La idea es pensar al canal estatal más allá del reclamo laboral
Una protesta persistente en la gestión de Jorge es la del Canal 3. La inacción del gobierno, la designación de
funcionarios sin vuelo y la falta de una política comunicacional aumentaron un malestar que estaba latente
desde hace años y tiene raíces profundas.
NORBERTO G. ASQUINI
Reclamos y protestas se suman para poner escollos en la gestión de Oscar Mario Jorge. Algunos se potencian, otros llegaron de afuera para complicar la situación provincial, y otros directamente son profundizados por la falta de pericia en manejar las relaciones con determinados sectores.
Entre esos reclamos se acumulan algunos que esta semana estuvieron vigentes y otros que, larvados, aguardan su turno. Entre los primeros ya están los intendentes radicales que piden ser tenidos en cuenta dado la situación económica en sus municipios y la diferencia que hay en el reparto de fondos con las comunas del PJ; están los ruralistas que empezaron a agitarse con las leyes que hay en tratamiento en el Congreso Nacional; y la crisis política que no tiene posibilidades de concluir en 25 de Mayo. Algunos se aplacan luego de insistentes protestas, como el del grueso de los estatales, y otros están latentes, como los del sector de la salud pública.
La rebelión de los trabajadores de Canal 3 dominó la escena la semana pasada y seguramente, de no tener una respuesta ya prometida por el gobierno, seguirá desarrollándose. Es un conflicto con raíces tanto laborales -los pedidos de recategorización, por ejemplo- como políticas -la discusión de qué papel debe jugar un canal del Estado-, pero que ha sido fogoneado por la falta de una política en materia de comunicación por parte de esta administración, y por la ausencia de habilidad que se demostró por parte de sus funcionarios a la hora de negociar en cada reclamo sectorial.
La insistencia de otros conflictos empujó a que éste se postergara y se incrementara. Y en este panorama, la situación política de debilidad del gobernador es otro agravante que ya hemos analizado para otras situaciones similares.
Sin política.
Uno de los puntos más débiles del gobierno que hacen al conflicto en el canal estatal ha sido la falta de una política comunicacional. Todavía no fue nombrado el subsecretario de Medios (de que César Rodríguez se fue al Ministerio de Gobierno hace más de un año), la Dirección de Prensa está limitada a enviar comunicados oficiales y los tres directores que tuvo el Canal 3 no estuvieron a la altura de sus funciones y su nula cintura política ayudó a profundizar el conflicto. La publicidad oficial de la gestión se limita a encarar algunos improvisados spots que sin una base periodística terminan siendo intentos aislados. Los espacios propagandísticos de Canal 3, pantalla que debería ser el espejo de la gestión -para bien y para mal-, pasan desapercibidos o no tienen contundencia.
En este contexto, los empleados del Canal 3 en los años 90 sufrieron la precarización laboral en muchos casos, mientras en otros se profundizaba la identificación partidaria de su pantalla y había periodistas que convertían su espacio en una Pyme a través de favores políticos. En el año 2005 los contratados fueron pasados a planta permanente, pero con la última categoría, y no se reconoció la función desempeñada hasta ese momento. Ese desconocimiento del trabajador y la permanencia de otros contratos hizo que se comenzara a manifestar el descontento.
Al conflicto ayudaron varios problemas que confluyeron ya asumido Jorge. Por un lado, la movilización sindical durante esta administración por mejoras salariales que se profundizó por la falta de respuestas del gobierno, y en el Canal se agravó puntualmente con directores sin experiencia y que no tuvieron respuestas a los reclamos crecientes.
Reclamos profundos.
Parte de esa falta de una política de comunicación fue la carencia de un proyecto de qué hacer con el Canal 3 durante el actual gobierno. La inacción ante la protesta por lo salarial llevó a potenciar otros reclamos. Antes los directores sabían, bien o mal, qué querían del canal: una pantalla vinculada estrechamente al partido oficialista y convertido en un apéndice de Casa de Gobierno. Y en ese marco se negociaban o compraban voluntades. Esto llevó a la decadencia en los contenidos, no sólo periodísticos.
Pero ahora la escasa iniciativa política en cualquier sentido llevó a un vacío que ocuparon los trabajadores con reclamos profundos y la discusión de qué función debe cumplir un canal estatal, la autarquía del poder político y el alerta ante proyectos no muy claros sobre la creación de una sociedad del Estado, la transparencia en el manejo de la emisora -hubo hasta denuncias ante la Fiscalía de Investigaciones Administrativas-, la falta de pluralidad en la pantalla monolítica, y hasta condiciones de salubridad.
No es una posición monolítica. Entre los trabajadores en lucha hay una división que separa a aquellos que sólo pretenden una reivindicación salarial y los que van más allá, que pretenden debatir la función social de un servicio público como es un canal estatal. Del otro lado de los que reclaman, están los que hacen su negocio.
Promesas incumplidas.
La semana pasada, el gobierno recibió finalmente a dirigentes sindicales de ATE y UPCN para hacerles una propuesta para intentar solucionar el conflicto. A la reunión no dejaron ingresar a los delegados y las propuestas aportadas por el gobernador Jorge no fueron lo concretas que se requiere ante el recrudecimiento de la protesta. El conflicto está en su punto más alto: durante dos días no salió el noticiero al aire, cosa nunca antes vista, y el subsecretario de Trabajo envió a la policía para desalojar a los huelguistas.
Cuando se anunció el lunes pasado otro paro por 72 horas que se realizará a partir de mañana, se informó que Jorge había trabajado en un nuevo organigrama y que se los iban a acercar a los empleados para que lo evaluaran. Todavía este fin de semana no hubo contactos por parte de Casa de Gobierno y parece que nuevamente se postergará cualquier definición sobre los reclamos. Los trabajadores esperarán hasta mañana para tener una respuesta, o encararán la medida de fuerza.
Frente a este panorama, la permanencia de un conflicto que tiene como base la falta de una política de comunicación y reclamos latentes durante años hace que su conclusión no sólo sea dificultosa, sino también poco probable de finalizar en el corto tiempo ante la actitud asumida por el gobierno.
Más allá de que finalmente sea solucionado ese reclamo laboral, lo que deja en claro esta protesta en la emisora estatal es que se debe abrir el debate para pensar a futuro qué función y qué proyecto se quiere para el Canal 3 para sustraer a esa pantalla del lugar que la dejó su uso partidario por parte de las diferentes gestiones justicialistas, y que queda evidenciado en su propuesta y calidad.
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