me acuerdo que se sonrió y todos miraron y dijeron es Francisco". Es que el entonces primer mandatario se sorprendió de ver entre los abanderados los mostachos que, por aquella época, usaba Francisco. "Sí, es cierto, tenia unos grandes bigotes y me peinaba a la gomina para atrás", rememora su imagen de los años 70. Obviamente pidió una foto, y la obtuvo, con el presidente.
Se declara radical y sobre todo alfonsinista. Con la radio permanentemente encendida en su taller se entera de todo, y sigue de cerca "el despelote que le están haciendo a la Presidenta". Se refiere a la pelea por los DNU y las reservas. "Pero Cristina tiene que entender que la oposición también puede tener buenas ideas", opina.
Se declara feliz, con buena salud. "Salvo alguna gripe, como a cualquiera, estoy muy bien. Me hice un chequeo y el médico me dijo que encontró todo normal, que tengo la presión bien. Puedo comer lo que quiero, darle a los asados... ahora mismo estoy esperando que me inviten a comer jabalí, que nunca probé", termina.
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