Rumor de guerra
Aunque acabaron disimulándose entre otros acontecimientos trascendentes, en las últimas semanas llegaban desde el extremo oriente noticias inquietantes para la humanidad toda. Por un lado Corea del Sur iniciaba una serie de maniobras aeronavales junto con su poderoso aliado, los Estado Unidos. Enfrente Corea del Norte, que se siente amenazada por esas maniobras y agraviada por las sanciones impuestas a sus avances en materia nuclear, ha dicho sin ambages que, si su seguridad es afectada, puede atacar a los Estados Unidos, adonde llegarán sus cohetes con cabezas nucleares.
La afirmación no sólo es sorprendente sino también alarmante. Proviene de un gobierno que se ha visto hostigado desde hace décadas por Occidente: integra lo que la Casa Blanca en épocas de Bush había definido como "el eje del mal". Décadas antes, junto a su similar del Sur, debió soportar una guerra espantosa protagonizada, precisamente, por los Estados Unidos.
Si se diera una nueva situación bélica parece difícil que la nación americana se vea afectada, dotada como está de sofisticados sistemas de defensa y ataque, pero la historia demuestra que nunca se sabe a ciencia cierta cómo se desarrollarán las guerras una vez desatadas, máxime cuando campea el fuego atómico.
El riesgo cierto y más grande es que Corea es vecina de la poderosa China, que seguramente no aceptará una conflagración de esas características en sus puertas. Ya en una situación parecida, en tiempo de Mao, advirtió y cumplió con esa premisa, volcando un ejército de un millón de hombres cuando los norteamericanos traspasaron el límite señalado por China. Lo más alarmante de esta situación es que el límite de declaraciones belicistas en los últimos tiempos ha venido creciendo en forma exponencial.
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