Lunes 07 de julio 2025

La primera barbera de La Pampa

Redacción 14/11/2021 - 00.12.hs

Se dice que "el barbero es la persona que tiene por oficio afeitar o arreglar la barba". Como se puede advertir la referencia hace mención a un señor, un artista varón que se encarga de recortar y mantener bien la barba de un hombre... Pero que los tiempos han cambiado a nadie le quedan dudas, y Aimé Amancay Jazmín Peralta Valor (¡se olvidaron de ponerte nombres muchacha!) es un claro ejemplo de que es así.

 

Porque ella es la primera barbera de que se tenga noticia por estos pagos. No se conoce que otras damas se aboquen a aquella tarea que, hasta ahora, desarrollaban nada más que hombres. Pero ni siquiera hay que aclarar que en estas épocas a la mujer nada le resulta imposible. Y está bien que así sea.

 

Se ha podido advertir que en nuestro país hubo un florecimiento de las barberías, que se convirtieron en toda una novedad muy bien recibida; y también Santa Rosa asistió a la apertura de ese tipo de locales.

 

Hace algunos años.

 

Los que tenemos algunos años -los varones- estábamos acostumbrados a las antiguas peluquerías que, en realidad, hacían más o menos lo mismo que las actuales barberías. Esto es corte de cabello y -en mucha menos proporción- recorte y cuidado de la barba.

 

En el caso de las mujeres que iban a peluquerías, también a veces requerían darle color, o se hacían peinados determinados.

 

Se puede decir no obstante que -desde hace bastante- el cuidado personal de los hombres se hizo más detallista, y eso le permitió trabajar y mucho a peluqueros y estilistas profesionales. Y lo mismo está pasando con las más modernas barberías, donde se les da a los clientes un trato especial, como por ejemplo la posibilidad de permanecer en un local especialmente acondicionado, el uso de productos específicos para el trabajo que realiza el barbero; y hasta los concurrentes pueden degustar algún trago en tanto esperan su turno. Lo cierto es que la permanencia en una barbería pasa a ser un momento de relax que se disfruta.

 

Única barbera.

 

Decíamos antes que hemos visto hombres desarrollando esa tarea en las barberías, pero por estas horas sabemos que Aimé la viene llevando adelante en Toay, en calle España a metros de la Avenida 9 de Julio. Fue su mamá, Griselda Valor, quien al encontrárselo en plena calle de Santa Rosa anotició al periodista que la joven era "la única barbera de La Pampa".

 

La fachada del local no deja lugar a dudas. El frente pintado de rojo y el cartel arriba lo identifica claramente. La barbera espera el primer cliente de la tarde, y en tanto charla con nosotros (periodista y fotógrafo).

 

La familia.

 

Hija de Pedro Peralta y como quedó dicho de Griselda, tiene cuatro hermanos: Pilmaiquén, Aylén, Antú y Lihué. Y además hay alguien especial en su vida, Meulén (6), su hijito... "un torbellino", lo define. Aimé es nacida en Luán Toro, pero desde hace varios años la familia se trasladó a Santa Rosa para vivir en el Plan 5.000. "Recuerdo que teniendo 11 ó 12 años pasaba mucho tiempo viendo trabajar a mi abuelo Tito... así que desde siempre quise ser peluquera", arranca contando.

 

Después de los años de colegio -primaria en la 258 del barrio; y el secundario que hizo en varios colegios (terminó en el Cens nocturno) llegó el momento de salir a trabajar, y así cuidó chicos y le tocó desempeñarse en una tienda durante un tiempo. Más tarde se mudó un par de años a Capital Federal, donde asistió en ACP (Alta Capacitación Profesional) a clases de peluquería; para regresar ya con una formación a Santa Rosa.

 

"Rojo barbería".

 

Aquí primero trabajó en la peluquería de Carlos Martín, en calidad de ayudante; y más tarde con el estilista José Luis Segovia, cuando tenía su local en la calle Antártida Argentina y 1° de Mayo. Pero siempre con la idea fija de independizarse, porque "estaba cansada de ser empleada".

 

Alentada por los suyos se decidió, y así nació "Rojo barbería", donde se siente a pleno para llevar adelante lo que, al cabo, termina siendo una tradición familiar.

 

Aimé cuenta que la diferencia con la peluquería es que "aquí hacemos sólo corte de cabello y recorte y mantenimiento de barba... Y sí, obvio, están los que quieren que se le haga algo parecido a lo que usan algunos futbolistas o artistas. Pero la verdad es que a una barbería el cliente va a buscar un poco de relax y por ahí, mientras espera ser atendido, tomarse una birra o una gaseosa y pasar un buen momento", argumenta.

 

Sonríe Aimé, y ciertamente se la advierte contenta con lo que está haciendo... al fin y al cabo se trata de continuar con aquello que durante tantos años llevó adelante su abuelo... Si hasta las tijeras, sillones de la antigua peluquería, y otros elementos como navajas y máquinas de cortar el cabello son las mismas que utilizaba el querido Tito Peralta.

 

Tito Peralta, un peluquero icónico.

 

Antes una peluquería era eso, un salón donde la gente iba a hacerse cortes de cabello los varones, casi exclusivamente; mientras las damas además recibían otro tipo de tratamientos, como tinturas, permanentes y peinados. Al principio estaban los locales que atendían a mujeres y hombres por separado, hasta que con el paso del tiempo aparecieron las peluquerías "unisex", y también los estilistas (suerte de asesores de imagen de los clientes. O algo así).

