La estupidez también
Estaba cantado que iba a ocurrir. Finalmente los fanáticos de las picadas ya tienen las víctimas a quien idolatrar. No fue en Santa Rosa a pesar de que las probabilidades aquí son mayores por el alto número de irresponsables que se lanzan sobre sus motos a toda velocidad. Fue en Ingeniero Luiggi, donde dos adolescentes terminaron heridos, uno de ellos con quebraduras de gravedad, a causa de correr una picada por las calles de la localidad cuando el alumbrado público se encontraba apagado.
Cabe perfectamente aplicarle a este caso la expresión habitual: "todo mal". Motos corriendo a alta velocidad en plena zona urbana conducidas por dos chicos de 15 y 16 años en horas de la noche; bajo las peores condiciones de visibilidad por encontrarse las farolas del alumbrado sin energía. Hasta faltó el gesto de solidaridad que sería aguardable en esta cofradía que rinde culto a la necedad, ya que luego del accidente uno de los adolescentes se escapó -se "borró"-, abandonando a su compañero que debió ser socorrido por la policía y trasladado de urgencia al hospital.
Ahora el joven herido deberá permanecer en reposo hasta que su clavícula se reponga: perderá semanas de clases -si va al colegio-, o de trabajo -si lo tiene-. Le regaló un gran disgusto a su familia y casi seguro consecuencias económicas. El Estado también tendrá que afrontar gastos por la intervención quirúrgica y la internación hasta lograr la cura.
Es decir, fue todo a pérdida. ¿Es posible que los protagonistas de esta locura sobre ruedas no se den cuenta del grado de estupidez al que han llegado, poniendo en peligro sus vidas y las de sus semejantes?
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