Miércoles 11 de junio 2025

Pacto de silencio: los acusados se negaron a declarar en el juicio

Redacción 03/08/2010 - 01.10.hs
El silencio fue la respuesta que le dieron ayer los represores a la sociedad pampeana. Ninguno de ellos abrió la boca en el inicio del histórico juicio por las privaciones ilegales y las torturas infringidas en la Subzona 14 en perjuicio de 28 víctimas. Eso sí, los nueve -porque el coronel retirado Fabio Iriart quedó fuera de la investigación- prometieron que hablarán cuando se los digan sus defensores.
El ex secretario de la Gobernación durante la dictadura, el coronel Néstor Omar Greppi (67 años), y los ocho policías que conformaron el grupo de tareas llegaron esposados a la sala de audiencia del Colegio de Abogados desde la Unidad 4, donde están presos, aunque pasaron las ochos horas del debate con las manos libres. Varios de ellos se dedicaron a hacer anotaciones en cuadernos u hojas sueltas. Por momentos parecieron interesarse en lo que escuchaban; en otros se mostraron distantes. A varios les terminó ganando el cansancio cuando la jornada terminó a las siete de la tarde.
Lo que sí mostraron en común Greppi y los ex policías Roberto Esteban Constantino (81 años, jefe del Grupo de Trabajo de la Subzona), Omar Aguilera (74 años, jefe de Operaciones), Roberto Oscar Fiorucci (71 años, jefe de Informaciones), Athos Reta (73),, Carlos Roberto Reinhart (60), Antonio Oscar Yorio (65), Néstor Bonifacio Cenizo (55) y Hugo Roberto Marenchino (65) fue la indiferencia de sus rostros frente a las imputaciones y las declaraciones de los testigos. Uno de ellos, Miguel Maldonado, llegó a preguntarse: "Cómo hacían el Día del Padre, qué les contaban a sus familias; torturamos a éste, le pegamos al otro... no pueden mirar a los hijos con lo que hicieron".
El juicio estuvo rodeado de un inusual operativo de seguridad, con decenas de policías provinciales en las calles -el tránsito fue cortado con vallas enrejadas en Argentino Valle y en el acceso por Boyacá- y otro grupo numeroso de policías federales y personal del Servicio Penitenciario en el interior del edificio.
Constantino, sentado frente a los jueces, y cuando uno de los abogados querellantes, Miguel Palazzani, le explicaba que podía caberle un segundo agravante por las privaciones ilegítimas, directamente espetó: "Lo que dice acá el doctor no me interesa". Fiorucci, en la misma situación, también lanzó una frase que no pasó inadvertida: "... si es que llegan a demostrar los delitos que se me imputan".
Un detalle: excepto Greppi, que nació en Mar del Plata, todos los acusados son pampeanos. Incluso Aguilera y Reta nacieron en el mismo año en Santa Isabel. Entre ellos conversaron animadamente antes del inicio de la audiencia, fundamentalmente Cenizo, Yorio y Aguilera. Sólo Greppi quedó un poco marginado, quizá porque es el único militar y tiene un defensor propio.
Durante la mañana, después de deliberarse acerca de la salud de Iriart y la alternativa de que declarase por videoconferencia (ver aparte), el secretario del Tribunal Oral Federal leyó a lo largo de tres horas los hechos que se le imputan a los represores.
Greppi está acusado por cinco casos de privación ilegal de la libertad, agravada por mediar violencia o amenazas, y aplicación de tormentos en tres oportunidades; Constantino por 17 y 7, respectivamente; Aguilera por 19 y 9; Reinhart por 24 y 12; Reta por 12 y 6; Cenizo por 24 y 11; Fiorucci por 25 y 15; Marenchino por 7 y 5; y Yorio por 11 y 7 casos.
Más allá de los testimonios de las víctimas -algunas ya fallecidas-, fueron importantes para el avance de la causa lo que dijeron los policías de la Seccional Primera, donde se produjeron los apremios, Ramón Crisanto Lastre, Carlos Sotelo, Juan Angel Bustos, Mauricio Diego Gaitán y Julio Díaz (hoy declarará a la mañana junto al periodista Nelson Nicoletti) y las celadoras Edda Vilma Stemphelt, Nilda Stork y Dolly Giglione de Toldo.

