Por dos masacres y secuestros, Fujimori fue condenado penalmente en Lima
Luego que la Sala Penal dictara una sentencia unánime, la mayoría en Perú y de peruanos desparramados por el mundo festejaron la demorada acción de la justicia. Organismos de derechos humanos, entre los más felices.
EMILIO MARÍN
El genocida Alberto Fujimori gobernó entre 1990 y 2000 en Perú en parte porque fue electo con votos y luego porque apeló a un autogolpe de Estado y a interpretaciones torcidas de la ley, que le habilitaron un tercer mandato. Ha culminado su carrera política de la peor manera. El 7 de abril fue condenado a 25 años de cárcel, luego que una Sala Penal lo halló culpable, como autor mediato, de dos masacres y dos secuestros.
El fiscal José Peláez lo acusó de homicidio calificado, asesinato, bajo la circunstancia agravante de alevosía, lesiones graves y secuestro agravado. Y el tribunal presidido por César San Martín e integrado por los vocales Víctor Prado Saldarriaga y Hugo Príncipe Trujillo, entendió unánimemente que esos cargos habían sido probados.
Fujimori no estuvo en persona en la escena de los crímenes y secuestros, ni disparó ni enterró clandestinamente a las víctimas. Lo hizo por medio de integrantes del Ejército que en horario nocturno se sacaban el uniforme y actuaban como "escuadrón de la muerte". Era el "Grupo Colina", encuadrado en el Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE), que obedecía las órdenes de Fujimori y de su enlace con las Fuerzas Armadas, Vladimiro Montesinos, jefe de hecho del Servicio, y del general Nicolás de Bari Hermoza.
Esa era la cúpula de poder de los años de la "guerra sucia" contra las formaciones guerrilleras Sendero Luminoso y Movimiento Revolucionario Tupac Amaru. Hubo numerosas masacres en el escenario montañoso de Huancayo y Ayacucho, como así también en Lima y otras ciudades. El gobierno practicó el terrorismo de Estado contra los campesinos donde tenía mucha presencia la agrupación orientada por Abimael Guzmán. A partir de 1990 Sendero reforzó sus posiciones en los barrios humildes de Lima, de acuerdo al concepto maoísta de que, llegado un momento de acumulación de fuerzas, era posible "desde el campo rodear las ciudades".
Fujimori y los militares procedieron con la doctrina del Pentágono, recomendada para enfrentar guerrillas. Primero "quitar el agua para que el pez muera", lo que derivó en matar a campesinos bajo la acusación de pertenecer al senderismo. Segundo, hacer alguna atención médica o social en esos lugares, para adecentar la imagen de las Fuerzas Armadas y reclutar informantes. Tercero, formar "escuadrones de la muerte" para aniquilar los adversarios sin apego a ninguna legislación.
El ex mandatario peruano y Montesinos no hacían sino aplicar las enseñanzas de la norteamericana "Escuela de las Américas" y sus cursos antiinsurgentes. Miles de oficiales latinoamericanos han egresado de esa escuela y, coherente con ella, han dado golpes de Estado, secuestrado, torturado y asesinado. Perú no fue la excepción. Uno de los límites políticos del juicio contra Fujimori es que todo se personalizó en él, sin mostrar la ligazón de Washington con la tragedia peruana.
Autor mediato y cobarde.
Los casos fundamentales de la acusación fueron las masacres de Barrios Altos (1991) y de la Cantuta (1992). En la primera, una barriada muy humilde, unos veinte pobladores se habían reunido para comer unos pollos, mientras reparaban una vivienda. Para "Colina" era una asamblea senderista, de modo que los secuestraron y fusilaron en una plaza de las inmediaciones. Allí había dependencias policiales pero tenían "zona libre". Quince personas murieron y cuatro fueron gravemente heridos.
La Cantuta es una universidad formadora de maestros y por su fama contestataria tenía una unidad del ejército acampada allí. En julio de 1992 llegó el grupo "Colina", secuestró en un extremo de la universidad a un docente y en el otro, a seis cuadras, a 9 estudiantes de Facultades de Tecnología, Pedagogía, Ciencias y Humanidades. Los asesinos se llevaron su carga humana sin ser molestados por la unidad militar que vigilaba la casa de estudios. Luego fusiló al profesor y los estudiantes, y los enterró clandestinamente.
