"Nunca vi un preso político torturado"
Los imputados por privación ilegal de la libertad y tormentos son el militar Néstor Omar Greppi y los policías Roberto Esteban Constantino, Omar Aguilera, Roberto Oscar Fiorucci, Hugo Roberto Marenchino, Oscar Yorio, Carlos Alberto Reinhart, Athos Reta y Néstor Bonifacio Cenizo. Sólo los tres últimos estuvieron ayer presentes; el resto permaneció detenido en la Unidad 4.
Cornachione se incomodó cuando una de las querellas le hizo notar que una vecina y paciente suya, la ex celadora Hermelinda Gándara, fue quien con su testimonio lo ubicó en esa comisaría. "En junio había dicho que no se acordaba de nada", respondió el testigo en alusión a una entrevista con LA ARENA. Ella, en el juicio, afirmó que en 1978 Cornachione revisó a Zulema Arizo, una de las 28 víctimas de la causa, apenas fue ingresada a la Seccional Primera. También mencionó a otros tres médicos policiales: Máximo Pérez Oneto, investigado por falso testimonio; Miguel Aragón, quien afirmó que en esa fecha no estaba en La Pampa, y Juan Savioli (ver aparte).
- ¿Cómo explica entonces que ahora diga que estaba?, preguntó el abogado Miguel Palazzani.
- Mintió, porque yo nunca estuve en la Primera.
- Pero ella lo conoce, sabe quién es...
- Yo puedo decir lo que dije hasta adelante del obispo. Cualquiera puede mentir.
- ¿Por qué razón hay que creerle a usted y no a ella?
- Estoy declarando bajo juramento (de decir verdad).
- Gándara también. ¿Qué dijo de Aragón? Y Aragón no estaba en la provincia. Insisto en que jamás estuve allí. Pueden pasar 200 años que no me hubiera olvidado si hubiese actuado fuera de mis principios.
El testigo, al borde de revelar el secreto profesional, y tras decirse amigo de Aragón, mencionó las enfermedades por las que atendió en su consultorio particular de Toay a Gándara "hasta que desapareció hace tres meses", y recordó que ella le aseguró que su declaración en el sumario administrativo del Gobierno de 1984 la había firmado sin leer. En la audiencia, en cambio, Gándara confirmó la validez de ese testimonio.
Una ayudita de Iriart.
Cornachione contó que fue médico militar en La Pampa desde el 18 de junio de 1977 ("me acuerdo porque fue dos días antes de la nevada") hasta la Navidad de 1978; que el entonces jefe del Regimiento de Caballería 101 y luego jefe de la Subzona 14, el ex coronel Fabio Iriart, le permitió trabajar por la mañana en el cuartel y por la tarde en su consultorio privado ("no fue un favor, me correspondía por reglamento, aunque en otros lugares no se otorgaba"); y que "nunca me solicitaron, ordenaron o sugirieron que fuera a ver a una persona privada de la libertad, detenida por razones políticas o no".
Cuando lo interrogaron sobre si conocía la Seccional Primera, respondió que hace 20 años fue por primera vez debido a que su esposa estuvo detenida por un accidente de tránsito. Luego asistió para revisar a la dueña de un bar de Toay que también permanecía presa y, más acá en el tiempo, por el robo de un maletín y otro choque.
- Usted está señalado por testimonios y versiones periodísticas de que revisó detenidas de la Subzona 14.
- Lo sé desde hace 10 años, cuando compré la revista Fisgón. Casi me causa un paro cardíaco. El artículo lo había escrito (Marcelino) Decoroso Acosta. Lo ubiqué y le dije que le había errado 'el palo al gato'. A las 48 horas preguntó en el Consejo Superior Médico en qué año me había matriculado. ¡No sabía ni eso! Entonces nos juntamos en un consultorio. El vino con uno que me quiso matonear. Me dijo que me iban a echar de la obra social Sempre, que la Asociación Trabajadores del Estado tomaría medidas contra mi persona... Lástima que Acosta falleció, pero lo digo por mi honor: manifestaron que sabían que yo no tenía nada que ver, pero que querían hacer un juicio de la verdad como en Mar del Plata y Bahía Blanca. Y que lavara mi nombre. Les respondí que eso no se lavaba ni con soda caústica (sic) y que mi familia y mis amigos sabían quién era.