Las víctimas, una por una.
¿Quiénes fueron las víctimas y qué le pasó a cada una?
Clemente Bedis: fue secuestrado en Santa Rosa el 5 de abril de 1976 y trasladado a la Seccional Primera. Encapuchado y esposado, fue torturado "en un campo en las afueras de la ciudad".
Justo Ivalor Roma: fue secuestrado el 8 de abril de 1976 y llevado a la Seccional Primera. Lo interrogaron a golpes presuntamente en el Tiro Federal y fue "sometido a sesiones de pica eléctrica por todo el cuerpo". Fue examinado por el médico Pérez Oneto.
Rodolfo De Diego: En abril de 1976 permaneció detenido ilegalmente en la Primera y a disposición del Comando de la Subzona 14. Luego pasó a la U4. El policía Carlos Sotelo vio cómo quedaba después de los maltratos -esposado y con los ojos vendados- en el primer piso de la comisaría.
Roberto Oscar Gil: fue detenido el 24 de marzo de 1976 en General Pico. En la Primera fue golpeado y picaneado "en la zona genital". El ex diputado provincial luego fue a la U4.
Hermes Carlos Accátoli: lo detuvieron el mismo día y en la misma ciudad que Gil. También estuvo en la Primera y en la U4 y pasó por sesiones de picana eléctrica.
Zulema Arizó: fue ingresada a la Seccional Primera en 1978. Dos celadores declararon que, aún embarazada, fue torturada mientras estaba esposada. "Las sesiones duraban varias horas y salía con una marcada estado nervioso y de temor", dijo una de ellas.
Ana María Martínez: la única víctima detenida en Buenos Aires, en 1976. Después de "una o dos horas en la Oficina Judicial (de la planta alta de la comisaría), presentaba un estado físico lamentable", declaró una celadora.
Nery Greta Sanders de Trucchi: la detuvieron el 8 de enero de 1977 tras ser citada en la Seccional Primera. Fue interrogada mediante la aplicación de la picana eléctrica.
Avelino Cisneros: fue detenido el 8 de abril de 1976 y llevado desvestido "a un lugar alejado", donde lo picanearon. En la primera fue revisado por un médico policial.
Héctor Manuel Zolecio: en abril de 1976 fue trasladado a la Primera. Esa noche, en el Tiro Federal, fue "atado a un poste y sometido a un interrogatorio bajo la aplicación de golpes y picana eléctrica" en los testículos y una pierna. Declaró que "el dolor fue tan intenso que solicité que me pegaran un tiro". El policía Sotelo afirmó que "fue el detenido que más sufrió los golpes brutales de los oficiales".
Erberto Angel Cuevas: el ex diputado fue detenido el 27 de marzo de 1976 cuando retiraba sus pertenencias de la Legislatura. Aguilera lo trasladó a la Primera "a punta de pistola". No fue torturado, pero le hicieron presenciar interrogatorios y tormentos.
Julián Flores: lo secuestraron el 10 de abril de 1976. Antes de que le vendaran los ojos reconoció a Constantino, Aguilera, Fiorucci, Reta, Cenizo y Reinhart como quienes lo golpearon.
Olga Edith Juárez: la detuvieron el 13 de abril de 1978 en General Pico. Fiorucci y el ex jefe de Policía, y prófugo de la justicia, Luis Baraldini, la amenazaron diciéndole que iba a morir. Dijo que Reta la interrogó y fue la única víctima que individualizó a quien le aplicó la picana eléctrica: Reinhart.
Zelmira Mireya Regazzoli: la detuvieron el 24 de marzo de 1976. No fue golpeada, pero en la Primera le hicieron presenciar tormentos.
Nicolás Navarro: el ex secretario de la Gobernación fue detenido el 10 de abril de 1976 en su campo de Naicó. Dijo que fue interrogado por Greppi, Fiorucci y Cenizo, pero que no fue golpeado.
Raquel Angelina Barabaschi: fue detenida el 26 de marzo de 1976 en General Pico. Fue golpeada en la Primera hasta "dejarla casi inconsciente". También la picanearon. Reconoció a Cenizo y Reinhart y una celadora le aseguró que Yorio, Marenchino, Aguilera y Fiorucci también participaban de los interrogatorios.
Dolly Girard de Villarreal: la detuvieron en 1976 e individualizó a Aguilera, Fiorucci, Cenizo, Reinhart, Marenchino y Yorio.
Hugo Avelino Ferrari: fue detenido el 24 de marzo de 1976. Estuvieron en la Seccional Primera y en la Unidad 4.
Santiago Guillermo Covella: lo privaron de la libertad el 24 de marzo de 1976 en General Pico. Fue trasladado a la U4.
Carlos Osvaldo Aragonés: lo detuvieron el 25 de marzo de 1976 en General Pico. Estuvo tres semanas en la U4 a disposición del Jefe de Policía.
Víctor Aldo Pozo Grados, Guillermo Eduardo Quartucci, Gustavo Brower de Konning, Gerardo Nansen, Angel Alvarez, Carlos Samprón, Samuel Bertón y Luis Carlino: los docentes del Instituto José Ingenieros fueron detenidos el 14 de julio de 1976 en Jacinto Arauz. Participaron del operativo Aguilera, Fiorucci, Cenizo, Reinhart y Constantino. Samprón fue picaneado en el puesto caminero y el grupo era dirigido por Fiorucci.

