Miércoles 24 de abril 2024

Sara Barroso: memorias de otros tiempos

Redacción 29/05/2022 - 00.04.hs

La lucidez resulta un preciado capital para una vecina que a los 92 años tiene bien presente la Santa Rosa de ayer. Sara cuenta con satisfacción sus vivencias y se asombra del crecimiento de la ciudad.

 

MARIO VEGA

 

Mientras la piqueta modernosa va derribando recuerdos, y vemos a diario que antiguas casonas y edificios que caracterizaban la ciudad han dejado de ser para yacer convertidas en escombros -que darán paso a nuevas construcciones-, nos gana la nostalgia al rememorar tiempos que ya no han de volver.

 

Y es en esa situación que nos aferramos a la memoria, y atesoramos vivencias que formaron parte de nuestros mejores momentos.

 

Observamos con cierta desazón -y algo de desolación- que muchas de esas vivencias que conformaron instantes esenciales de nuestra existencia, empiezan a ser borrosas imágenes que tan sólo nosotros -los que tenemos algunos años- podemos aún visualizar en nuestra evocación.

 

Registros de la memoria.

 

Por eso, cuando nos encontramos con alguna gente que mantiene viva la llama de los recuerdos, nos quedamos escuchando en silencio, o apenas acotando alguna que otra pequeña cosa para avivar el relato. Nos sucede al conversar con personas mayores que se muestran -afortunadamente- con absoluta claridad y que se retrotraen en el tiempo para contar cómo se vivía antes, y quiénes eran los personajes de una sociedad que transcurrió en otra época.

 

Cuando uno se pone a charlar con Sara Agustina Alcántara (92), o Sara Barroso -porque es de esos años en que se adosaba orgullosamente el apellido del marido-, resulta muy grato porque es acudir a un archivo fantástico de los tiempos que pasaron.

 

Un lugar de contención.

 

Sara reside hoy en El Remanso, un hogar para adultos mayores, y lo hace por una razón de comodidad, de verse acompañada y cuidada todas las horas. Y como sucede con otras personas de su edad, o parecida, tiene esa suerte de recato de no querer incomodar. Aunque en realidad eso no es así, porque lo cierto es que en las familias se los quiere tener siempre allí, cercanas, gozando con su presencia amada.

 

"Cuando los chicos (sus hijas y nietos) me dijeron que estaba esta posibilidad me quise venir aquí, y no estoy para nada arrepentida. Me evito de esa manera tener inconvenientes con personas que me tienen que ir a cuidar, a controlarme... y encima algunas se la pasan 'chusmeando'. Y aquí no hay problemas ni de horarios ni de nada... Estoy contenta y mis familiares me visitan todo el tiempo", expresa.

 

Sí, Sara Barroso.

 

Alguien me propuso: "Tenés que charlar con Sara... ella tiene un montón de recuerdos y vivencias de la Santa Rosa de otros tiempos. Está re bien y es un personaje", acotó.

 

Y lo cierto es que antes yo había asumido con ella misma un compromiso de hablar, que ahora al fin se dio. Sara Barroso porque antes el apellido del esposo se adosaba casi naturalmente, y eso no se cuestionaba como algo machista (aunque en el fondo pudiera ser una reminiscencia). Y mucho menos en casos como el suyo porque ella es del tipo de mujeres que lejos estaban de someterse al patriarcado impuesto. Más bien todo lo contrario.

 

Y en ese punto repaso -ya lo he dicho antes- y puedo afirmar que, por ejemplo, en mi casa había paridad de género: las cosas se decidían entre mis padres en forma compartida, y jamás presencié una discusión entre ellos y mucho menos en voz alta (aunque seguro las habrán tenido).

 

Amigos de la familia.

 

Por otra parte debo decir que los Barroso son una familia cara a mis afectos. Desde que era muy pibe. Porque Eleodoro, el esposo de Sara, Lolo Barroso para todos, era de Eduardo Castex, donde mis padres vivían cuando se conocieron. Era gran futbolero y amigo de papá que fue jugador de Estudiantil.

 

La cuestión es que cuando ambos -Lolo y mi padre- se trasladaron a Santa Rosa familias siguió el trato amical. Era habitual que mi familia -yo incluido- fuéramos por las noches desde la calle Jujuy -donde vivíamos, al otro lado de la vía- hasta la casa de los Barroso, en calle Sarmiento a metros de González... Y era un deleite, porque mientras los viejos conversaban yo me ensimismaba en la lectura de las pilas de revistas deportivas que Lolo guardaba en su mesita de luz... "KO. Mundial", "La Guía Pugilística", algún ejemplar de "El Gráfico"...

 

La pensión de los Alcántara.

