Martes 13 de mayo 2025

Distinción a un talento excepcional

Redacción 15/12/2012 - 04.12.hs

El campo artístico de nuestro país recibió días pasados un espaldarazo: la entrega de la distinción "Officier des Arts et des Lettres" por parte del gobierno francés a uno de los más notables intelectuales argentinos: Joaquín Salvador Lavado, más conocido por su seudónimo de Quino.
Fue la ministra de cultura de Francia quien entregó la condecoración mientras, en un franco e inusual discurso, reconocía que "le estamos enormemente agradecidos, por habernos hecho sonreír y reflexionar al mismo tiempo", en tanto que resaltó el ejercicio permanente de la "crítica, incluso frente a la dictadura, frente a los órdenes impuestos". Por cierto que resultó precisa en su apreciación ya que Quino fue uno de los artistas al que las dictaduras militares vieron con malos ojos. No podían perdonarle aquel famoso dibujo en el que calificó al garrote policial como "el palito de abollar ideas". Esa estupenda humorada le valió un exilio disimulado y de no haber sido por su fama más allá de las fronteras del país, acaso hubiera tenido consecuencias más serias.
Los elogios de la secretaria de Estado francesa se extendieron, por supuesto, al más popular y emblemático de los personajes del dibujante argentino, la universalmente conocida Mafalda. El reconocimiento fue deslumbrante: la heroína de Quino -dijo- "es muy pequeña pero muchas veces es mayor que muchos sociólogos u hombres y mujeres de la política porque tiene un espíritu fuerte, muy osado y que a menudo es mucho más acertado que el del mundo de los adultos". En dos años más "la niña argentina" -tal como la identifica la prensa europea- cumplirá medio siglo de su nacimiento; es bueno recordar que, muy tempranamente, transitó las páginas de LA ARENA entre las décadas de los sesenta y los setenta.
La distinción otorgada cimenta en el mundo el prestigio que tienen la historieta y el dibujo argentinos y, en una segunda lectura, revela que no siempre son necesarios los enfoques densos u oscuros para otorgar profundidad a una obra. En todo lo suyo, y especialmente en las tiras de Mafalda, Quino no ha hecho otra cosa que observar la realidad en la que vive, sintetizándola en los dichos y sentires de sus personajes infantiles, que ya preanunciaban sus futuros trabajos inmersos decididamente en el campo social y político. En apenas cuatro o cinco cuadritos -excelentemente dibujados, por cierto- el autor revela la médula de la sociedad, con sus rasgos peculiares, justificables o no, razonables o absurdos, justos e injustos, y siempre a través de un tamiz de humanidad y comprensión que (está ampliamente demostrado) constituye un traje universal, comprensible en cualquier lugar, como lo demuestran sus múltiples ediciones en todo el mundo.
Al agradecer el premio, con su proverbial timidez Quino subrayó que eligió el dibujo como herramienta porque los discursos inhiben su palabra. La ministra francesa lo despidió calificándolo como "un gran artista porque el dibujo, en usted, siempre tiene un sentido, un sentido político, y es un medio de revelar a una sociedad sus propias defecciones, de decirnos cosas gracias a las palabras, al cómic, y de hacernos levantar contra las derivas, los absurdos, las injusticias".

 


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