 

La acusación fiscal
La acusación fiscal leída ayer, y redactada el 19 de diciembre de 2006 por el fiscal porteño Federico Delgado, no se circunscribe exclusivamente a los hechos imputados a los represores, sino que remarca que las detenciones ilegales y los tormentos se produjeron dentro de un determinado contexto social y económico no sólo del país, sino también de Latinoamérica.
Yendo más a lo específico, y al detallar la jerarquización de los represores dentro de la organización de la Subzona 14, se habló de autores mediatos (Greppi) e inmediatos (Constantino, Aguilera, Fiorucci, Reta, Yorio, Cenizo, Reinhart y Marenchino); destacándose que los autores mediatos, "los que dieron la orden de matar, porque controlaban la organización, tuvieron incluso más responsabilidad que los ejecutores".

 

Marcha multisectorial
Unas trescientas personas participaron ayer de la movilización convocada por la multisectorial "Memoria, Verdad y Justicia" para apoyar el inicio del histórico juicio contra los represores pampeanos. El inclemente frío polar de la mañana, con temperaturas que rondaron los -10 grados, no fue impedimento para que un importante grupo de vecinos, militantes, dirigentes y estudiantes desanden el trayecto desde el estacionamiento del Centro Cívico hasta el Colegio de Abogados.

 

El tribunal apartó a Iriart del juicio
El ex coronel Fabio Iriart, uno de los diez represores juzgados por secuestros y torturas en La Pampa durante la dictadura militar, finalmente fue apartado del juicio de la Subzona 14 por el Tribunal Oral Federal porque no puede ser trasladado desde Vicente López a Santa Rosa por su estado de salud, y tampoco seguir el juicio a través del sistema de videoconferencia ya que no se puede poner en marcha "por problemas técnicos", según consideraron los jueces. En tanto, dirigentes de una de las organizaciones querellantes, la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), afirmaron que el tribunal "miente" cuando dice que tarda días poner en funcionamiento un circuito para que el ex militar pueda declarar desde Buenos Aires y que de esta forma, el represor "queda impune".

 

Tema pendiente.
La decisión no fue fácil. Fue el primer tema que se trató durante la jornada de la mañana apenas comenzó el debate. El presidente del Tribunal, José Mario Triputti, indicó que Iriart estaba imposibilitado de ser trasladado a esta ciudad y tolerar el debate por su estado delicado de salud, cosa que había sido confirmada en julio por un médico de la Corte Suprema de Justicia. Luego de que el secretario hiciera la lectura del diagnóstico oficial, el magistrado dijo que tampoco se podía realizar la videoconferencia por problemas técnicos.
Los abogados querellantes entonces reclamaron por conocer el estado de salud de Iriart y por poner en marcha la videoconferencia. Tripputi volvió a informar que debían haber pedido el examen antes y que la cuestión informática era "un problema insuperable de la provincia".
La abogada Carina Salvay dijo que no juzgar a Iriart era "volver a retrazar la justicia" y que no se debía "profundizar la impunidad" al apartarlo. Los querellantes además pidieron una pericia técnica por el tema de la televisación de la declaración de Iriart. Y un monitoreo diario para el ex militar a través de dos médicos de Capital Federal.
El fiscal Jorge Bonvehí estuvo de acuerdo con la defensa de que se debía continuar el juicio sin Iriart "por cuestiones humanitarias", lo que hizo que varios presentes en la sala afirmaran: "mostró la hilacha".
Finalmente, Tripputi decidió que desde el gobierno provincial definieran a la tarde si podían montar un sistema de videoconferencia para que Iriart pudiera seguir el juicio y continuara dentro del proceso, aunque no hizo lugar al monitoreo médico.

