No es tan larga la ruta hasta México
SEÑOR DIRECTOR:
En el pasado fin de semana estaba esforzándome por imaginar el momento en que los soldados ingleses de la guerra del 14 comenzaron a cantar "Es largo el camino hasta Tipperary", cuando tropecé con dos noticias. Una, decía que en La Pampa se acababa de secuestrar el mayor contrabando de cocaína (unos 13 kilogramos); la otra daba cuenta de lo que es la cotidianidad mexicana: 57 muertos en Monterrey.
Por esas asociaciones que hace la mente por su cuenta, la mía enlazó la alegre, aunque quizás melancólica marcha de soldados del '14, con el trayecto ideal que existe entre la situación de México y la de la Argentina en cuanto a las bandas narco y su grado de poder. Por esos días la prensa venía hablando de los setenta y dos cadáveres de migrantes, correspondientes a personas de Centroamérica y Brasil que pretendían llegar hasta la frontera con Estados Unidos, entrar en este país y abrazarse, no con la Molly de Tipperary, sino con un trabajo que luego les permitiese ahorrar y enviar lo posible hacia la Molly que quedó esperando. O a la madre o los hermanos que los vieran partir con esperanza y también con el miedo ante una aventura de incierto final.
Me dije, al tomar conciencia de tal relación, que el punto a que se ha llegado en México en las consecuencias del narcotráfico, está todavía muy distante del que se da en la Argentina de estos días. Pero que "principio quieren las cosas". Además, noté que en las versiones que conozco del camino de Tipperary resuena, a veces, ese airecillo desenfadado del mozo que sabe que está despidiendo a su novia aldeana, ahora que está mirando a las bellas londinenses en Picadilly y Leicester Square, aunque, en verdad, está marchando hacia el frente de batalla, en Francia. Paddy bromea y Molly parece entender a dónde quiere llegar cuando le avisa que Nick Maloney quiere casarse con ella. ¿Acaso México no nos está enviando postales narco para advertirnos que el camino que estamos iniciando conduce a la aniquilación? También nos dice que el camino es largo sólo en apariencia, y que lleva a un final inexorable.
La noticia mexicana dice que el gobierno ya no tiene el dominio real en los estados de la extensa frontera con Estados Unidos. Caigo en la cuenta de que ésa es nuestra única ventaja, o la explicación de que todavía no hayamos llegado a la situación de México. Nuestro norte tiene a Bolivia, Paraguay y Brasil y no una superpotencia que genere los recursos que la conviertan en la meca del tráfico de drogas. La ventaja, con todo, puede ser ilusoria, pues las poblaciones que viven porque producen e inician la marcha de la droga, necesitan comprador y la propia historia de México nos hace saber que tan pronto el Tío vecino comenzó a cerrar la frontera y a levantar su propio "muro de Berlín", sólo que más extenso, los traficantes iniciaron en la droga a los chicos mexicanos y pronto generaron un negocio interno que los hace menos dependientes del mercado del norte. Para hacerlo, contaron con la disponibilidad que genera la desigualdad social, con tanta gente que trata de sobrevivir en la pobreza, y con tantos jóvenes, hombres y mujeres, desde niños, instalados en la calle, en la indefensión y en el engaño. Ahora hemos sabido que llegamos, en La Pampa, a un nuevo récord, con el secuestro de trece kilos de cocaína. Sabemos, también, que Santa Rosa comenzaba a operar como un centro distribuidor de una banda comandada desde la prisión de Villa Devoto. Estar preso no quita movilidad ni capacidad de organización. Y sabemos más, aunque de esto no se habla tanto: que siempre hay, entre nosotros, quienes están dispuestos a entrar en la estructura narco, para destruir a cuantos sea necesario a fin de tener clientela propia y ganar prestigio ante los niveles de la banda mayor.
No es tan largo el camino a Tipperary. Ya estamos marchando. No se si Teddy volvió a Molly, pero alguien llega hasta nosotros con su encomienda.
Atentamente:
JOTAVE
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