Viernes 18 de julio 2025

Obama tendrá que mostrar fotos del cadáver o seguirán las dudas

Redacción 03/05/2011 - 04.10.hs

Barack Obama informó que sus tropas habían matado a Osaba Ben Laden en Pakistán. No ofreció pruebas por lo que subsisten dudas. Al terrorista ya lo habían dado por muerto varias veces.
EMILIO MARIN
"Hoy puedo anunciar que EE.UU. mató a Osama Ben Laden", dijo Barack Obama desde la Casa Blanca. Faltaban pocos minutos para la medianoche del 1º de mayo, aunque no había feriado en Washington (donde se ahorcaron a los mártires de Chicago no se festeja ese día el feriado de los trabajadores).
La operación había sido realizada esa madrugada por comandos de elite de la Marina, los tristemente famosos Seals, que llegaron en helicóptero para asaltar una mansión en Abbottabad, a 60 kilómetros de Islamabad.
Las primeras informaciones dijeron que Ben Laden había sido el único muerto en el asalto. Otros cables aseguraron que los fallecidos habían sido cuatro, entre ellos una mujer y un hijo del cabecilla de Al Qaeda.
Para reforzar sus argumentos de permanencia en Afganistán, los estadounidenses siempre dijeron que buscaban al personaje en las montañas fronterizas entre ese país y Pakistán. Vivía en cuevas. Resultó que moraba en una residencia de un millón de dólares en un barrio de ricachones y militares retirados, cerca de la academia militar paquistaní.
Estos datos traen a la memoria los comentarios de Fidel Castro en octubre de 2010, cuando subrayó los nexos entre Ben Laden y EE.UU. hasta el atentado a las Torres Gemelas. "¿Qué informó el Servicio de Inteligencia de Pakistán, ISI, a la cadena norteamericana de radio y televisión CBS? Que el día 10 de septiembre de 2001 Osama Ben Laden fue sometido a diálisis del riñón en el hospital militar de Rawalpindi en Pakistán. Debe tenerse en cuenta que el hospital se encuentra bajo la jurisdicción de las Fuerzas Armadas de Pakistán, que tienen estrechos vínculos con el Pentágono. No se hizo ningún intento de aprehender al fugitivo más conocido en EE.UU., luego entonces podría ser que Ben Laden sirviera a otro propósito mejor. Esa información fue publicada en el programa estelar de Dan Rather el 28 de enero de 2002, cuatro meses y medio después del atentado terrorista con que Bush justificó su guerra antiterrorista", escribió el líder cubano.
Era vox populi la relación política y personal que el saudita tenía con los gobernantes paquistaníes, a su vez íntimamente vinculados al imperio, en 2001 y en el 2011 también. El personaje tenía dependencia de EE.UU., cuando fue formado por la CIA como un combatiente contra los soviéticos que ocupaban Afganistán. Después algo se rompió en ese vínculo. Por algunas expresiones atribuidas a Ben Laden puede que tal alejamiento se debiera a que le disgustara la continuidad de la alianza de EE.UU. con Israel. De todos modos hasta el derribo de las Torres parte de la familia del saudita seguía viviendo en territorio norteamericano, como testimonio de la buena onda y negocios comunes que había entre ese grupo empresario y George W. Bush.
Después del 11 de septiembre de 2001 y el atentado contra el World Trade Center, el viejo aliado se transformó en el enemigo público de la Casa Blanca. Con la excusa del atentado Bush inició la "guerra antiterrorista" e invadió el país del talibán, en octubre de aquel año.

 