 

Así que vaya si conozco a Sara... Porque además su familia paterna vivió a una cuadra y media de mi casa. En la esquina de Catamarca y Salta (entonces calles 24 y 17) habían construido un lindo chalet, donde se daba de comer a un grupo de laburantes que iban a la pensión a almorzar. Pero además, en esa misma esquina estuvo ubicada "Propaladora Ranquel" -creación de dos de sus hermanos-, todo un hito para el barrio y también para la ciudad.

 

Porque eran emprendedores los Alcántara... y les tocó hacer un poco de todo desde que arribaron desde Victorica. "Ahí nací yo el 18 de mayo de 1930", dice Sara con absoluta precisión cuando empezamos a charlar.

 

Una mujer activa.

 

Hace algunos días cuando ingresé a El Remanso, ubicado al Este de Santa Rosa, una cantidad de hombres y mujeres mayores me miró con cierta curiosidad, y hay alguna persona que conocía de andar las calles de Santa rosa me saludó afectuosa.

 

Sara se mueve en el lugar como si fuera su propia casa... "Es que estoy ré comoda aquí... tenemos una serie de actividades y me anoto en todas: los lunes tenemos canto, y el resto de los días tenemos kinesiología y dos veces por semana viene el profesor de Educación Física", puntualiza, sonriente y siempre atenta al celular que no suelta en ningún momento. "También es una compañía porque me sirve para estar comunicada e informada todo el tiempo", se justifica.

 

La familia de Sara.

 

Sara y Lolo tuvieron tres hijos: Gladys Mabel (Pocha) que junto a Ana María eran docentes; y Ricardo Daniel (Tito, que falleció hace algún tiempo) y se desempeñó muchos años en la Administración Pública. A su vez todos le dieron nietos: Alejandro, Gustavo, Pablo; Fernando; Ricardo, Sara, Mariano y Sebastián; y además llegaron cuatro bisnietos: Nina, Bautista, Salvador y Agustina.

 

Hija de Francisco (español) y de Agustina (criolla), eran seis hermanos los nacidos de ese matrimonio: Carmen, Isabel, Francisco (Pancho), Sara, Carlos (Cacho) y Rodolfo (Rolo). Y también Luis (El Ruso) y Carlos Baltasar (Carozo), que eran adoptados.

 

Algunos de ellos muy conocidos en la ciudad, porque Pancho y Cacho -y también después El Ruso- estuvieron siempre vinculados a actividades deportivas (por ejemplo en la fundación del Club Argentino, en carreras de ciclismo, y en el caso de los dos mayores participando allá al principio de los '60 en la edición de la primera revista sobre el tema que se llamó "Deportiva". Esto junto a Mario, mi padre).

 

De Victorica a Santa Rosa.

 

Y enseguida empieza a hablar de los primeros años en su Victorica natal, donde su papá fue dueño junto a un socio del Hotel Apolo, el primero de la localidad. "Se fundieron y después de eso mi padre decidió que nos veníamos a Santa Rosa... Fuimos a vivir cerca del Molino Werner, y bueno, hicimos un poco de todo: se hacían bollitos (facturas) y sandwiches y vendíamos a los que estaban en los carros y camiones alrededor de la Estación de Trenes. Con el tiempo papá construyó la casa en Salta y Catamarca (entonces 24 y 17), y como mamá era muy buena en la cocina se empezó a dar de comer al mediodía a gente que trabajaba en Casa de Gobierno y en otros lugares; y también empezaron a ir jugadores de fútbol de All Boys que los mandaba el doctor Turnes", precisa.

 

Cabe decir que con el tiempo el espíritu emprendedor de los Alcántara se iba a diversificar. Pusieron la Propaladora Ranquel, toda una novedad para Villa Tomás Mason, donde pasó más de uno que después se dedicó decididamente al periodismo. Pancho por su parte tuvo una casa importante de artículos del hogar, frente mismo a la estación, y fueron activos vecinos de la ciudad.

 

Maestra de labores.

 

En cuanto a Sara, antes de casarse con Barroso, hizo la primaria en la Escuela 2; y fue a la Escuela Profesional de Mujeres, donde aprendió Economía Doméstica "y zurcido invisible... Era buena haciendo eso: Una vez me llevaron el vestido de una soprano y quedó impecable; y en otra oportunidad un mantel finísimo de Casa de Gobierno que se había quemado y que me dijeron que tenía que quedar impecable... Y quedó como nuevo ¿Y sabés quién me llevó el trabajo? Federico Gonzani. ¿Te acordás quién era no?", se sonríe. Y cómo no recordarlo si fue un hito en la historia del crimen en nuestra provincia. Fue el funcionario que mató y descuartizó a su mujer en el año 1969.

