Domingo 22 de junio 2025

Emoción denegada y agresión con historia

Redacción 04/07/2012 - 04.34.hs

Señor Director;
Se ha cerrado el suceso de General Pico, que dejó como saldo una joven mujer muerta a puñaladas y un culpable cuyos abogados no pudieron imponer el atenuante de emoción violenta. Fue condenado a prisión perpetua.
La idea de perpetua ha cambiado tanto que ya no se compadece con la definición original de esta palabra: lo que dura y permanece para siempre. Ahora existe un máximo de cárcel y aun este límite se reduce por el comportamiento del condenado. El caso de los Schoklender informó al respecto a quienes no estaban al tanto.
La no aceptación del atenuante de emoción violenta se debió, en este caso, a una decisión unánime del tribunal. La evidencia de que se dispuso impresiona como incontrastable para quienes siguen el caso desde afuera del ámbito judicial. Por algo que debe tener explicación en el funcionamiento de la mente del asesino, la conducta de éste deja entender que tomó la decisión de "castigar" a la mujer. Su propia madre dice que, consumado el crimen, salió diciendo "ya está" y canturreó "Mi corazón está aliviado". Uno puede imaginar sus procesos mentales y creer que lo que él creyó decidir por sí mismo fue, en el fondo, condicionado y hasta impuesto por una cultura, por cierta concepción de lo que solía llamarse "el deber del hombre", pero esto quedará en lo conjetural a menos que alguien logre establecer con Tomaselli una relación de confianza y esté en condiciones de entender sus confidencias. En el reciente caso del baterista de Callejeros, condenado por quemar a su mujer, Wanda Tadei, el tribunal aceptó un dudoso atenuante de emoción violenta. Las organizaciones feministas vienen denunciando que lo que se hace en la mayoría de los casos es criminalizar a la víctima, cuando ésta ya no puede aportar al esclarecimiento de las circunstancias.
El caso de General Pico no cierra el tema, aunque puede ayudar a que, desde ahora, ese atenuante de la emoción sea considerado con mayor prolijidad. Digo que no cierra el tema porque los motivos del victimario rara vez son simples y puede creerse que muchas sentencias han simplificado por no saber o porque el juzgador no puede romper el condicionamiento interior de una cultura de la que él también participa. Aparte de esto, está la tradición de los grandes trágicos que si muestra algo es la complejidad extrema del fondo emocional del hombre. En el caso de Otelo, los celos inducidos aparecen como responsables del enloquecimiento del moro, o sea que se traslada la culpa real a un tercero, no obstante lo cual es evidente que Yago operó por conocer las debilidades de la capacidad humana de decidir racionalmente, aparte de que queda por averiguar qué aporte hizo en la conducta de Otelo la cultura de su época, cuando la supremacía del macho era más notoria.
La noticia de la conclusión de este juicio en General Pico incluye un final circunstancial, aunque no menos significativo en sí mismo. Varios familiares de Carla, luego de oír la sentencia, intentaron agredir al culpable y uno de los hermanos consiguió llegar a golpearlo en el rostro. Lo primero que se piensa, al considerar este episodio, es que cuando los familiares de una víctima dicen que tan sólo quieren que se haga justicia, no están acatando el imperio de la ley, por cuyo motivo, luego de conocida la sentencia, aunque ésta sea la extrema que permite la norma, sienten frustración y les cuesta refrenar el impulso de "ir por más". La ley anterior (y antigua), era la del Talión: ojo por ojo, diente por diente. Y más, pues el dolor de los deudos se convierte en furia porque, sin racionalizarlo, sienten que ni la sentencia judicial ni su propia venganza cambiarán el hecho de que la muerte es irreparable. La muerte clausura un camino y no hay poder humano que pueda restablecerlo.
El talión (lo idéntico) era una ley y fue freno a la venganza, que dobla la apuesta. Más allá aún parece estar nuestra perdida batalla con la muerte.
Atentamente:
JOTAVE

 


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