 

Sin autorización.
Por la tarde, el tema Iriart fue nuevamente el primero en tratarse. Tripputi abrió el debate e indicó que se había convocado a la directora provincial de Comunicaciones, Claudia Jaúregui, para que diera su opinión sobre la instalación de la videoconferencia, pero que la funcionaria había dicho que no se iba a presentar ya que no tenía la autorización del gobernador Oscar Mario Jorge, que se encontraba en Buenos Aires, para ir a hablar a la sala.
Luego, el magistrado dijo que según le habían informado, montar el circuito tardaría a través de la CPE unos 15 días y por la empresa Telefónica 45 días. Finalmente, por resolución de todos los jueces, y para no retrasar las audiencias, se decidió excluir del juicio a Iriart, aunque quedó vinculado con prisión domiciliaria.
Esto generó la protesta de la querella, pero también de los dirigentes de la AEDD que durante el debate se comunicaron con peritos porteños para establecer si montar ese sistema llevaba tanto tiempo.
Adriana Calvo, presidente de la Asociación, dijo que Tripputi "miente" ya que el perito en telecomunicaciones, Ariel Garbarz, docente de la UBA, coordinador de seguridad informática de la Justicia y uno de los testigos en el juicio por espionaje que involucra a Mauricio Macri, le había informado que en 24 horas se podía instalar.
Calvo aseguró que se iba a apelar la medida, aunque con el avance del juicio no iba a tener sentido. "Es un escándalo, es una excusa para dejarlo afuera y una mentira. Es todo para salvar a Iriart. Estamos indignados y esto es un cachetazo al pueblo de la provincia. Iriart acaba de quedar impune, porque no lo van a juzgar más", señaló la mujer.

 

"Tenía el abdomen como una morcilla"
Los dos primeros testigos del juicio, el director de LA ARENA Saúl Santesteban, y el ex sindicalista Miguel Angel Maldonado, declararon ayer al adelantarse las testimoniales luego que los represores decidieran hacer un "pacto de silencio". El tribunal decidió que el cronograma de los declarantes -otras víctimas cuyos casos no serán juzgados en este proceso y demás testigos- empezara esa misma tarde y durante los días siguientes. Hoy por la mañana será el turno de los testimonios de Julio Díaz y el ex periodista y detenido político en la dictadura, Nelson Nicoletti.

 

La tercera.
Santesteban fue el primero en brindar su testimonio. El director de LA ARENA dijo que durante la dictadura fue secuestrado en su domicilio el 24 de marzo de 1976 a pocas horas de producido el golpe de Estado por un operativo militar. "Era mi tercera detención, ya tenía experiencia por mi actividad periodística", dijo.
"Estaba en mi casa con mi esposa y mis cuatro hijos, uno estaba estudiando en Buenos Aires, y se produce un allanamiento, que era algo más. Un oficial del Ejército entró al dormitorio, con un soldado, y me ordenó vestirme. Salí al exterior, subí a la caja de un camión y me llevaron detenido junto a (Victorio) Vlasich. Fuimos los primeros en llegar a la Colonia Penal", dijo.
Durante su declaración, Santesteban, aunque no hizo acusaciones directas hacia los nueve represores, trató de informar sobre el estado de terror que vivía el país. De hecho, el diario LA ARENA había recibido un atentado con una bomba en su sede de la calle 25 de Mayo en agosto del 75, su director había sido amenazado por la Triple A y desde noviembre de 1975 Raúl Celso D'Atri, hijo del fundador, había sido detenido por su actividad política y estaba preso en una cárcel de máxima seguridad.
Sí hubo nombres cuando recordó el hecho de la detención de D'Atri: "ya estaba instalado el terror. Cuando detuvieron a mi cuñado fui hasta la casa de su esposa y ahí fueron los policías. Estaban Constantino y Aguilera. Constantino me dijo 'Usted viene también'. Y estuve preso esa noche en la Seccional Primera".

