La temida caída del dólar y de todo un imperio
No es ninguna novedad que Estados Unidos lleva años viviendo "a crédito" gracias al privilegio de que su moneda es la que se usa como reserva internacional.
JUAN BARREDO*
EE.UU. se ha podido permitir sus aventuras en oriente y su "american way of life" porque su moneda ha sido desde los primeros acuerdos de Bretton Woods la divisa de reserva internacional. A cambio del capital prestado a los agentes públicos y privados de EE.UU., los prestamistas extranjeros obtienen activos en dólares que pueden usar en futuros intercambios con terceros países o almacenar como reserva. Así
por ejemplo, se estima que la deuda pública contraída por el Tesoro asciende a día de hoy, a más de 10 billones de dólares. Esta deuda se ha sostenido hasta hoy en día porque hay inversores como China (con unos 900 mil millones en bonos estadounidenses) o Japón ( con unos 500 mil millones) que están dispuestos a financiarlas.
Es muy normal que un país atraviese etapas de endeudamiento o que incluso adopte una posición deudora habitual frente a otros países acreedores. Sin embargo, cuando la deuda se vuelve desproporcionada y se duda de la capacidad de respuesta frente al pago de intereses, la divisa se puede ver sometida a fuertes presiones de carácter político, económico o meramente especulativo.
Si un país cayera en tal situación, aparte de los "ajustes" que se producirían en tal país, el sistema financiero internacional no se vería gravemente resentido. Sin embargo, si es EEUU el deudor que falla a sus deberes de pago, las repercusiones serían completamente distintas. La divisa de la principal potencia económica y bélica mundial sirve de referencia directa para políticas monetarias de muchos países y sostiene el comercio y finanzas mundiales. Si ésta cayera, las consecuencias serían imprevisibles, no sólo para los propios Estados Unidos y demás países dólar-dependientes, sino también para el conjunto de la economía mundial.
Un cambio de guión.
El temor a este escenario catastrófico no para de acrecentarse ya desde hace años. En la prensa escrita, numerosos economistas ortodoxos (Paul A. Samuelson y George Soros, entre otros) y heterodoxos (Wallerstein, Krugman) han venido reiterando su preocupación por la posibilidad de que se produzca una brusca caída del dólar.
Hasta la última década, esta deuda exportada de los EE.UU. no ha supuesto ningún problema. La supremacía del imperio yanqui era indiscutible. En lo militar, Estados Unidos no ha encontrado una contestación seria a sus aspiraciones de extender su democracia por los cinco continentes. En lo económico, la batuta de la administración norteamericana ha marcado el ritmo de la expansión y sacudidas del neoliberalismo en Sudamérica, Africa y Asia. Además, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha contado con un liderazgo psicológico, ocupando un lugar central en las relaciones internacionales, y reforzando su papel de "motor mundial" frente a unos cuantos pero pequeños polos (Alemania, Japón, Inglaterra) que nunca han supuesto un peligro para la supremacía yanqui.
Sin embargo, al igual que ocurrió con el fin del Imperio Británico en la primera mitad del siglo XX, la realidad, los protagonistas y su relación de fuerzas está cambiando aceleradamente y dando paso a un nuevo orden mundial. Las pretensiones geopolíticas de los Estados Unidos se están viendo frenadas por la resistencia en los países invadidos (Irak, Afganistán) y la aparición de nuevos bloques como el europeo o el chino. Además, el auge de estas y otras nuevas potencias cuestiona el rol de EE.UU. como centro de gravedad de los flujos económicos mundiales.
Los nuevos "cucos".
A pesar de que la estadounidense sea todavía la mayor economía mundial (medida en PBI), o concentrar gran parte del comercio entre países, la emergencia a escala mundial de un nuevo escenario multipolar es evidente. Acontecimientos como la creación y auge del Mercado Común Europeo o la coordinación política y económica
entre países como China, Brasil, India, Sudáfrica y Venezuela confirman esta realidad. Por todo ello, el dólar, como símbolo y eje de la supremacía económica viene sufriendo esta degradación desde hace años.
Debido a este cambio de escenario mundial, y al fuerte endeudamiento de la economía estadounidense con el exterior, desde hace bastantes años crecen los temores de sus acreedores a que la divisa se deprecie rápidamente. Esta situación se ha visto agravada en la ultima década por la política de dólar débil, bajos tipos de interés y keynesianismo militar practicada por la administración del ex-presidente Bush jr, desde su llegada a la Casa Blanca a principios de 20014.
Gobiernos como el chino, conscientes de la degradación de esta divisa, han ido desvinculando su moneda del dólar y abandonándola en las relaciones económicas con terceros (como ejemplo, los acuerdos firmados por China con Argentina o Brasil). E incluso grandes productores de petróleo como Irán, que de momento escapan al control del imperio, han empezado a vender este recurso en euros. Otro caso es el de algunos países de América Latina que, en el marco de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (el ALBA), quieren desterrar al dólar como divisa utilizada en sus relaciones comerciales y sustituirla por una futura moneda común a todos ellos, el Sucre.
Crece la angustia.
Pero esta angustia por el futuro del dólar se ha multiplicado estos últimos meses, cuando parece que las aguas del remolino financiero se han calmado y los diferentes gobiernos empiezan a buscar culpables y soluciones para salir de esta depresión. Los mayores tenedores de deuda estadounidense, como China, Japón y Corea del Sur, agobiados, empiezan a buscar soluciones para evitar que sus reservas se vean depreciadas por la caída del valor relativo del dólar.
China, ha propuesto, a través de su primer ministro, abandonar el dólar como divisa de reserva internacional y volver a los Derechos Especiales de Giro. La respuesta de Timothy Geithner, nuevo secretario del Tesoro con Obama, no se ha hecho esperar puesto que éste ha corrido al país asiático a tranquilizar a los poseedores de dólares, asegurando que el dólar seguirá siendo la divisa de referencia mundial.
En contra de los intereses de Geithner se han expresado el presidente ruso y el ministro de finanzas alemán, reacios a que un dólar débil e inestable siga siendo la divisa de reserva internacional. Además, y de forma conjunta, Brasil Rusia India y China, agrupados en torno al BRIC, han manifestado su interés en modificar las instituciones financieras internacionales.
Conclusión
El dólar sigue gozando de esa reputación de divisa-refugio con la que ha jugado estas últimas décadas. Sin embargo, los excesos cometidos por los Estados Unidos las últimas décadas les han llevado a una situación límite. Ahora parece que les toca pagar estos excesos. Pueden hacerlo gradualmente, llegando a un consenso con la comunidad financiera internacional para reformar profundamente las instituciones, o pueden someterse a los caprichos de los movimientos especuladores de la misma ingeniería financiera que ellos crearon y promovieron. En el caso de que se produjera un ataque especulativo, una caída brusca del billete verde, no crean ustedes que serán los ricos norteamericanos los que más perderán. Como en el resto de las crisis, serán los trabajadores y trabajadoras del gran mercado mundial los que más sufrirán la recesión, el desempleo, el paro y la degradación de sus condiciones laborales.
Sea como sea como se "ajusten estos desequilibrios" (¡hay que ver qué cantidad de eufemismos utilizamos en el lenguaje económico!), es posible que a los Estados Unidos se les acabe el cuento de vivir "a crédito" y que el dólar esté pasando a ser una divisa más, en un nuevo orden financiero internacional.
*www.economiacritica.net.
Artículos relacionados