El barrio Malvinas, cada vez peor
(General Pico) - El barrio "Malvinas", conocido por sus edificios color rojo ladrillo, muestra el paso del tiempo pero también tiene un marcado contraste con el "Malvinas II" o amarillo: está muy sucio y sus construcciones muestran un estado más precario.
A pesar de que son edificaciones que tienen poco tiempo de diferencia, porque el primero fue inaugurado unos años antes, el factor principal es que el sector rojo es considerado como un "barrio privado" y carece del mantenimiento estatal. Una caminata por la peatonal "Dos de Abril", de este a oeste, muestra las dos realidades. El Malvinas I con sus edificios de paredes agrietadas, canales de desagüe con botellas vacías, bolsas plásticas y piedras, pequeñas plazoletas con terrenos irregulares y juegos reducidos a pocos caños despintados y excremento de perros disperso entre las calles internas. Además, hay casas que parecen abandonadas, y las líneas telefónicas y del canal de televisión surcan el cielo desordenadas y literalmente apiñadas sobre las columnas.
Por el contrario, los departamentos amarillos fueron pintados y reparados hace un tiempo, y allí los pasajes están limpios y el pasto cortado.
Un barrio privado.
El Malvinas rojo comenzó a poblarse hace 29 años, en 1982. Esas viviendas están bajo la Ley 13512, del Régimen Legal de la Propiedad Horizontal; son como un "barrio privado" y no hay intervención del Estado para mantener la forestación, reparar los pasajes internos ni hacer la recolección de basura.
El mantenimiento público, no de cada departamento, depende de un consorcio y por lo tanto de la contribución de cada vecino. La última Comisión Directiva asumió el 14 de septiembre de 2009 y un año después sus autoridades ya informaban que la mitad de sus 460 contribuyentes no pagaba las expensas. El monto establecido para esa contribución, similar a la tasa municipal del resto de los piquenses, ronda los 70 pesos. Ese dinero es el que debe recaudar el consorcio para realizar mejoras en el barrio y cumplir con la contratación de empleados de maestranza.
Un vecino del Malvinas I explicó que antes había cuatro personas para las tareas de limpieza, pero ahora el número se redujo a la mitad. Además, un trascendido indicó que estaban atrasados dos meses en el cobro de sus sueldos.
Por otro lado hay que considerar la colaboración de quienes viven allí. A simple vista se diferencian las casas bien cuidadas, cuyos dueños se ocupan de limpiar las veredas. Sin embargo, un habitante del barrio contó que algunas personas tiran basura desde el primer y segundo pisos o utilizan los pasajes internos del barrio para hacer asados al aire libre. Muchos de los ocupantes no son dueños del inmueble, sino inquilinos, y no están interesados en hacer refacciones.
El consorcio debe hacer que los vecinos respeten las reglas de convivencia, establecidas en el estatuto del barrio, de manera voluntaria. Entre las normas figuran no tener mascotas, no causar ruidos molestos, tirar la basura por el tubo de desperdicios para que sea luego retirada por el personal de maestranza y otros detalles para mantener el orden. Pero ante el incumplimiento de esas pautas no se puede aplicar una sanción, no hay multas ni acciones que puedan obligar a la persona a hacerse responsable.
Durante el año 2010 la Comisión Directiva del consorcio le reclamó a las autoridades municipales que tomaran intervención para "vivir con dignidad". Sin embargo el barrio sigue con problemas edilicios y las condiciones de higiene y salubridad son cada vez peores.
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