Jueves 15 de mayo 2025

Relevo generacional y su procesamiento

Redacción 08/09/2011 - 04.17.hs

Señor Director:
El tema del relevo generacional en la política argentina se expresa en estos días.
Esta suerte de estallido circunstancial de la dinámica profunda de la sociedad es la consecuencia de que el desarrollo de esta fuerza ha estado sometido a presiones e impedimentos. Los relevos, en condiciones de normalidad, tienden a producirse sin ruido, con algunos llantos en el ámbito familiar y con reconocimientos en el ámbito público. Estos últimos se producen cuando se asiste a la desaparición de personalidades que se hicieron notar por sus hechos, su pensamiento o porque las circunstancias les dieron notoriedad por haber estado ahí.
El ruido como de estallido que se registra ahora en el nivel político (crisis de partidos, relevo de grupos de edades) no es un fenómeno limitado a ese sector. Lo político es uno de los rostros, uno de los más visibles, de una sociedad, pero lo que sucede en él generalmente remite a fenómenos más profundos, que recorren toda la anatomía de cada colectividad. Quiero decir que si hay crisis en lo político, debe diagnosticarse una crisis en la totalidad social. Del caso argentino y su manifestación local, pueden encontrarse algunas claves en la columna del pasado lunes, la que firma Modesto Morras. En ella se hace un repaso veloz de la presencia del peronismo en nuestro país, de sus efectos y de sus mutaciones más notorias. Lo que quiero destacar aquí es que para entender lo que pasa hoy en ese partido, pasa en todos, aunque se haga más notorio en el que ocupado más espacio y ha influido en mayor medida en los últimos setenta o más años. Hay quienes, en sus análisis, retroceden hasta 2001-2002 y mencionan el "que se vayan todos", que expresó la consigna de entonces que tuvo mayor resonancia y que está más adherida a la memoria colectiva. Pero la crisis de 2002 fue un momento importante, aunque sólo un momento, de un proceso más largo.
Cuando irrumpió el peronismo terminaba, probablemente, una de las configuraciones más duraderas de la sociedad argentina, que tal vez sea correcto considerar hija de la generación del ochenta (aunque toda generación tiene siempre una historia más larga, con orígenes que se pierden en la lejanía). El notable caso de 2003, cuando surge un gobierno por el que pocos daban un centavo, fue una consecuencia del pico de la crisis, la cual, a su vez, daba nueva configuración a todo lo acontecido desde la aparición de Juan Perón.
No cabe el análisis sugerido en el parágrafo anterior en el espacio de esta columna. Lo menciono tal vez influido porque, a la muerte de León Rozitchner (el pasado domingo), se ha mencionado que era partícipe de un debate profundo, desarrollado a lo largo de décadas del pasado siglo, con escritores, pensadores y políticos, según lo contó en el velatorio Osvaldo Bayer. Rozitchner fue una de las mentes más lúcidas que tuvimos aquí y los partícipes del debate (que fueron más de los que menciona Bayer) expresaban ideas, ideologías y especializaciones diversas y hasta contrapuestas. Creo que los acercaba lo que compartían: el interés por entender su tiempo, ardua tarea que nunca entrega una cosecha total. Pero, lo que importa es que los diferentes coincidan en buscar respuestas.
El análisis de la crisis de partidos, dirigencias y generaciones actuantes, es parte del gran tema del debate perpetuo. Lo que quiero decir ahora es que en esta puja generacional lo principal que está en juego no es la diferencia de edad sino esa línea sutil que se traduce en coincidencias básicas entre los diferentes. Los partidos nunca fueron una unidad monolítica, porque siempre hubo en ellos, digámoslo así, derechistas, izquierdistas y centristas, unidos por coincidencias de época y de maduración. Lo que se rompe es esa línea y cuando ello sucede es porque aparece la necesidad de reconocer una nueva síntesis. Creo que la elección del 14 de agosto dio una señal a este respecto.
Atentamente:
JOTAVE

 


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