Domingo 22 de junio 2025

Barack Obama no merecía el suyo y para otros hay que dárselo a Fidel Castro

Redacción 24/12/2009 - 01.24.hs

Palabras y hechos producidos por el presidente estadounidense antes y durante la recepción del Nóbel de la Paz generaron más polémica. Los socialistas de Venezuela piden que le quiten la distinción.
EMILIO MARÍN
El 9 de octubre pasado Barack Obama fue formalmente anoticiado desde Oslo, Noruega, de que había sido premiado con el Nóbel de la Paz, una distinción que al igual que las referidas a Literatura, Medicina, Química y Economía se entregan anualmente (en Oslo la de la paz, en Estocolmo las demás).
Muchos observadores dijeron que el inquilino de la Casa Blanca ya sabía con bastante antelación tal novedad, puesta en conocimiento del gran público en esa fecha.
Ya en ese momento, incluso para los norteamericanos, tal premiación no estaba justificada pues el mandatario no había cumplido nueve meses de gestión, donde alternó muchas malas con unas pocas regulares, para ser benignos. En su trabajo anterior como senador, y aún antes como trabajador social y abogado en Chicago, podía haber acumulado algunos puntos, pero seguramente había en el mundo millones de personas con mejores antecedentes respecto a ese período de su vida.
La decisión en Oslo fue política, como políticos son estos premios, a diferencia de los referidos a otras disciplinas, que suelen serlo en menor medida salvo el de Literatura. Este también fue politizado a lo largo de todos los años transcurridos desde 1901, cuando se iniciaron estas ceremonias, luego que el inventor de la dinamita -Alfred Nobel- donara por testamento las ganancias de la patente privada del explosivo y financiara tales premiaciones.
En el resto del mundo, los porcentajes de aceptación sobre los méritos del afroamericano para hacerse del premio fueron aún más bajos que en su territorio. En Irak y Afganistán no hubo sondeos de opinión pero es obvio cuál habría sido el resultado...
El premio fue recibido por el jefe de Estado el 11 de diciembre pero diez días antes, en la academia militar de West Point, pronunció un discurso a las tropas y al país donde dejó en ridículo al Comité de Oslo. Es que defendió la guerra en Afganistán y ratificó que enviará a ese frente 30.000 soldados más, tal como lo había solicitado el comandante Stanley McChrystal. Actualmente hay 83.000 efectivos de toda la coalición de la ISAF, que con aquellos refuerzos y los 5.000 comprometidos por aliados europeos, etc, llegarán a más de 120.000 soldados.
Ovacionado por la máquina de aniquilar del Pentágono, Obama no vio contradicción alguna entre esa política y emprender viaje a Oslo. Al recibir la medalla y el diploma del titular del comité, Thorbjorn Jagland, hizo un speech donde reivindicó su accionar en Afganistán e Irak con el argumento de que "a veces la guerra está justificada".
El premiado no se limitó a eso. Dijo ser responsable "del despliegue de miles de jóvenes que lucharán en un país lejano, algunos matarán, otros serán matados". Olvidó decir que matarán a muchas más personas que las bajas propias que tendrán en ese escenario. Hasta ahora han muerto centenares de miles de afganos, básicamente civiles, y 900 soldados invasores.

 

Las quejas.
Las actitudes de Obama, sus discursos y la continuidad de su política belicista en dos países asiáticos, despertaron mucha oposición dentro y fuera de Estados Unidos.
Al interior, y en vísperas de su mensaje de West Point, el reconocido documentalista Michael Moore le mandó una carta abierta donde le exigía abandonar esa estrategia para no terminar de defraudar a los ciudadanos. "¿Qué haría Martin Luther King Jr.? ¿Qué haría su abuela? No enviar más pobres a asesinar otros pobres que no representar ninguna amenaza, eso es lo que harían. No gastar miles de millones de dólares para sufragar guerras cuando hay niños durmiendo en las calles y en las colas para el pan", escribió Moore, para advertirle a Obama que de lo contrario terminaría siendo "Nóbel de la paz, presidente de la Guerra".
A nivel internacional arreciaron los cuestionamientos, incluso por aspectos laterales; como ser, el afroamericano no dijo que donaría el 1.5 millón de dólares del premio, aunque quizás lo haga más adelante. También le objetaron en Noruega la descortesía de no haber participado del tradicional almuerzo de todos los premiados con el rey Harald V de Noruega.
Casi sin solución de continuidad el presidente siguió viaje a Copenhague, adonde llevó las posturas más polémicas en relación al cambio climático, siendo objetado por el Grupo de los 77 más China. El poco prestigio del flamante Nobel empezó a marchitarse ya en diciembre.
En Caracas la dirigencia del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), empezó una campaña pidiendo fuera revocado el premio a Obama. En especial dirigió un llamamiento a quienes con anterioridad recibieron similar distinción, casos de James Carter, Nelson Mandela y Rigoberta Menchú, entre otros, para que encabecen la movida ante Oslo. "¿Cómo van a lucir un premio que han ganado por sus actividades en favor del ecologismo, de políticas de paz, junto a este señor que es un garante de la guerra?", se interrogó la portavoz socialista, Jaqueline Farías.
Es muy difícil que tal propuesta sea aceptada en Noruega porque no se conocen casos de revocatoria; sí de personalidades que fueron premiadas pero que por una u otra razón no se presentaron a recibir el premio. Así ocurrió en 1964 con el filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre, y unos años más tarde, 1958, con el escritor soviético Boris Pasternak, en Literatura. Sartre fundamentó su rechazo diciendo: "en la actual situación, el Nóbel es otorgado objetivamente a los escritores de Occidente o a los rebeldes del Este".

