Murga en la feria de la escuela Nº 12
(General Pico) - Un Taller de Percusión logra que los niños del barrio El Molino se levanten temprano cada sábado para desayunar juntos en las instalaciones de la Escuela Nº 12 y dedicarse a la música. De todos los que concurren, son unos 20 los alumnos que forman el grupo, y además de aprender sobre ritmos e instrumentos incorporan valores y normas de convivencia.
Juan tiene once años y en marzo comenzó a asistir al taller. Según su propia definición él toca "el zurdo", y así se refiere a un bombo de medio metro de alto con el cual estuvo produciendo sonidos rítmicos por varios minutos. Frente a sus compañeros, a los alumnos del nivel primario e inicial, a los docentes y todos los que visitaron la escuela, hicieron un breve show de percusión y fue una fiel vidriera de lo que vienen aprendiendo durante este año.
Juan dice que no le da vergüenza tocar en público y que a él le gusta escuchar reggaeton. Mauro Baigorria es el tallerista que este año se ocupó de la "batucada" y afirmó que los resultados son "buenísimos". Ayer dirigió a los niños en medio de un pequeño concierto a fuerza de redoblantes y bombos, en un espacio lleno de los proyectos educativos que la Escuela Nº 12 ya está preparando para la Feria de Ciencias.
"Buenos frutos".
Cada sábado las puertas del colegio se abren a las 9. Hasta allí llegan casi 100 chicos del barrio que primero desayunan y luego cada uno se dirige hacia su taller. Las opciones, para los estudiantes de nivel primario, son baile, artes visuales y la "batucada".
Para la práctica quizás sólo se llega a dedicar una hora y media, pero ese tiempo sirvió para lograr "buenos frutos", dijo Baigorria. La propuesta de percusión, a través del Centro de Apoyo Escolar (CAE), comenzó hace tres años. El profesor que dictó el taller durante los períodos lectivos 2010 y 2011 comenzó con instrumentos improvisados, caseros, y muy diferentes de los que ahora pueden usar los niños.
No se trata sólo de música, aseguró Baigorria, todos los talleristas y colaboradores usan este espacio como una forma para enseñar a los alumnos valores como el respeto, hábitos de higiene personal y otras cosas que son importantes para la vida diaria de los menores. Por ejemplo, lograr la atención de los niños y que hagan un silencio dentro del ritmo o que escuchen a sus compañeros mientras tocan, ya es una forma de inculcar disciplina. Así "los chicos cambian", aseguró Baigorria. Esa es la finalidad de los talleres: contener a los menores a través de una actividad que les gusta y tratar de que tengan un lugar alternativo a la calle. Todos los que asisten lo hacen de manera voluntaria y permanecen por un compromiso que asumen de manera personal.
"El barrio El Molino es un muy buen semillero para la batucada", comentó entusiasmado el tallerista.
La Escuela Nº 12 mostró ayer, durante todo el día, los proyectos que se llevan a cabo desde el 1º año hasta 6º año. Con puestos sobre confección de juegos de mesa, el kiosco saludable, alternativas para aprender matemáticas a través de recetas de cocina y "dados mágicos", actividades de campamento, reutilización de bolsas plásticas, juguetes realizados con basura y otras propuestas que los chicos trabajaron.
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