Lunes 09 de junio 2025

Indios caminadores y nueva agorafobia

Redacción 29/10/2011 - 04.35.hs

Señor Director:
Un buen día los indios del Tipnis boliviano se dijeron que no querían que una carretera les cortara el espacio de su reserva indígena.
Entonces se pusieron a caminar. Anduvieron cientos de kilómetros, alimentándose con lo que les daban a su paso. Se proponían llegar a La Paz y llegaron, no sin sortear amenazas, algunos palos, tentaciones, quizás alguna deserción pero muchas más incorporaciones de voluntarios.
No tenía su andar parecido externo con otras marchas famosas en la historia. No fue la de Napoleón en el comienzo de sus últimos cien días. Tampoco la de Julio César desde las Galias, salvando el Rubicón, pero queda por ver los efectos a largo plazo en Bolivia. Con Julio César el efecto fue tremendo, porque supuso el fin de la república y daría comienzo al imperio y a una de las mayores dominaciones imperialistas, al menos en el mundo del Mediterráneo y bordes de otros mares. A largo plazo, ni los del Tipnis lo deben haber pensado, pero Evo Morales puede haber entendido que cuando se inicia un camino nuevo, aunque se sepa hacia dónde se espera llegar, nunca hay manera de preverlo todo. ¿Acaso Colón llegó a América porque sabía de su existencia o porque estaba ahí, inesperadamente, en la ruta occidental hacia Indias?
Evo ha encabezado la constitución de Bolivia como plurinacional. Todo hace pensar que tenía idea de conducir un desarrollo socioeconómico afín a las pautas modernas, aunque con aggiornamientos: las pautas de la Europa "colonizadora", que son las de una cultura que se establece en lugar de ajeno desarrollo e impone en él sus pautas por lo menos en todo lo que sirva a sus intereses mercantiles. Colón (de columbus, paloma) facilitó el camino hacia el colonialismo, que comenzó con los viajes de los portugueses en el siglo XV y que pareció extinguirse en el XX, aunque todavía quedan enclaves (Malvinas, por caso). El hombre había entrado en América mucho antes que Colón, ya desde Behring, ya desde el mar. Le llevaba ocho o diez mil años de ventaja al almirante y durante todo ese tiempo nuestra especie anduvo la tierra desde el helado norte al helado sur y fue quedándose en los sitios más propicios y desarrollando su cultura, que es el nombre que damos a esa especial relación que se establece con la naturaleza, a veces considerándola, a veces avasallándola.
Lo que ahora Evo tiene que conciliar es peliagudo: esa diferencia cultural, ese modo distinto de residir en la Tierra que marca la singularidad de muchos de los primeros asentamientos. La propuesta democrática misma afronta una prueba de fuerza, pues democracia es pluralismo, aceptación de las diferencias, convivencia entre distintos. Todo eso, sí, pero se da el caso de incompatibilidades y entonces el gobernante tiene que proponer y, llegado el caso, imponer soluciones. La democracia le provee la regla de las mayorías, pero la entraña ideal de la democracia no consiente que las decisiones de mayorías circunstanciales aniquilen diferencias sedimentadas. La democracia propone entonces diálogo. Y, en casos, paciencia, larga paciencia, por ver si las cosas hallan su acomodo de forma incruenta.
Dejo este tema para señalar que también los parques nacionales son apetecidos con variadas hambres. Algunas provincias han pensado salvar algún déficit circunstancial loteándolos. Muchos particulares (extranjeros o no, ¿qué los diferencia?) piensan en turismo o countries selectivos. O soja. Y en nuestras ciudades, se asiste a una suerte de agorafobia, un no aguantar los espacios verdes, abiertos, que ponen intervalo en las edificaciones cada vez más densas y más altas. Los terrenos del ferrocarril o del centro cívico son ocupados paso a paso por urgencias a veces travestidas de educación y cultura y otras vestimentas a propósito para ocultar esta voracidad y tanta falta de visión fundada en ideas diferentes acerca del suelo donde vivimos.
Atentamente:
JOTAVE

 


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