Domingo 08 de junio 2025

Un debate sobre la justicia y la política

Redacción 24/03/2013 - 03.51.hs

I - Los jueces pampeanos salieron finalmente de su letargo y produjeron en la semana un documento que, más allá de la reiteración de viejos prejuicios de la "familia judicial", llama la atención por la originalidad de algunos de sus planteos. El primero es, sin dudas, la formulación de una propuesta de debate sobre el papel que la justicia debe cumplir hoy en La Pampa. A la luz de la propuesta nacional de la presidenta de democratizar la justicia, esa convocatoria a un debate no deja de estar, en no poca medida, en consonancia con los nuevos aires que soplan desde la Casa Rosada. Esta posición no puede ser leída superficialmente en un Poder Judicial pampeano que ha intentado proyectar, invariablemente, una imagen de infalibilidad casi papal. Que se admita ahora que es necesario un debate implica, en primer lugar, reconocer una crisis de representación con las expectativas de la sociedad y la necesidad de que haya opiniones "de afuera" que participen en este problema que es, sin dudas, " de adentro".

 

II - Pero no solo eso. La advertencia a la clase política sobre la falta de fundamento de los jurys que se han iniciado en contra de funcionarios judiciales implica un intento no común de defensa que, aunque puede ser leída como corporativa, es tal vez algo más que eso. Puede leerse como un llamado de atención sobre los límites que la lucha política debe tener cuando involucra a la justicia. Quien así habla ahora es un Poder Judicial que tiene el antecedente de haber sido funcional al proyecto hegemónico del justicialismo con el vergonzoso fallo del Superior Tribunal bendiciendo la reforma constitucional de facto que permitió una tercera reelección con menos votos de los que el texto fundamental prescribe, y más recientemente, el dudosamente legal fallo que permitió al actual gobernador ser el candidato justicialista luego de la renuncia de Carlos Verna. Esto es, quienes se metieron de lleno en la arena política para inclinar la balanza hacia el platillo del poder, piden ahora que no se los meta en la lucha política. Debieron haber dicho esto mismo cuando el impresentable bloque del PJ amenazaba con juicios políticos a los fiscales o jueces que se animaban a iniciar causas por corrupción en los años del descontrol.

 

III - Pero que sea tardío no le quita valor. Tal vez pecando de ingenuidad, podría pensarse que un pensamiento tal así expresado por los jueces y funcionarios judiciales de La Pampa, da esperanzas a los pampeanos de que algo puede cambiar. Tal vez es el principio de una autocrítica necesaria que el propuesto debate podría poner sobre tablas. Los pampeanos no sienten que el Poder Judicial es impermeable a las presiones políticas. Aunque han habido en los últimos años algunos fallos ejemplares que cambiaron en parte esa sensación.

 

IV - "Las regalías nos cambiaron la vida", dijo Eduardo Pepa, uno de los intendentes pampeanos que no es ni oficialista ni opositor sino que pertenece a un partido vecinal que lleva ganadas las últimas elecciones en Intendente Alvear. Tal vez esa no pertenencia a ninguno de los dos partidos que dominan la escena política pampa le permite a Pepa salir del termo en el que viven no pocos de sus colegas y darse cuenta de la centralidad que debe tener en el debate político provincial, la fragilidad económica de la autonomía municipal que la constitución garantiza y que hoy es una utopía. Es tan fundamental para la democracia la autonomía municipal que su ausencia es una de las dos causales de intervención nacional a la provincia. Pero aquí no hay entre los intendentes otros Pepas que más allá de identidades partidarias, se unan para presionar por una reforma que haga cesar, finalmente, la "dependencia municipal" que aquí se insiste presentar como autonomía.

 

I - La fiesta de cumpleaños de Matzkin le sirvió a los pampeanos para reflexionar sobre el papel que cumplieron toda una camada de políticos pampeanos de distintas vertientes que confluyeron en los años de la entrega nacional. El país perdió en esos años, pero ellos salieron ganando. La Argentina perdió sus empresas públicas, la mitad de los trabajadores su empleo, miles de productores perdieron sus campos, miles de fábricas cerraron, millones de jóvenes pasaron a la marginalidad económica y cultural, la escuela pública se degradó, y el país todo contrajo una monstruosa deuda externa con la que se pagaba la fiesta menemista. Pero, como por arte de magia, ellos, los responsables de la entrega, se hicieron ricos. Tanto que hoy pueden celebrar su riqueza junto a muchos de los que, en aquéllos años de vergüenza, entregaron el país. (LVS)

 


'
'