El condenado esta semana ordenó esos operativos, recibió la información sobre sus resultados y, lo que fue determinante en la consideración del tribunal, ascendió en sus cargos a los integrantes de "Colina". Más aún, cuando surgieron las primeras denuncias contra Montesinos y el SIE, el presidente los blindó para que la justicia no pudiera investigar y menos enjuiciar al jefe de los espías.
En esos años no había magistrados dispuestos a tomar esa "brasa caliente". Es que Fujimori había dado un golpe de Estado en abril de 1992, disuelto el Congreso e intervenido el Poder Judicial. Ningún juez pidió el expediente Barrios Altos ni el de los estudiantes. El presidente tenía la suma del poder público, compraba a casi todos los medios de comunicación y, con los dineros reservados, también adquiría a los políticos de la oposición (grabando en videos la operación, con fines de chantaje). En tren de adquisiciones, hasta tuvo a su lado a una chilena ex miss Universo, la misma que después se casó con su colega argentino de entonces.
La Sala Penal acusó a Fujimori de los cargos ya mencionados, en la forma de "autor mediato". Esta figura fue empleada por la Cámara Federal de la Capital Federal que condenó en Argentina al ex dictador Jorge R. Videla y otros ex comandantes. Estos elaboraron los planes del genocidio y dieron las órdenes, pero no estuvieron a cargo personalmente de la comisión de esos aberrantes delitos. También en esto el golpista peruano tuvo su punto en común con los dictadores argentinos. En un aspecto lo suyo fue peor, porque argumentó que no conocía los hechos que se le imputaban, derivando toda la responsabilidad a los integrantes de "Colina".
¿Cuánto tiempo preso?
El fallo fue celebrado por la mayoría de los peruanos. Las encuestas arrojaron un 64 por ciento que considera a Fujimori responsable de los delitos, contra un 25 por ciento que lo defiende. En este último rubro están los que admiten que esos crímenes ocurrieron pero justifican a quien los libró de "los terrucos" (terroristas).
Alguien que no habló casi del juicio, ni antes ni después del fallo, fue el actual jefe de Estado, Alan García. Sin embargo un argumento utilizado por Fujimori durante el juicio lo obligó a hacer un descargo. Este argumentó que había procedido igual que García en la matanza de presos senderistas en 1986 en las cárceles de El Frontón y Lurigancho. El aludido dijo que la diferencia entre su conducta y la de Fujimori radicaba en que él "no rompió con la democracia".
Sin duda un razonamiento endeble, porque querría decir que uno puede masacrar a centenares de presos políticos y ser inimputable si se mantiene dentro de la formalidad democrática. Habrá que ver qué dicen los jueces luego de que García complete en 2011 su mandato.
Las miradas estaban posadas sobre el presidente no sólo por esos dichos de Fujimori. El interés también tenía que ver con que García ganó el ballotage gracias al apoyo de Fujimori y su movimiento político que ahora preside su hija Keiko. ¿Se mantendrá esta alianza? La hija del dictador, que es legisladora y aspirante presidencial en 2011, manifestó que continúa el aval del fujimorismo al hombre del APRA.
En un lapso que se estima entre cuatro y ocho meses, un tribunal de apelación analizará la sentencia contra Fujimori y la casación interpuesta por sus defensores. Podrá haber allí alguna reducción o no de los 25 años dispuestos por San Martín y los otros dos vocales, pero nada más. Se supone que entonces quedará firme el fallo que Keiko Fujimori estigmatizó como "lleno de odio y venganza".
¿Cuánto tiempo pasará preso? La sentencia de un cuarto de siglo tendrá que descontar el tiempo que estuvo detenido en Chile con pedido de extradición y el que lleva preso en Lima, en la sede policial de Diroes. Si los jueces lo benefician con el sistema de "dos por uno" para quienes trabajan estando presos, le restaría cumplir 12 años de detención. Si en cambio aplican el criterio del "siete por uno", como corresponde a autores de delitos de lesa humanidad, entonces el encarcelamiento se estiraría a 19 años.
En cualquier caso, el trato sería muy benigno, pues el condenado está en un sitio de detención VIP, sin otros presos cerca; su "trabajo" es hacer bonzai y jardinería, y estudiar música y pintura. En cambio Abimael Guzmán, el "presidente Gonzalo" de los senderistas, fue condenado a prisión perpetua y está desde 1992 en una cárcel de máxima seguridad en el puerto del Callao, en una celda de aislamiento a varios metros de profundidad, manejada por la Marina. La justicia peruana, aún en su mejor momento, es más piadosa con los dictadores.
Artículos relacionados