Juan Carr: la historia del argentino solidario
Optimismo, coherencia y una mirada de convencida esperanza definen a Juan Carr, el fundador de Red Solidaria y candidato al Premio Nóbel de la Paz, junto al vocalista de la banda irlandesa U2, Bono Vox, y al ex vicepresidente estadounidense durante el mandato de Bill Clinton, Al Gore. En una extensa entrevista, Carr habló con LA ARENA y repasó las tareas actuales de la red en el país, las campañas para terminar con el hambre y el frío, y las sensaciones que experimenta tras ser nominado por quinta vez al Nóbel de la Paz.
"Es una nominación comunitaria y lo celebro, siempre que alguien te reconoce significa una caricia y uno lo recibe muy bien pero, sobre todo, con absoluta serenidad", expresó el veterinario de 50 años. Para el activista social, existe una particularidad en la nominación que no es tan personal sino que, de alguna manera, rescata el movimiento solidario y organizado de Argentina en situaciones complejas. "En el escrito de la Unesco, me manifiestan que se valora el movimiento solidario que tiene nuestro país en la actualidad", amplió.
Según el fundador de la Red Solidaria, "ser nominado al Nobel de la Paz no te cambia pero puede significar una palmada y de lo que somos como pueblo, por lo que tenemos que seguir con nuestra marcha".
La Pampa.
Carr está al frente de la Red Solidaria desde hace 17 años. Desde que comenzó en 1995, junto a su esposa y un grupo de amigos a iniciar su idea de generar una ONG apolítica y social para mejorar la calidad de vida de los más necesitados, encabezó decenas de campañas solidarias por todo el país y el mundo. La Red Solidaria actualmente
recibe un promedio de cien llamadas diarias que se triplican durante las emergencias.
-¿Cómo está Red Solidaria hoy?
-Muy bien. Actualmente, está al frente, como titular, Manuel Lozano, que es un joven excepcional. Estamos muy contentos por todo lo que está ocurriendo en nuestro país y, a su vez, de poder expandir nuestra solidaridad a otros lugares del mundo. Hoy tenemos más de 70 redes por toda Argentina, ese es nuestro esquema, y yo me estoy encargando de desarrollar la tarea internacional. Hace diez años que estamos en Paraguay, Uruguay, Chile, España, Estados Unidos y Japón, y la idea es empezar a trabajar en los países más pobres de África. Allí, estoy tratando de consolidar algo más fuerte y frecuente pero es un inicio.
-¿Cuál es su visión sobre la tarea social y solidaria en La Pampa?
-Nosotros llamamos a esa provincia el corazón de la Argentina. Quiero extender mi palabra de abrazo a una provincia tan comprometida con las causas sociales y que, para mi, es mágica por toda su llanura y su extensión. El trabajo que hace la red y todas las ONGs allí es muy importante ya que sabemos que existen, sobre todo en las ciudades más importantes, necesidades que hay que contemplar. A nosotros, sobre todo, nos interesa el modelo local, nos enriquece el federalismo en todas sus formas, que todo piensen igual en todos lados, que la cultura solidaria crezca y se difunda por todos lados para terminar con todas las necesidades.
Idealista.
Desde los nueve años, cuando ingresó a un grupo de Scout, Juan descubrió su vocación por ayudar a los marginados.
En 1980, cuando ingresó a la Facultad de Veterinaria, se acercó a profesores y personas con su misma intención: terminar con el hambre en el mundo. Y la vida, con el correr de los años, lo contemplaría como un activista que supo vivir de acuerdo a sus ideas y a sus misiones cotidianas por cambiar, aunque sea un poco, la vida de un amplio espectro de personas que sufren por diversas causas.
-¿Se puede cambiar el mundo?
-Cuando uno es chico, los mayores te dicen que sos idealista y que, con el paso del tiempo y los golpes de la vida, uno va a cambiar de opinión. La verdad es que, en mi caso, pasó todo lo contrario, mi convicción se hizo cada vez más fuerte, estoy más fortalecido y convencido por modificar, aunque sea un poco, la vida de los demás y con actos pequeños. Seguro que es posible cambiar el mundo, tengo una visión optimista que si todos lo tratamos de hacer posible, la haremos.
La Pampa reposa permanentemente en el relato de Juan. Entre recuerdos que le quedan en su mente, tras haber pasado alguna vez por estas llanuras, dijo que cualquier pampeano que plante un chañar en una laguna pampeana está cambiando el mundo a su manera. No es una cuestión mágica, yo sufro la realidad, no soy un nerd ni un naif, pero quiero transformar la realidad lentamente.
-¿Cuales son los problemas latentes en su mente?
-El hambre en el mundo, la soledad de los ancianos, los jóvenes que se quitan la vida, la gente que espera un transplante de órgano, de sangre o de médula ósea, los chicos que viajan en motos sin cascos.
Durante la entrevista, Juan se disculpa por hablar demasiado. Una actitud de honesta humildad de un hombre que actúa y actuó de acuerdo con sus principios y que encendió una llama expandida en una gran cantidad de voluntarios que hoy recorren las calles del país intentando, con mucho o con poco, mejorar la vida de aquellos que más lo necesitan.
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