La estrategia de la defensa: pretenden instalar problemas de visión
Luego de los cinco testigos de la querella, declararon la esposa e hija de Francisco Roldán, convocadas por la defensa.
Fabiana Bravo, esposa de Roldán, dijo que “mi familia es mi esposo, mi hija, y él tiene tres hijos de una pareja anterior. Gastón tuvo una internación desde diciembre del 24 en la asociación Rumen por una adicción, y veníamos apoyándolo para que pueda recuperarse. Ese apoyo era emocional principalmente, y económico”, señaló.
Respecto a lo que ocurrió el 16 de enero, Bravo dijo: “llegué a casa y me acosté, empecé a sentir que sonaba el teléfono fijo y me extrañó porque casi nadie llamaba ahí. Atendí y era Francisco, me dijo que había tenido un accidente en la esquina de Pampa Meat. Me desesperé, fui para el lugar y cuando llegué me descompuse. Me asistió la policía, me dejaron en una camioneta hasta que mejoré. Ahí vi cuando a la chica se la llevó la ambulancia. Y me fui a buscar a mi hija. Mi esposo estaba con la policía, y de ahí se lo llevaron detenido. Nunca nos dijeron a dónde se lo llevaron. Él decía que había pasado en amarillo, casi en rojo, y no la había visto”.
Ante la consulta de los defensores, la mujer dijo que Roldán “era muy reacio a ir al médico, siempre decía que no veía. Se compraba anteojos en el supermercado chino o en una farmacia. Usaba para ver de lejos y de cerca”, algo que ya había declarado Roldán el primer día. “Después del accidente hablando de que no veía le dije que vaya al oculista, fue y ahí le detectaron el glaucoma. Le dieron unas gotas para tratar eso”, aseguró.
“La dinámica familiar cambió por completo, yo volví a trabajar y él ya no. Lo llaman clientes, amigos, para que haga trabajos, pero él no puede salir a trabajar. Tenemos una angustia tremenda”, aseguró la mujer.
“A él siempre le gustaron los Falcon, tuvo dos o tres. Uno lo tenía para trabajar, y ese lo tenía muy cuidado, muy bien de motor, porque quería tener un auto clásico. Ahora lo estaba usando para la herrería porque el otro estaba roto”, indicó.
Asimismo, habló de la posible visita de Gastón Roldán ese fin de semana. “Rumen tenía una planificación, y le avisaban al papá cuando venía de visita Gastón. Cuando le avisaban, él iba a buscar los pasajes a la terminal, o buscaban los hermanos un certificado en Psiquiatría para que le den el pasaje”, indicó.
“Antes de la tragedia”.
En la misma línea que su mamá, Alexia Roldán, dijo que “el tema con mi hermano Gastón empezó antes de la tragedia. Él había comenzado un tratamiento por su adicción al alcohol. Estaba incomunicado antes de volver a Santa Rosa, porque no tenía teléfono. En abril del año pasado logramos traerlo y lo internaron en Rumen, en Pico. Al principio no nos dejaban verlo, era parte del tratamiento. Después nos empezaron a dejar ir a verlo los fines de semana. Cuando empezó a poder salir, venía todos los fines de semana, en minibús o en colectivo”, dijo. La estrategia de la defensa apunta a que Roldán iba a la terminal a comprar el pasaje para el viaje de su hijo. “Mi papá le sacaba siempre el pasaje a mi hermano en la terminal. Lo llamaban de Rumen para informarle y él iba a sacar el pasaje”, indicó.
Choque previo.
Por otra parte, Alexia dijo que “usaba el Falcon todos los días para llevar a mis hijas a la escuela, para hacer cualquier trámite. Los fines de semana cuando mi marido y mi papá terminaban de trabajar, él lo traía a casa por el fin de semana porque mi papá no lo usaba. Un tiempo antes yo tuve un choque en la Circunvalación, y el frente del auto se rompió todo. Se arregló un poco, pero no estaba terminado. Faltaba pintarlo. Se estiró un poco, se masilló, de hecho el paragolpe no estaba reparado, masillado nada más”, declaró.
Respecto del 16 de enero, señaló: “Yo estaba en mi casa y vino mi pareja, me dijo tu papá tuvo un accidente, creo que mató una chica, vamos. Cuando fuimos al lugar me encontré con mi papá, con la policía, la chica ya no estaba. Le llevé una botella de agua, y él estaba shockeado. No paraba de repetir cosas, pero no sabía explicarme qué era lo que había pasado”.
“Al principio yo veía las manchas de sangre en el piso, y no entendía que había pasado. Trataba de deducir cómo había sido, no sabía si era una persona caminando, una bici, una moto. El me dijo que venía por la derecha y que había pasado en amarillo, casi rojo. Él me decía que el accidente había sido en la senda peatonal de la estrella, y fue en la de la carnicería, no de la estrella. No entendía”, aseguró.
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