Dos pampeanos a caballo por la ruta de San Martín
Como lo hizo el General José de San Martín junto a su ejercito hace 200 años, la catrilense Patricia Zebinden realizó días atrás y a caballo, el histórico Cruce de Los Andes rememorando la gesta sanmartiniana.
Los 18 expedicionarios, entre ellos Patricia y su pareja, comenzaron la travesía junto a un coordinador del viaje y varios arrieros el sábado 7 de enero en Uspallata, provincia de Mendoza. Desde allí se trasladaron hacía Barreal (San Juan), donde comenzó el histórico recorrido y que, en este caso, duró diez días. Siete de ellos cabalgando.
"Siempre hacemos viajes locos con mi pareja (Gustavo, apodado 'Ñeco'). Justo se cumplían 200 años del cruce de por la Cordillera de Los Andes y decidimos realizar la travesía. Optamos por la que dura 10 días de los cuales siete se hacen cabalgando y cuyo recorrido se inicia en San Juan", explicó Patricia durante la entrevista que tuvo con LA ARENA.
Recordando sus días de jinete en la cordillera, Zebinden confiesa entre risas: "Hay cosas que tenés que saber a la hora de cabalgar. Ideal sería tener cierto nivel de entrenamiento o conocimiento, porque sino la experiencia no es la misma, si bien lo vivís del mismo modo, es distinto el hecho de no tener la preocupación de lo que puede sucederle al animal. Ellas (las mulas) ya conocen el recorrido y prácticamente lo hacen solas, por eso debes estar familiarizada con el animal. Yo ya tenía un entrenamiento y no me costó familiarizarme. La única preocupación se generaba cuando alguna mula se adelantaba en la fila india en caminos con precipicios. En ese momento pensás: 'quiero que se termine ya el viaje'"
Recorrido.
Luego de descansar y pasar por Gendarmería, el siguiente punto clave de la expedición fue Las Hornillas, donde se inició la cabalgata. Allí se encuentra otro campamento.
Tras pasar la noche, a cada aventurero se le designó un caballo y la montura, siendo "La Pancha", un animal con experiencia en tierras cordilleranas, la seleccionada para transportar a la mujer de Catriló.
Seis horas diarias fueron las que hicieron los viajantes cabalgando, con paradas cada tanto para comer algo y seguir rumbo o, en caso de llegada la noche, armar el campamento para relajarse, intercambiar sensaciones y renovar energías.
Mezclados entre la despampanante flora y fauna de la zona, los expedicionarios marcharon lentamente hacía el cruce internacional, pasando por Manantiales, a 2.500 metros sobre el nivel del mar, Paso La Honda (4.380), Valle de Los Patos (2.844) y Valle Hermoso (3.536), donde hace 200 años San Martín con sus soldados, hicieron el último campamento de lado argentino. Desde allí, la cabalgata continuó hasta el hito fronterizo del límite argentino chileno.
La luna y las estrellas.
A la hora de dormir, la empresa encargada de los viajes presentaba dos opciones, una era pasar la noche en las carpas, y la otra, la seleccionada por Patricia y Gustavo, descansar a la intemperie. Con bolsas de dormir y las estrellas, la luna y las montañas, como paisaje de fondo.
"Es algo inexplicable, hermoso. Hacía mucho frío pero no importaba. Es una experiencia increíble", resaltó.
Un baño rapidito.
Zebinden también se refirió a la comida: "Estaba totalmente planeada y planificada. La cargaban las mulas. Los días más largos comíamos guiso de lentejas. Además, nos daban viandas para ir consumiendo durante el viaje. También tomábamos mucho agua, es lo que te recomendaban los guías. Siempre íbamos comiendo algo por una cuestión de salud".
Y en cuanto al higiene, se ríe y agrega: "Nos lavamos el cuerpo entero un solo día de los diez que dura la expedición. El agua es tan fría que te dolía el cuerpo cuando te mojabas, por eso aprovechábamos los arroyos para lavarnos rápido algunas partes del cuerpo y continuar con el recorrido. Eso sí, cuando termina la travesía te llevan a un hotel de Uspallata, y ahí sí disfrutas de un buen baño y la cama. Hay que estar bien decidido para hacer este viaje".
Sensaciones.
"La experiencia es muy fuerte, San Martín pasó hace 200 años por ese lugar sin las comodidades de hoy. Por un camino que en ese entonces no estaba armado, llevando ganado y armamento. Vas pensando en qué puntos hicieron campamento y no lo podés creer. Además, te das cuenta que a pesar de toda la tecnología que existe en la actualidad, ahí estás en medio de la nada y prácticamente sin nada. Apenas un rastreador satelital que lo lleva el coordinador. Apreciar la flora y la fauna del lugar es algo hermoso. Nunca pensamos que iba a ser tan emocionante esta travesía", resumió Patricia, lista para una nueva aventura.
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