Lunes 30 de junio 2025

Habló Gallinger y dijo que la nafta era para rociarse él

Redacción 27/04/2016 - 19.17.hs

El empresario Néstor Gallinger habló hoy ante el tribunal que lo juzga por violencia de género en perjuicio de su ex pareja, Patricia Sclavuno, quien lo acusó de intentar matarla rociándole nafta. El dueño de Texen Alarmas negó cualquier intención de matar a la mujer y aseguró que ella le hizo una “cama” para dejarlo “en bolas”.
En el Centro Judicial de Santa Rosa se concretó la tercera audiencia del debate oral y público contra Gallinger, imputado por los delitos de amenazas con arma propia, homicidio doblemente agravado en grado de tentativa y amenazas simples.
Esta vez el empresario decidió declarar y sostuvo que quería a Patricia Sclavuno y “nunca quiso matarla”. “Nunca le pegué. Todo esto fue atípico, incongruente e incoherente. Me hizo la cama para dejarme en bolas”, señaló. A su vez, aseguró: “Se casó conmigo por dinero”.
Gallinger habló durante casi 20 minutos pero pidió que no les hicieran preguntas, ni la fiscalía ni la querella.
El propietario de Texcen Alarmas dijo que “en ningún momento arrojó nafta a su ex pareja para quemarla”. “La amenaza fue a mí mismo”, indicó. Además denunció a Sclavuno de haberle robado plata.
“Nosotros habíamos convenido que ella salía al casino y yo por mi cuenta. Me dejaba salir con mujeres porque me decía que me había conocido así. Esa noche (del 22 de mayo de 2015) fue al casino, yo no tenía ganas de salir y me quedé mirando televisión en la quinta. Volvió a las cuatro y pico de la mañana del día siguiente. Cuando llegó me dijo que le había ido bien, que había traído 14.000 pesos”, recordó.
El empresario dio su versión de cómo se sucedieron los hechos: “Tomó mi teléfono celular y vio que yo había enviado dos solicitudes de amistad (en facebook) a dos mujeres desconocidas. Eso la puso mal (…) Desde casados teníamos un arreglo consensuado de ciertas libertades. Me pareció excesivo el enojo que tenía en ese momento. La discusión empezó en el comedor y luego pasamos al dormitorio”.
Gallinger dijo que luego fueron al living y siguieron discutiendo: “Me saqué, fui a buscar un bidón y lo traje. Me puse frente a ella y le dije que si no la cortaba me iba a quemar como en el 2006. Me dijo ‘dejate de joder, no seas pelotudo’. Tiré el bidón contra el sillón y quedó allí. Como sentí olor a nafta lo saqué afuera. Después nos calmamos, nos sentamos a mirar la tele, preparé un whisky con speed y cuando fuimos a acostarnos lo hicimos juntos. Como ella me seguía enojada, me sentí incómodo y me fui a dormir a la otra habitación”, detalló.
“Al otro día, yo estaba en el living y ella se fue para la cocina. En un momento nos encontramos en el patio y seguimos discutiendo. Interrumpí su avance, me dijo que se quería ir y yo le respondí que no tenía sentido lo que estaba haciendo. En un momento me sacó, la empujé, se cayó, la ayude a levantarse y le volví a insistir que se quede. Fue hacia el portón y se fue. Yo la seguí hasta afuera, la acompañé media cuadra, la tomé de la mano y le dije que se quedara (…) Al otro día llamé al 101 y me atendieron en Toay. Pregunté por su paradero porque habíamos discutido y no sabía nada de ella. Una mujer me dijo que no tenía novedad. Les pedí si podían venir a la quinta para hacer una exposición, llegó un móvil policial y me dijeron que tenía que presentarme”.
Más adelante en el relato, después de asegurar que no sabía del paradero de Sclavuno y de algunos contactos con los hijos de ésta, contó que descubrió faltantes de dinero de la empresa. Y que para ese entonces ya empezó a intervenir un abogado, con el cual fue hasta la comisaría de Toay donde quedó detenido.
“Mientras estaba detenido me enteré de muchas cosas que pasaron en mi negocio. Perdí todo, 25 años de trabajo, mis hijos y yo quedamos sin sustento. Lo poco que me llevan a donde estoy ahora me lo lleva la mamá de mi hijo menor. Nunca más rindieron cuenta de las ganancias de la empresa, le cambiaron el nombre, la figura fiscal y se mudaron a otro sitio. Dejaron deudas crediticias, de tarjetas y de celulares. Algunas las pudimos pagar, otras se nos hace imposible hacerlo”, concluyó.

 

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