El piropo como el tango
Un vecino de Catriló, La Pampa, vive momentos de apuro por haber ensayado un piropo al paso de una jovencita por la vereda de su casa. El padre de la inspiradora de su galantería, apenas enterado fue en su búsqueda y hubo pelea con la derivación de denuncias.
Interesaría conocer entretelones del juicio, si el caso llega a sede judicial. El piropo es una variedad del requiebro, el cual consiste en lisonjear a una mujer alabando sus atractivos. Puede ser también una forma de adulación. El piropo tuvo su época y decayó en la segunda parte del pasado siglo. Ahora lo sustituye la procacidad, el propósito de zaherir o responde a la intención de sondear la disposición de la destinataria para establecer cierto tipo de relación. Hay largos ensayos sobre esta forma verbal de propiciar acercamientos o de expresar, como sucede en casos, la admiración espontánea e indisimulable que genera una presencia grata a los ojos. Los machistas sostienen (con su habitual abuso) que ellas lo provocan y, luego, reaccionan según de quien venga.
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