 

¿Fidel Nóbel?
En definitiva, la adjudicación de los Nóbel ha estado recorrida por agudas polémicas, generalmente por el manejo político de la distinción pacifista y también por las premiaciones en las otras disciplinas. El caso Obama ha puesto en el centro de la discusión la referida a la paz.
El anuncio de esa premiación, como quedó dicho, fue el 9 de octubre. Tres días más tarde, en el IX Encuentro Nacional de Solidaridad Argentina con Cuba, realizado en Santiago del Estero, se mocionó a Fidel Castro para Nóbel de la Paz 2010.
Los promotores de la iniciativa, que puede consultarse en www.fidelnobeldelapaz.blogspot.com consideran que el abogado Fidel Castro Ruz cuenta con los méritos suficientes porque ha hecho notables contribuciones a la salud y educación del soberano, en su país y el planeta, así como al cuidado del medio ambiente.
Recuerdan que "con el método cubano ´Yo sí puedo´ se han alfabetizado 4 millones de personas, y con el programa oftalmológico ´Operación Milagro´ se ha operado 1.6 millón de personas, en ambos casos, gratuitamente. La mayoría de los beneficiados son de condición humilde y eran los habitantes "descartables" para el mundo injusto de las multinacionales y banqueros".
Respecto a la ecología, los que mocionan al cubano recuerdan sus discursos en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (Eco-Río, de junio de 1992), cuando reclamó en forma temprana para que los países desarrollados dejaran de desertificar la tierra, envenenar los ríos y contaminar los mares.
Entre los firmantes de la iniciativa hay varios miles de ciudadanos de 50 países y algunos son importantes para los argentinos, como Silvio Rodríguez y Amaury Pérez, trovadores cubanos. Han suscripto también Hebe Bonafini y Nora Cortiñas, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo y de Madres línea Fundadora, respectivamente; Martín Almada, Premio Nóbel Alternativo de la Paz 2002, del Comité Ejecutivo de la Asociación Americana de Juristas (AAAJ); Stella Calloni, periodista y escritora; Eduardo Macaluse, diputado nacional; María Elena Naddeo, legisladora porteña; Cristina Romano, legisladora de Jujuy; Carlos O. Della Védova, Dr. en Química (Argentina) y Decano de la Facultad de Ciencias Exactas - UNLP, y muchos más.
Entre los firmantes del exterior se destacan Xiomara Hortensia Castro desde Honduras, esposa del presidente constitucional Manuel Zelaya, Saúl I. Landau autor y cineasta estadounidense y numerosos profesores y catedráticos de Cuba, Estados Unidos, Canadá, España, Suiza y países latinoamericanos.
Se conoce que Fidel Castro es muy reacio a los premios y distinciones, pero quienes están llevando adelante esta campaña de firmas sostienen que no sería algo exclusivamente personal. Con el Nóbel querrían premiar también a los 11 millones de cubanos que han hecho aquellos aportes a la salud y la educación mundial en condiciones de un bloqueo inclemente de Estados Unidos, prorrogado por Obama, que la ONU ha rechazado en dieciocho ocasiones consecutivas.
Después de premiar injustamente al presidente que hizo aprobar el 19 del corriente un presupuesto militar de 636.000 millones de dólares, el Comité de Oslo tendrá que buscar muy buenas razones para dejar de lado al cubano.

 


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