Manga de alcahuetes.
Apenas terminó de hablar el presidente norteamericano, miles de personas salieron a festejar la muerte de Ben Laden. ¿Serían todos familiares de los 3.000 fallecidos en las Torres? ¿O, más probablemente, eran ciudadanos ganados por la idea de que el terrorista mayor era el saudita y no los presidentes que ellos supieron conseguir?
Hasta el portavoz del Vaticano, si bien satisfecho por la muerte anunciada, se cuidó de decir que no es de cristianos festejar el fallecimiento de nadie. Y más cuando no fue por una enfermedad y quienes perpetraron el asalto no califican precisamente como ángeles de la libertad.
Desde Angela Merkel hasta José Luis Rodríguez Zapatero, y desde Silvio Berlusconi hasta el secretario de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, festejaron felicitaron a Obama, los militares norteamericanos y su servicio de inteligencia.
Esos plácemes pasaron por alto un dato importante: el operativo se habría iniciado cuando un preso de Al Qaeda fue quebrado en la tortura en Guantánamo y proporcionó datos sobre quien hacía de correo de Ben Laden.
O sea que aquellos saludos no tuvieron empacho en legalizar la tortura en cárceles ilegales en zonas ocupadas de otros países. ¿Otro caso donde el fin justifica los medios, incluso las violaciones de los derechos humanos?
Nadie está defendiendo a Ben Laden. Fidel Castro en otra de sus reflexiones (agosto de 2010) lo había denostado: "muchos países, Cuba entre ellos, condenan sus métodos terroristas que no excluyen la muerte de incontables víctimas inocentes".
Pero la ocupación de Afganistán y la muerte de miles de personas por los bombardeos de los invasores; la intromisión en Pakistán para llevar a cabo un ataque ilegal no autorizado, y por añadidura haber arrancado la información mediante la tortura, componen un procedimiento no elogiable. Sin embargo una manga de alcahuetes de EE.UU. en el mundo lo ha ensalzado como si fuera un "triunfo de la libertad".
Y ofende a la inteligencia que George Bush haya salido ayer con declaraciones de alegría ante la muerte. El texano bruto manifestó: "este trascendental logro marca una victoria para EE.UU., para la gente que quiere la paz en el mundo y para todos aquellos que perdieron a seres queridos el 11 de septiembre de 2001".
¿Creerá este genocida que la humanidad ha olvidado la cantidad de inocentes que murieron por sus órdenes de guerra en 2001 en Afganistán y el millón de muertos iraquíes a partir de 2003?

 

Falta la foto.
De las expresiones de políticos argentinos resaltan por su carácter excesivamente pronorteamericanas las de un radical y un kirchnerista. Gerardo Morales dijo que había que felicitar a EE.UU. porque la lucha contra el terrorismo une a todos por encima de banderías. Sobre este último punto habría que precisar qué se entiende por terrorismo, porque el jujeño no suele condenar las masacres estadounidenses en Kabul y Bagdad, ni las cometidas por el sionismo en Gaza y Cisjordania.
El otro amigo del imperio es Daniel Scioli, quien manifestó: "dar con Ben Laden, con su paradero, era un objetivo estratégico y considero que EE.UU. ha dado un gran paso en esta lucha que nos tiene que unir y comprometer a todos". Esta no es ninguna novedad. No hace falta consultar los cables desclasificados por WikiLeaks para saber que el gobernador bonaerense es uno de los mayores aliados de la embajada estadounidense en Buenos Aires.
Más ubicado fue el comunicado de la cancillería argentina, al recordar que este operativo norteamericano se produjo en el momento que el mundo árabe genera movimientos a favor de la democracia. Pareció una forma de advertir a Washington que no tire de la cuerda más de la cuenta, porque se puede romper en esa región. En disidencia con Héctor Timerman, se puede preguntarle: dice que los árabes están yendo hacia la democracia, ¿y cuándo los israelitas democratizarán su estado teocrático?
Uno de los peores a la hora de opinar fue el ex banquero y columnista de La Nación, Emilio Cárdenas, quien aseguró en esa dudosa tribuna que Venezuela, por medio de su vicepresidente Elías Jaua, había alabado al abatido. Falso. Esto es lo que declaró Jaua a la televisora estatal: "no deja de sorprender cómo se ha naturalizado el crimen y el asesinato, y cómo se celebra". "Antes, por lo menos los gobiernos imperiales guardaban la forma. Ahora la muerte de cualquier individuo, aparentemente de lo que se le acuse, pero no sólo de elementos fuera de la legalidad como Osama Ben Laden, sino de presidentes, de las familias de presidentes, son abiertamente celebradas por los jefes de los gobiernos que bombardean", agregó Jaua.
Por su parte el asesor en Seguridad Nacional de EE.UU., John Brennan, declaró ayer que el muerto es efectivamente Ben Laden. "Tenemos información y fotografías y evaluaremos qué vamos a dar a conocer, porque es información muy sensible. Eso se va a decidir desde el gobierno", dijo el funcionario.
Y tendrán que develar esas imágenes, porque incluso los medios norteamericanos abrigan dudas por la ausencia de ese soporte. Los interrogantes aumentan por la falta de credibilidad en los informes de las autoridades, que dieron de baja otras veces a Ben Laden. Y, sobre todo, porque quienes asesinaron al saudí lo arrojaron inmediatamente al mar. La invocación a que así respetaban la ley islámica o sharia, cae por su propio peso falsificador, pues especialistas en aquella fe aseguraron que sólo se hace eso con los fallecidos en barcos (en verdad es una costumbre usada frente a decesos en alta mar por una razón sanitaria antes que religiosa).
Obama deberá mostrar la foto del cadáver de Osama si quiere comenzar en serio la campaña por su reelección en 2012.

 


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