 

Pero no sólo eso, porque Sara comenzó a trabajar en la lavandería de la Escuela Hogar, donde también le tocaba planchar. No obstante de a poco se fue acercando a la docencia para pasar a ser lo que conocíamos como la "Maestra Especial de Labores". Así fue docente por dos años en la escuela primaria de General Acha, donde iba todos los días de 8 a 16 horas en micro. Y también dio clases de actividades prácticas en la Escuela Normal de Santa Rosa y en otras escuelas.

 

Lolo, un personaje.

 

Con Lolo tuvo uno de esos matrimonios a la antigua. Muy familieros, cuidando de la educación de sus hijos, y Sara siempre como apoyo constante a todos... Barroso fue un personaje singular, un gran tipo, muy amiguero, que se hizo fanático del Club All Boys (aunque había tomado parte de la fundación de Argentino), donde luego de trabajar en el Ministerio de Agricultura pasaba muchas horas del día. Por supuesto eran clásicas las horas posteriores al almuerzo y muchas veces después de la cena la concurrencia a la confitería El Centenario. Un lugar de encuentro de una muchachada sana donde no faltaban el billar, las barajas, el ajedrez y el café... o una buena copa de alguna bebida espirituosa. Dicen que en el sótano (a escondidas de los ojos de la policía) también rodaban sobre el paño verde los dados, en partidas de "pase inglés" en las que se hacían apuestas que, obviamente, estaban prohibidas.

 

Un gol de All Boys, una bomba.

 

Lolo Barroso era un tipo singular y creativo. "Había ideado un sistema para que en la sede del Club, en el centro de la ciudad, se enteraran cuando All Boys hacía un gol... Cada gol hacía explotar con un mortero una bomba... con el estruendo todos se enteraban que All Boys estaba ganando", rememora.

 

Y la verdad es que era un buen tipo, y muy querido, "El Cabezón" Barroso, y fue muy dura su partida el 31 de diciembre de 1978. "Tu mamá (me dice Sara) fue la primera persona que vino a saludarme cuando falleció... y eso se agradece porque nos conocíamos mucho como familia", completa.

 

Motivos para vivir.

 

Se la nota y se la ve contenta a Sara. "Es que estoy recontra bien acá... me visitan mis hijas, mis nietos. Estoy todo el día ocupada y no me aburro nunca. Y además algunas veces salgo, voy hasta Toay, me llevan y me traen...".

 

Cuenta con alegría que una de las actividades que más le gustan tiene que ver con cantar. "Aquí tengo un amigo, César, que es muy memorioso, se acuerda de todas las letras y lo sigo a él... me encanta la música, y me gusta bailar el tango", ratifica.

 

Después de la charla me queda lugar para algunas reflexiones. Y caigo en la cuenta que a veces solemos encontrarnos con personas que -a determinada edad- no saben muy bien qué hacer con sus horas; que no encuentran motivos para seguir gozando de la vida. Pero también hay otras que, como Sara, de alguna manera nos demuestran que es posible llegar a grande y seguir disfrutando del transcurrir de los días. Aunque a veces, cabe admitir, cueste un poquito más...

 

De viaje por el mundo.

 

Conversa con placer y disfruta de recorrer aspectos de su vida. De todos modos Sara no puede evitar asombrarse de esta Santa Rosa. "Te imaginás... la vi crecer, porque llegué aquí en 1935 y era un caserío, muchos baldíos, pocas calles asfaltadas... y pude ver toda su transformación. Cuando me llevan a pasear y recorro las calles, la Roque Sáenz Peña, la Avenida Palacios voy mirando para todos lados porque no lo puede creer. Está hermosa la ciudad", pondera.

 

Sara, a partir de la música -pero también por su cuenta- se dio el gusto de recorrer buena parte de Europa, que no cualquiera... "Con el coro Médanos y Luna, y de la mano de Alberto Carpio, pudimos conocer buena parte de España e Italia, e incluso estuvimos en la casa de Alberto Cortez en Madrid", se ufana.

 

Pero además, en otra oportunidad, con una de sus hijas, Ana María, pudo andar buena parte de Europa. "Sí, y también estuve en África... y en Chile", agrega. Y sigue: "Fue una terrible alegría cuando en Málaga pude llegar a lo que fue la casa de mi padre", dice satisfecha.

 

Le comento que me llama la atención que no abandona el celular para nada, y responde: "Es que por aquí me entero de todo... escribo mensajes, mando y recibo fotos... está muy bueno esto", señala ratificando que la tecnología no la arredra para nada. "Estoy informada de todo, y te cuento que cada día estoy conectada con Radio Noticias", completa.

 

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