Martes 22 de julio 2025

Se inauguró en Córdoba un Espacio para la Memoria y la Reflexión

Redacción 25/03/2009 - 02.01.hs

El centro clandestino de detención "La Perla" que funcionó durante la dictadura en la provincia de Córdoba, fue inaugurado ayer como Espacio para la Memoria, en una ceremonia que reunió a sobrevivientes, familiares de víctimas, militantes y funcionarios.
IRINA SANTESTEBAN
En la provincia de Córdoba, la represión de la dictadura militar videlista fue extremadamente dura. Es que los generales procesistas se proponían aniquilar lo que ellos llamaban la "subversión apátrida", en un territorio donde el sindicalismo combativo, el estudiantado rebelde y las organizaciones revolucionarias, constituían un peligro para la implementación del plan económico devastador que venía a instaurar el terrorismo de Estado.
Los centros clandestinos de detención (CCD) que funcionaron en Córdoba fueron: el Departamento II de Informaciones de la Policía provincial (conocido como D 2 y que funcionara en el Cabildo, frente a la Plaza San Martín, hoy también recuperado por la Comisión Provincial de la Memoria); el campo "La Ribera"; "La Perla"; el centro "Malagueño" o "Perla Chica"; la casa de "Hidráulica"; el "Embudo" (ubicado cerca del dique San Roque); la comisaría de Unquillo; la subcomisaría de Salsipuedes; entre otros.

 

Una perla.
"La Perla" fue el CCD más grande, no sólo por la cantidad de detenidos que pasaron por allí (se calculan que fueron más de dos mil personas), sino porque era el centro de la estructura represiva planificada y organizada desde el Tercer Cuerpo de Ejército, que tenía el control de la represión en diez provincias del país. El entonces comandante del Tercer Cuerpo era el hoy ex general Luciano Benjamín Menéndez, condenado a reclusión perpetua en la cárcel de Bower, a 15 kilómetros al sur de la capital cordobesa.
La Perla comenzó a funcionar antes del 24 de marzo de 1976 y fue cerrado a principios de 1979. En sus cuadras y dependencias, se agolpaban centenares de jóvenes militantes, mujeres embarazadas, sindicalistas como René Salamanca (Smata) y Tomás Di Toffino (Luz y Fuerza), adolescentes como Diego Hunziker (estudiante del Colegio Monserrat), etc.
Bajo el control del Tercer Cuerpo funcionaba también el Destacamento de Inteligencia 141 "General Iribarren", cuyo antiguo edificio fue reconstruido y hoy es la Ciudad de las Artes, donde funcionan cinco escuelas terciarias provinciales (danza, música, teatro, cerámica y artes aplicadas).

 

Muy organizados.
Este destacamento tenía cuatro secciones: Política, Grupo de Calle, Operaciones Especiales y Logística. La primera sistematizaba la información que provenía principalmente de los interrogatorios bajo tortura de los CCD y de otras fuentes (informantes). Así se identificaba a los futuros "blancos" de los secuestros. La segunda sección -"grupos de calle"- se encargaban de investigar esa información y obtener otra nueva, estando bajo su mando los "informantes", quienes se infiltraban en diferentes ámbitos (estudiantiles, políticos, sindicales, fabriles, religiosos, etc.). La tercera sección ("operaciones especiales") se encargaba de los secuestros, torturas, fusilamientos, asesinatos y los llamados "operativos ventiladores", que eran enfrentamientos fraguados donde en realidad se asesinaba a gente que había sido secuestrada con vida.
Por último, la sección "Logística" se encargaba de pasar el parte diario de detenciones y otras novedades al comando del Tercer Cuerpo de Ejército, así como de proveer toda la infraestructura necesaria para el funcionamiento del aparato represivo.

 

Autoridades.
El acto de ayer contó con mucha presencia de funcionarios, tanto del ámbito nacional como del gobierno provincial. Entre éstos últimos, el vicegobernador Héctor Campana a cargo del Ejecutivo por encontrarse el gobernador Juan Schiaretti de vacaciones; el ministro de Justicia David Angulo; el secretario general de Gobierno, Ricardo Sosa; la presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Aída Tarditti, entre otros.
Estaban los abogados querellantes del juicio que terminó con la condena a Menéndez: Martín Fresneda (con ambos padres desaparecidos) y Claudio Orosz; la fiscal del mismo juicio, Graciela López de Filoñuk (muy aplaudida por la concurrencia); el viceintendente Carlos Vicente; el director de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba y ex preso político, Miguel Baronetto; las dos Abuelas de Plaza de Mayo de la filial Córdoba, Sonia Torres e Irma Molina y una multitud de militantes de sindicatos, agrupaciones políticas y sociales.
El primer orador fue el integrante de Hijos Córdoba, Emiliano Fessia, cuyo padre, Carlos Fessia fue uno de los detenidos desaparecidos de "La Perla", quien habló con emoción de la recuperación de este centro clandestino para convertirse en un espacio para la memoria y la reflexión. A su turno, el secretario de Derechos Humanos de la provincia, Raúl Sánchez, ex preso político, reivindicó la decisión política de Néstor Kirchner en 2004 y del actual gobernador Juan Schiaretti, de expropiar esta dependencia del Ejército, para abrirla al público y que se conozca lo que allí sucedió.

 

Contraste.
Finalizó el acto la integrante de Familiares de Desaparecidos, Emilia D'Ambra, con dos hijos desaparecidos, quien leyó el documento elaborado por la Comisión Provincial de la Memoria, el cual, a pesar de un sesgo general favorable al gobierno nacional, tuvo el mérito de meterse con la política actual y criticar a la Sociedad Rural, como cómplice entonces de la dictadura militar y actualmente fogonera de los cortes de ruta promovidos desde las entidades patronales del campo.
La jornada finalizó con el recorrido de los presentes por las dependencias del otrora campo de exterminio, y fue emotivo ver que en el mismo lugar donde antes hubo muerte y crueldad, ahora se mezclaban las corridas bulliciosas de los niños con el silencio y las lágrimas de familiares y sobrevivientes.
Al salir de "La Perla" se puede contemplar el hermoso paisaje de las sierras cordobesas, pues este centro se encuentra emplazado a la vera de la ruta provincial 20, en el camino que une Córdoba con Carlos Paz. Pensé que los desaparecidos que pasaron por este lugar nunca pudieron apreciar esas bellezas naturales, ni siquiera como consuelo en los intervalos de las sesiones de golpes y tortura, vendados como estaban. Pero me pareció que sus rostros, estampados en los muros, jóvenes y sonrientes algunos, serios otros, con sus nombres y apellidos ahora recuperados, miraban felices el paisaje.

 


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