 

Preguntas.
Durante la dictadura, Santesteban estuvo detenido hasta el 14 de abril en la Colonia Penal. Allí observó desde la rendija de su celda cómo le tomaban fotografías a otros cincuenta detenidos en otra habitación. "Estaban Maldonado, Nicoletti, 'Pepe' Brinatti, (Roberto) Gil y (Hermes) Accátoli, Victorino García, el diputado (Erberto) Cuevas. Covella que era ministro", indicó.
El periodista estuvo incomunicado hasta que fue interrogado a comienzos de abril por el comisario Guevara Núñez. "Me di cuenta -continuó- porqué estaba cuando me preguntaron si había escrito una serie de artículos cuando hubo razzias en noviembre del 75. En esos artículos consideré que eran disparatados los procedimientos porque no había actos terroristas en la provincia o enfrentamientos armados. No se podía poner bajo el PEN a los detenidos si eran sospechosos, sino llevarlos ante sus jueces naturales, porque estábamos en un estado de derecho".

 

Los golpes a Gil.
El pasaje más importante de su declaración llegó cuando dijo que "hubo un incidente que los hechos que se producían entonces me hicieron omitir de denunciarlo. En el pabellón había unos cincuenta presos y nos llevaban de a uno al baño. Hasta que decidieron, al darse cuenta del maltrato, que fuéramos de a dos. Fui con Roberto Gil, al que conocía bastante, y me preguntó 'che, flaco, ¿cómo te trataron a vos?' Le respondí que dentro de todo, bien. 'A mí me rompieron el alma', dijo, y se levantó la camiseta y me mostró que tenía el abdomen convertido en una morcilla".
"Cuando salí, dije 'esto lo denuncio'. Me reintegro y digo a mis compañeros lo que iba a hacer y me dicen 'vos estás loco. Nos quedamos sin trabajo'. Y además, a quién podíamos denunciar el caso, si no había autoridad para hacerlo. Hay que estar en esos momento", comentó.

 

"No era peligroso".
Luego fue el turno de Maldonado, que durante los años 70 fue secretario general del combativo gremio de los municipales hasta que fue detenido el 24 de marzo a la madrugada. Estuvo preso en la Unidad Penal 4 y luego, en septiembre de ese año, fue trasladado a la cárcel de máxima seguridad en Trelew, donde pasó meses de maltrato.
El ex sindicalista relató que fue detenido "por nuestra actividad, que nosotros entendíamos debía servir a los trabajadores, en buscar la justicia y la verdad".
El día del golpe fue apresado en su casa por una comisión policial y quedó a disposición de la Subzona 14. "Estuve sin causa ni proceso hasta que me pusieron a disposición del PEN", relató.
La acusación más grave de Maldonado llegó al recordarles a los represores, en diferentes momentos, mirándolos, que "en todo ese tiempo estos señores sabían quién era yo. Tuvieron sufiente tiempo para decir que no tenía que estar preso porque sólo era dirigente sindical, no era peligroso. No hicieron nada para que no me trasladen afuera de la provincia. Estas personas de Santa Rosa ¿cómo se compartaban con su familia? No sé cómo pueden mirar a la sociedad o a sus hijos con lo que han hecho. Primero hay arrepentirse y hasta ahora ninguno, de Videla para abajo, lo ha hecho".

 

Interrogado.
Maldonado indicó que mientras estuvo en la Colonia Penal un día lo esposaron y lo vendaron y lo llevaron así hasta un lugar que pudo haber sido la Seccional Primera. Allí fue interrogado. "Les llamaba la atención que siendo sindicalista no tuviera casa ni auto. Ese era el merecimiento de estar preso. Yo era de la democracia cristiana y me pusieron que era del Partido Comunista Cristiano. No sé que libro habrían leído. Al terminar, apareció otro, me sacaron la venda y me hicieron firmar una hoja", comentó.
Durante su detención en Santa Rosa, el testigo dijo que compartió la cárcel con Accátoli "que llegó muy golpeado, todo marcado con hematomas, por todos lados". También con Covella, Hugo Ferrari y Gil, que tenía "un hematoma color negro en el abdomen".
Aunque los hechos no tuvieron que ver con los casos que se están juzgando en el TOF de Santa Rosa, la mayor parte de la declaración de Maldonado giró en torno a las torturas y padecimientos que tuvo que vivir él y sus compañeros pampeanos a partir de que fueron subidos a un avión del Servicio Penitenciario Federal para ser trasladados a Trelew.
El ex sindicalista relató diferentes maltratos. En un momento recordó: "Nos ataron al piso del avión y nos golpearon hasta llegar a Neuquén. Se tuvo que volver a Santa Rosa y fue con el mismo trato. Después otra vez a Trelew. Ahí abrieron la puerta del avión y gritaron 'carne para los tiburones', y a alguien tiraron".

 


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