La historia da cuenta de una jerarquía de traición
Puesto a buscar referencias sobre traición y traidores, revolviendo en las fuentes habituales y en especial en esa fuente familiar, sí que íntima, llamada memoria, he advertido que no existe un tipo único y que las varias formas que ha tomado la traición en la historia tienden a ordenarse jerárquicamente.
El 23 de abril de 1369 ocurrió la Tragedia de Montiel, en Castilla. Hubo allí una y posiblemente dos traiciones. Había un rey, Pedro I, sujeto de inenarrable crueldad, y había un hermano bastardo del rey, llamado entonces Enrique de Trastámara. Enrique había mostrado sus pretensiones de librarse de su hermano, pero Pedro lo venció una y otra vez. Enrique lo invitó a su tienda, en el mismo Campo de Montiel, para buscar un acuerdo fraterno. Aceptó Pedro. Una vez solos, en la tienda de Enrique, éste le fue encima con ánimo de matarlo, pero Pedro reaccionó con eficacia. Lucharon, salieron de la tienda y Pedro cayó sobre Enrique, de modo que sólo tenía que clavarle el cuchillo. Se disponía a hacerlo, pero estaba ahí un lugarteniente de Enrique que tomó a Pedro de las piernas y lo dio vuelta. Ya arriba, fue Enrique quien le dio muerte. Es evidente que Enrique (desde entonces conocido como Enrique II, pues se hizo rey) cometió traición, contra el hermano y en su propio campo y tienda. Una tradición quiere que el lugarteniente tan oportuno fuese un mercenario francés, Beltrán du Guesclin (o Duguesclin), quien había sido traído a España por el propio Pedro I. La tradición también quiere que ese lugarteniente dijese ahí, en el momento de cambiar la posición de los cuerpos, aquello de: "No quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor". Incumplía pautas de caballería y era leal a su jefe del momento.
Algún lector del Quijote podrá recordar que el hidalgo de la Mancha inició su aventura en esos Campos de Montiel, casi dos siglos y medio después de la Tragedia.
Un Bruto para César
El asesinato de Julio César en el Senado romano suele ser vinculado con la palabra traición. Sabido es que César, ya cargado de glorias militares y también como historiador, fue sospechado de que buscaba poner fin a la república e iniciar un imperio para poner bajo una jurisdicción única los vastos territorios que habían estado ganando las legiones romanas. Esto fue considerado una traición por los leales de la república, entre los cuales se contaba Marco Junio Bruto.
Según la versión de Suetonio, las últimas palabras de César fueron: "Tu quoque, Bruto, filii mei! (¡Tú también, Bruto, hijo mío!) Shakespeare las cambió ligeramente. César dice. "Et tu, Bruto? (¿También tú, Bruto?). Para el severo Plutarco, César no dijo nada, pero se cubrió la cabeza al ver a Bruto entre los agresores.
No es seguro que Bruto fuese un hijo bastardo de Julio César, pero se sabe que Bruto nació por el tiempo en que César visitaba a la que fue madre del conspirador. César lo distinguió siempre y le reservó un sitio en su testamento. No se sabe si el republicano Bruto se reconocía como su hijo. El asesinato en el Senado queda oscilando entre la traición y la tragedia.
No basta con querer
Un enfoque del tema de la traición hace una observación que merece conocerse. Dice que hay traición si el acto considerado tal fue ejecutado por alguien que estuvo larga, profunda y confiada vinculación con la víctima. Borges imaginó que el traidor a la revolución era su propio inspirador y líder. O sea alguien que, a falta del otro, debió duplicarse en héroe y traidor.
Un analista de los medios trajo el recuerdo de una película sobre Salvatore Giuliano, el bandolero siciliano. En una escena, Salvatore anuncia a sus compañeros que hay un traidor y que será traicionado. Es más, les da el nombre del traidor, que no es otro que su viejo amigo y compañero leal. -Si es tu amigo y camarada de siempre no puede traicionarte, le dicen. Pero, Salvatore responde: -Precisamente, puede traicionarme porque es mi amigo. A partir de la referencia a esa película, el analista decía que Cobos no puede ser llamado traidor, porque no era amigo ni camarada de Kirchner, sino un aliado circunstancial.
Hay, pues, traidores y traidores, traiciones y traiciones. Traición es falta a la debida fidelidad, pero... "El primer deber del hombre es defender el pellejo", recuerda Fierro. Otros pondrán primero en el orden de sus fidelidades la carrera, la posición, la familia, la cartera.
JOTAVE
Artículos relacionados