En el aire argentino hay olor a política
Señor Director:
Con la definición de algunas candidaturas básicas (ciudad autónoma y Santa Fe) se puede decir que hemos entrado de lleno en el año político.
Ahora viene una seguidilla de elecciones provinciales, incluyendo la repetición de las seis mesas anuladas en Chubut (donde el escrutinio dejó densas sospechas). Solamente queda una definición importante por esperar: la candidatura presidencial del Frente para la Victoria. No se ha esclarecido por completo el panorama de la oposición, pero el radicalismo ya tiene su candidato y todo indica que puede crecer su poder aglutinador. La del FpV tiene una "incógnita" extraña. Todos sus voceros coinciden en la reelección de Cristina, pero ésta ha demorado su anuncio. Parece claro que, aparte lo que pueda existir en el orden de lo personal (salud, ganas, etc.), Cristina ha querido ver con mayor certeza qué le esperaría, de resultar reelecta. No se trata de lo que le esperaría como tarea de gobierno, sino de lo que necesita saber acerca de la boyada con que tendrá que arar. No hay que analizar mucho: basta recordar su experiencia de gobierno para entender el peso de lo de 2008, cuando "bueyes" de mucha potencia comenzaron a mezquinar esfuerzos y hasta saltaron desde la cubierta, en una especie de "sálvese quién pueda". La parte positiva de tales zambullidas que complicaron la conducción, estuvo en dos puntos: los errores propios que facilitaron la movilización de sectores rurales y la deserción de "compañeros" (más los que abrieron el paraguas y generaron una suerte de isla, con puentes hacia todos lados). Así llegó el traspié electoral de 2009. En algún momento de esos años se pudo pensar que el pronóstico o amenaza de La Nación al inicio del gobierno de Néstor Kirchner (que no duraría un año, salvo que...) empezaba a cumplirse. Dado que las crisis siempre son posibles y hemos visto que ni siquiera escapan las naciones desarrolladas, puede entenderse que Cristina quisiese tener asegurado, hasta donde sea posible, el frente partidario y mejor definidas las líneas de comunicación con los aliados. Necesitaba que se desarrollase la interna por las candidaturas y que se mostrasen los que esconden juego. Algo de esto motivó su discurso de Carlos Paz, donde mostró su debilidad y su fuerza, ambas cosas a la vez (necesidad de todos y no ser rehén de nadie). Los discursos de esta mujer nunca son improvisados, según coinciden los analistas: aunque no son leídos han sido pensados y mantienen una coherencia en la que los más listos podrían bucear el fondo de su pensamiento y anticipar intenciones. Puedo imaginar otros motivos para su demora en anunciar su candidatura: porque toda persona racional siempre realiza procesos de autocrítica de los que resultan cambios en el acento que pone en los valores que reconoce y los objetivos que declara. La interna de Santa Fe le debe haber dado tranquilidad, pues se impuso quien tiene su preferencia por motivos bien conocidos. En la interna partidaria sui generis realizada en el distrito metropolitano, dejó que las encuestas definieran las preferencias. Se dice que la suya era el actual ministro de Economía, pero los tres que compitieron eran igualmente "mosqueteros" de fiar (digo así recordando a Dumas y sus Tres Mosqueteros). En esa situación, optó hábilmente por consultar la opinión que se traduce en las encuestas. Todo indica que su aceptación ya no se demorará. Sus encuestas lucen muy favorables y las elecciones de Catamarca, Chubut y Salta han mostrado que la tendencia dominante es una marea que la quiere llevar.
Hay gente que habla pestes de la política. Yo diría que no habla de lo que ve sino de algo oculto que se le pone por delante. La política es la exteriorización de lo cotidiano y hasta de lo íntimo de los individuos y las colectividades. Si bien en el todo siempre hay algo más que en las partes, lo condicionante es la índole de las partes.
Atentamente:
JOTAVE
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