Miércoles 21 de mayo 2025

Crisis: la codicia de los hombres rubios

Redacción 11/04/2009 - 03.22.hs

Tras la caída del mundo socialista, a fines de la década de los ochenta, el mundo entró en una etapa de euforia capitalista como no se había visto nunca. Una consecuencia inmediata fue el recrudecimiento del conservadurismo, especialmente en lo económico, al carecer del anterior contrapeso político que intentaba equilibrarlo. Sólo unos pocos países resistieron la avalancha que llegó a pregonar presuntuosamente "el fin de la historia" y quizás fue el gobernante de uno de ellos -Cuba- quien mejor lo expresó en un recordada metáfora: "Navegaremos en un mar de capitalismo".
Sin embargo, transcurrido apenas un cuarto de siglo, da la impresión de que las cosas están cambiando, que se avecina uno de aquellos "corsi e ricorsi" que atribuía al devenir histórico el pensador italiano Gianbatista Vico. En principio, el capitalismo aparece como incapaz de sostenerse a sí mismo y ha producido un desastre en su propia meca, los Estados Unidos, que han debido apelar a inmensos aportes del Estado -tan aborrecido por los economistas neoliberales- para sostener bancos y empresas, algo absolutamente inadmisible en la doctrina que defiende a rajatabla la "mano invisible del mercado" para solucionar todos los males del hombre.
Además, dando la razón a quienes afirman que el sistema no puede funcionar sin guerras, el propio imperio norteamericano no ha terminado de salir de un conflicto -Irak- cuando ya se está empantanando en otro: Afganistán. Simultáneamente algunos países en avance, como Irán, desafían al occidente en aras de su propio desarrollo mientras que una potencia emergente, China, amenaza con desplazar en un muy breve tiempo histórico la supremacía económica estadounidense.
Si hasta la misma América Latina, mirada como el patio trasero de los EE.UU., tras una trágica secuela de sangrientos dictadores ha accedido a un conjunto de gobernantes elegidos democráticamente y que no comulgan con el credo liberal que, dejando de lado diferencias menores, buscan la fuerza en la unidad.
Por otra parte ya es innegable que el sistema conspira seriamente contra la salud del planeta, donde ha cometido verdaderos desastres en cuanto a deforestación, extinción de especies y contaminación. El calentamiento global y el vertiginoso crecimiento de las áreas desérticas y semidesérticas son un buen ejemplo de una actitud negativa hacia la naturaleza.
Desde luego, no es para pensar que se avecinen en el corto plazo masivos movimientos hacia el socialismo, pero resulta evidente que a la gran humanidad el capitalismo como sistema de vida ya no la convence. Basta ver lo ocurrido estos días en Londres donde grandes multitudes de manifestantes se pronunciaron contra la reunión del G 20 con una consigna conmovedora: "Salven a los niños, no a los banqueros".
En medio de esta marea de síntomas, medidas y disimulos el presidente de Brasil, con ironía aportó claridad en aquella reunión mundial. "No olviden -dijo- que los responsables de esta crisis son hombres blancos, rubios y de ojos azules".

 


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