Jueves 26 de junio 2025

Sobre la vigencia de la lucha de clases

Redacción 22/07/2012 - 03.43.hs

Para el filósofo italiano Domenico Losurdo, la categoría "lucha de clases" conserva hoy todo su vigor, por mucho que el neoliberalismo y las filosofías asociadas hayan pretendido arrumbarla. A reflexionar sobre "Ideología y lucha de clases en el siglo XXI", Losurdo ha recordado cómo, con ojos de hoy, "podemos sonreír" al leer los argumentos con los que filósofos como Dahrendorf o Habermas refutaban la idea marxista de lucha de clases. Habermas señalaba que conservadores y laboristas (o liberales y socialdemócratas) coincidían en su momento en la defensa del Estado social. No había contradicción ideológica ni, por tanto, lucha de clases. "Con todos mis respetos, este argumento es una tontería", responde Losurdo. Y se pregunta: "¿Cómo nace en Europa occidental (en Estados Unidos nunca existió) el Estado social? Sin duda, es un producto de la lucha de clases; en ningún caso una concesión graciosa de las clases dominantes".
"¡Cómo han envejecido estos discursos sobre el final de la lucha de clases!", exclamó el filósofo italiano, quien recuerda cómo Habermas reconocía años después que el capitalismo, al dejar de tener competidor, ya no se preocupa por ocultar su rostro real. El filósofo alemán, así pues, se desmentía. Friedrich Von Hayek -uno de los grandes gurúes del neoliberalismo y guía económico de la administración Reagan- también reconoce implícitamente la existencia de la lucha de clases. Lo hace al vincular los derechos incluidos en la Carta de los Derechos Humanos de 1948 (trabajo, instrucción y salud, entre otros) a la revolución soviética. Es decir, según Hayek no se trata de derechos cuya existencia deba reconocerse, sino una creación de la revolución de 1917. "Implícitamente Hayek nos está diciendo que la lucha de clases desarrollada en Rusia permitió la conquista de estos derechos socioeconómicos", explica Losurdo. Además, "cuando nos dice que estos derechos han de erradicarse, no es por falta de recursos para garantizarlos, sino simplemente porque piensa que no existen. Y es esto precisamente lo que está pasando hoy: asistimos al fin del Estado social".

 

El peso de la riqueza.
Profesor en la Universidad de Urbina, Losurdo ha escrito dos obras fundamentales: "Contrahistoria del Liberalismo" y "Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra". Su principal ámbito de investigación es la filosofía política clásica alemana (de Kant a Marx). También ha estudiado con hondura a Nietzsche y Heidegger.
Losurdo subraya que hoy ha retornado la figura del "working poor" (trabajador pobre), habitual en el siglo XVIII y XIX. Son personas que, a pesar de contar con un puesto de trabajo, no poseen recursos suficientes para vivir. A ellos hay que agregar los desocupados y los excluidos. Pero también en el ámbito de la política puede advertirse la lucha de clases. "Por ejemplo, en la competencia electoral: el peso de la riqueza es tal hoy en día, que asistimos a situaciones similares a las del siglo XIX, donde existía la discriminación censitaria, es decir, sólo se tenían derechos políticos si se alcanzaba un nivel de renta determinado". Además, hace una década Losurdo ya hablaba de un "monopartidismo competitivo", con formaciones políticas que representaban a la misma burguesía y exhibían la misma ideología neoliberal.
A juicio de Losurdo, la lucha de clases tiene lugar hoy en tres frentes. Los movimientos de masas que en occidente (Estados Unidos, Grecia o España) protestan ante un capitalismo en crisis; las naciones, como Palestina, que sufren una dominación -el colonialismo clásico- política y económica; por último, los países (como los latinoamericanos) que cuentan con independencia política pero han de conquistar la económica.

 

Autocrítica, no autoodio.
¿Cuál es la principal crítica que le cabe a Europa? Según Losurdo, "la subordinación a los intereses de EE.UU. y la participación en todas sus aventuras imperiales; si pretendemos luchar contra el imperialismo, Europa ha de plantear su autonomía y no participar en el embargo a Cuba, Irán, ni colaborar con EE.UU. en su objetivo de impedir que China acceda a la tecnología".
"La izquierda en occidente viene de sufrir una derrota histórica, la destrucción del campo socialista y lo que ello implicó; por eso ahora cuesta tanto responder a la ofensiva ideológica del neoliberalismo", explica. Pero una cosa es importante: "No confundir la autocrítica con el autoodio para avanzar; con todas las críticas que puedan formularse a la revolución de octubre, antes de 1917 las potencias occidentales eran las dueñas del planeta. La revolución rusa rompió este escenario y favoreció los procesos de independencia colonial; además Rusia fue el primer gran país donde las mujeres lograron la emancipación política; y otra cuestión, ¿puede entenderse el sufragio universal sin la contribución del movimiento comunista? Pienso que no. En Inglaterra (cuna del parlamentarismo), antes de la revolución de octubre la fracción más pobre del proletariado no tenía derecho al voto". "Son cosas que no deben olvidarse", concluye. (Enric Llopis. Rebelión).

 


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