Un penal insólito y la consagración de Mutual Guardavidas
Tensión en el estadio Mateo Calderón. Atlético Santa Rosa y Mutual Guardavidas definen la Copa Presidentes, pero se juegan mucho más que un título. Para el Albo es la puerta hacia una promoción que le puede permitir el regreso a la Primera División de la Liga Cultural de fútbol luego de dos años en el ascenso. Para la Mutual es la posibilidad de ganarle un campeonato a un grande de La Pampa con pasado en la máxima categoría del fútbol argentino incluido.
Nadie falla. Luego de un 1 a 1 global (triunfo de Guardavidas en la ida y de Santa Rosa en la revancha) y de un alargue interminable, a la hora de los penales todos parecen haber recuperado fuerzas y precisión. Fabricio Pérez, Sabino Agüero, Walter Nicollier, Gabriel Sayago y Martín Montigni (autor del gol en el partido) convierten sus remates desde los doce pasos para el local. Carlos Alvarez, Laureano Ondicola, Raúl Domínguez, Alejandro Alvarez y Ricardo Pereyra responden de la misma manera para la visita.
Todo sigue igualado. Están 5-5 y la serie se mantiene «perfecta» para los pateadores, que una y otra vez logran vulnerar los esfuerzos de Adrián Bartel y Daniel Odera. Llega el momento del 1×1 y Juan Abaca agarra la pelota. Con la ‘9’ en la espalda, el joven delantero de Santa Rosa toma una corta carrera con la intención de darle una nueva ventaja a los dirigidos por Raúl Mansilla.
Sin presión.
«Nosotros no teníamos nada para perder y eso nos jugó a favor», asegura hoy Manotas Odera, el arquero que ese 16 de diciembre de 2007 defendía los colores de Guardavidas. «No teníamos el peso sobre las espaldas que tenían los chicos de Santa Rosa, que se jugaban la posibilidad de ir a pelear por el ascenso que tanto buscaban», agrega el también ex All Boys, Sarmiento, Deportivo Winifreda, Deportivo Penales y Unión y Amistad.
Guardavidas había logrado el ascenso el año anterior y en ese 2007 había jugado por primera vez en la máxima categoría de la Liga Cultural. Tenía un equipo con jugadores de experiencia y en esa Copa Presidentes había ido de menos a más, hasta llegar a una final soñada contra Santa Rosa.
«En la primera ronda estábamos casi afuera porque habíamos perdido los tres primeros partidos. En ese momento, ni nosotros creíamos que podíamos llegar a la final», cuenta Odera, y se le escapa una sonrisa cuando recuerda que ese mismo año le habían hecho «el gol más tonto» de su carrera. «Fue en Toay, patea Martín Torres (de Mac Allister), yo quiero parar la pelota con el pie y me pasa por abajo… Todavía hoy me carga cada vez que nos encontramos», añade.
«Pero lo lindo de fútbol es que siempre da revancha. Yo me había bajoneado mucho, pero me apoyaron en todo momento y como equipo nos recuperamos y logramos llegar a esa final con Santa Rosa», explica.
– Sufrieron para llegar a los penales…
– Sí, habíamos ganado 1-0 en la ida y nos aferramos a ese resultado, pero sabíamos que iba a ser bravo porque línea por línea Santa Rosa tenía más equipo que nosotros. Pero nosotros teníamos un plus que era nuestra garra y nuestro corazón. Me acuerdo que además ellos habían agrandado la cancha unos metros porque creían que físicamente nos iban a matar. Y la verdad es que estaban mejor físicamente, nos ganaron 1 a 0 y en el alargue nos desbordaron por todos lados. Pero aguantamos.
La definición.
«Los primeros cinco penales de cada equipo fueron bien pateados todos. Yo creo que estuve cerca en tres, pero no pude sacar ninguno. Y enfrente estaba un arquero que siempre admiré como Adrian Bartel, de los mejores de La Pampa, y tampoco había podido hacer nada», repasa Odera al referirse a la definición, que en el undécimo penal lo puso cara a cara con Abaca.
«Cuando lo veo que se acomoda para patear, pensé ‘me la va a tirar a mi palo derecho, abajo’, y me la jugué ahí. Incluso me moví antes, porque si Abaca le pegaba fuerte yo no llegaba ni aunque adivinara el palo», explica Manotas sobre aquel disparo que quedó en el recuerdo de los futboleros pampeanos.
¿Qué pasó? Odera no adivinó el palo, pero igualmente atajó el penal: el joven delantero del Albo «picó» la pelota hacia el poste contrario al que había elegido el arquero, pero el remate fue tan débil que dio dos botes en el piso y le dio tiempo a Manotas para reincorporarse, tirarse hacia su izquierda y alcanzar a contener la pelota sobre la línea.
«Cuando veo que la pelota venía pidiendo permiso, me incorporo y me tiro de vuelta para el otro lado. Y llego justo a agarrarla. No lo podía creer…», resume.
– Pero faltaba la frutilla del postre…
– Sí, después que atajo el penal, me pega el grito Cocoa Rodríguez (el DT) y me quedé como que no entendía bien. Claro, muchos no querían tomar la responsabilidad de patearlo y me pidió que vaya yo. Y no dudé; de última estaba 50 y 50.
– Y a diferencia de Abaca, lo aseguraste…
– Sí, principalmente porque enfrentaba a Bartel, a quien admiro mucho y le tengo respeto. Entonces, o la colgaba en el supermercado (los penales fueron en el arco que da espaldas a la calle Ameghino) o le reventaba el arco. No me iba a arriesgar a que me quede el cargo de conciencia de entregársela a las manos. Encaré, le pegué fuerte al medio, Adrián se movió y adentro. Campeones.
– ¿Fue tu domingo de gloria?
– Sí, sin dudas. Recuerdo que mi viejo por primera vez me fue a ver todo ese campeonato, y ese fue el partido soñado. En los 120 minutos también había tenido buenas intervenciones porque nos habían bombardeado por todos lados. Y en los penales me tocó la frutillita del postre.
El penal «histórico»
Manotas Odera se reincorpora luego de tirarse a su derecha y se prepara para arrojarse hacia el otro palo y contener el penal «picado» por Juan Abaca. «No lo podía creer», recuerda hoy, a los 38 años y ya retirado, el arquero. Después agarró la pelota y convirtió para darle el campeonato a Guardavidas en el Mateo Calderón.
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