 

En Santa Rosa hubo distintas generaciones de los que se dedicaban al oficio, y los más antiguos deben recordar -entre otros- a Salvatore Del Pópolo (en Avellaneda casi Alsina), Angel Bayarsky (en calle Gil), Julián Domínguez (esquina de Quintana y Pellegrini), metros más allá Rufino Rodríguez (Pellegrini, cerca de Alsina), y el Gringo De Giovanni.

 

La peluquería de Tito Peralta.

 

Un local de corte de cabello que resultaba especial -al menos para quien esto escribe- fue el de Tito Peralta, ubicado en calle Quintana, a metros de lo que hoy es el Centro Municipal de Cultura (en otros tiempos Mercado Municipal), y al lado de la Panadería "El Sol", de Juan Miretti.

 

Oscar Eduardo Peralta, Tito para todos, fue uno de los más conocidos en su oficio. Los que concurríamos a su salón podemos recordar los grandes sillones donde los clientes se sentaban para que él hiciera su tarea, los enormes espejos que ocupaban prácticamente toda una pared, y también la pequeña mesita donde se amontonaban los ejemplares de "El Gráfico", la revista deportiva que cuando pibe leíamos con avidez.

 

Temas de charlas.

 

Pero no era sólo eso, porque el pibe o no tan pibe que caía por allí no podía menos que coparse con la conversación que -entre mate y mate- le provocaba cierta admiración. El motivo de una charla podía discurrir entre el fútbol y el boxeo -por supuesto-, las carreras de caballos, y sobre todo la riña de gallos... Tito era un apasionado de esa actividad (criaba gallos de riña), y participaba con sus ejemplares en distintos pueblos de la provincia, y aún de provincia de Buenos Aires.

 

¿La política? Francamente no recuerdo mucho que se discutiera sobre el tema, aunque eran asiduos concurrentes -a cortarse el cabello, pero también a charlar y pasar momentos entretenidos- "Copete" Di Nápoli, El Vasco Altolaguirre (luego ambos serían diputados provinciales por el radicalismo), y otros referentes del Mofepa, que empezaba a formarse en aquellos tiempos.

 

El lustrabotas.

 

Tito Peralta había llegado desde General Acha, donde nació el 23 de febrero de 1933. Su padre había sido carnicero y la familia vivió un tiempo en General San Martín, luego un poco en la zona del Parque Luro hasta que recaló en Santa Rosa.

 

De chico Tito Peralta empezó a trabajar en la venta de pasteles que hacía su abuela, y se inició a andar las calles de aquella Santa Rosa bucólica que aún no se avizoraba como la ciudad que hoy conocemos.

 

Como muchos chicos de familias humildes andaba por el centro con su cajón de lustrabotas a cuestas, hasta que empezó a barrer la vereda de la peluquería del Gringo Di Giovanni: "Él me hizo hincha de Boca, y de a poco me inició en el oficio", reconoció alguna vez.

 

Peluquería "El Rubí".

 

Cuando tenía nada más que 22 años -transcurría 1955- Tito Peralta se iba a dar el gran gusto de tener su propio local en pleno centro de la ciudad. "Peluquería y Kiosco El Rubí", rezaba en el ventanal del frente del negocio, y mientras él se encargaba de cortarle el cabello a los clientes -que empezaron a ser muchos-, 'Pachanga' De Ferraris (un día partió a Buenos Aires y ya no se supo más de él) atendía el kiosco.

 

Fueron muchos años de trabajar en ese lugar, hasta convertirse en uno de los peluqueros icónicos de aquellos tiempos. Los boxeadores más afamados de la época, como Hugo Danieli, Golepa Cabral, El Zorro Campanino, Raúl Arraigada y tantos otros pasaron por allí pero además los futbolistas más reconocidos de esos tiempos. Y por supuesto los trabajadores de los comercios vecinos, como los dueños y empleados de la Tienda La Moderna, Santa María, del Banco de La Pampa, y muchos otros.

 

Aparece "El Dandy".

 

Promediando los '70 -repitiendo de alguna manera lo que había pasado con él-, Tito adoptó a un muchachito que también luchaba por salir adelante. Casi como si la historia se repitiera, empezó a trabajar con él Oscar Andrada... un pibe flaquito, de flequillo y cabello oscuro que rápidamente mostró sus aptitudes para la tarea. El muchachito vendía billetes y atendía el kiosco, en tanto iba aprendiendo el oficio. Y tan bien se formó que desde hace décadas, justamente en la vereda de enfrente de donde estaba la peluquería de Tito Peralta -Quintana casi Pellegrini- trabaja con su peluquería... "El Dandy", pasado el tiempo, se transformó en una de las más antiguas de la ciudad.

 

El último tiempo.

 

Al desaparecer el Mercado Municipal, en agosto de 1984 Tito Peralta se trasladó a Cervantes 625 (casi Escalante), donde refundó su negocio al que llamó "Peluquería Éxito", y en el que trabajó hasta los últimos años de su vida. Falleció en marzo de 2012, cuando tenía 79 años.

 

Hoy, una de sus nietas continúa con su arte, pero adaptada a los nuevos tiempos. Estos en que se han hecho habituales las barberías.(M.V.)

 

'
'