Otro momento tenso de la audiencia se vivió en otro diálogo entre Palazzani y Cornachione. Este había dicho que conocía la existencia de la Subzona 14 y que no iba a las reuniones informativas. Cuando el abogado quiso profundizar en el tema, el testigo sostuvo que lo invitaban a los asados y no a las reuniones de la plana mayor del Ejército y que desconocía quiénes concurrían. Incluso acotó que un oficial lo calificó de antisocial porque no concurría a los asados. "Le respondí si prefería que vaya a chupar o que me preparara para atender bien a sus hijos".
- ¿Iriart iba a esas reuniones informativas?
- Su despacho quedaba en el edificio donde se hacían.
- ¿Y su despacho adónde estaba?
- A cien metros.
- ¿No le interesó saber por qué lo invitaban?
- No me invitaban.
- ¿Tampoco le interesó saber por qué le dijeron que era antisocial?
- No. A mi no se me murió ningún soldado.
- ¿Le inició alguna demanda a Acosta?
- Le mandé una carta-documento, pero consulté a siete u ocho abogados y todos me dijeron que no apagara la nafta con fuego y que me quedara piola.
En ese momento, ante una objeción de las defensas, Cornachione expresó: "Me siento un poco agredido". Palazzani respondió a boca de jarro: "Usted agredió a Acosta en su perorata".
El presidente del tribunal, José Mario Tripputi, atendió el planteo defensivo, pero aclaró que los jueces no aceptan "un no, o un no recuerdo como simple respuesta" porque sino se avanzaría demasiado poco en la investigación.
El round final se produjo entre el defensor de Greppi, Hernán Vidal, y Palazzani. Vidal expresó: "Si se está detrás de la verdad, no puede juzgarse a caníbales por los métodos de los caníbales. No hay que violar los derechos de los testigos ni de las víctimas porque sino estaríamos aplicando 'el martillo de las brujas'. Pasaron 34 años de los hechos, no los utilicemos para obtener versiones desmañadas". Cuando no había terminado de pronunciar la última palabra, Palazzani buscó pegar duro y directo: "Le recuerdo al señor defensor que nosotros no tenemos la picana". Tripputi, diplomáticamente, pidió "bajar los decibeles".
Savioli no concurrió
El médico Juan Savioli debía declarar ayer como testigo, pero no concurrió a la audiencia. Desde la secretaría del Tribunal Oral Federal se informó que no pudo ser notificado en tiempo y forma, por lo que se fijará una nueva fecha para escuchar su testimonio. Dos ex celadoras de la Seccional Primera, Nilda Stork y Hermelinda Gándara lo situaron allí y la primera afirmó que sólo recetaba aspirinas para mitigar el dolor de las torturas. Una víctima, Graciela Espósito, testificó que le recetó somníferos para conciliar el sueño por los gritos que se escuchaban por las noches.
Testimonio de Aragón trajo cola
El testimonio del martes del médico Miguel Antonio Aragón y el informe oficial del Ejército que no lo ubica en La Pampa en 1978, cuando la ex celadora de la Seccional Primera, Hermelinda Gándara, aseveró haberlo visto revisando a la víctima Zulema Arizo, trajo repercusiones.
El dirigente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, Mario Canoba, que hace cuatro meses le solicitó al Ministerio de Gobierno que lo aparte de su cargo de jefe de Sanidad Policial, ratificó su postura. Dijo que tiene versiones de que Aragón estuvo ese año en la provincia, más allá de que él y su amigo y testigo Atilio Cornachione, afirmaran que recién se radicó en marzo de 1979. El ministro César Rodríguez aún no contestó el requerimiento.
Canoba se quejó también de la tardanza de la Secretaria de Derechos Humanos de La Pampa en difundir ese informe del Ejército y otro de la Jefatura de Policía, que fueron leídos anteayer en el juicio -y entregadas copias a las partes- minutos antes de la declaración de Aragón. Opinó que debieron ser difundidos antes.
El Tribunal Oral Federal repartió ayer a la prensa copias de ambos textos. De allí surge que el secretario Rubén Funes se lo pidió a la ministra de Defensa de la Nación, Nilda Garré, el 3 de junio y que al otro día fue respondido por el Ejército. El 23 de agosto ingresó la respuesta a la Secretaría. A su vez el informe de la Jefatura fue entregado el 4 de junio a Funes. El funcionario dejó ambos informe en el TOF el 24 de agosto.
Ayer, contra lo habitual, ningún representante de la Secretaría de DDHH presenció la audiencia.
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