Lunes 09 de junio 2025

La gran extinción del obrero blanco estadounidense

Redacción 13/12/2015 - 03.09.hs

Barbara Ehrenreich* - En los últimos cuatro años ha aumentado la diferencia en la esperanza de vida entre los blancos pobres y los ricos. Nadie esperaba estos datos, pero ahí están.
La clase trabajadora blanca, que por lo general preocupa a los progresistas por su habitual y paradójica inclinación a votar al Partido Republicano, viene mereciendo la atención mediática por algo más que eso: según la economista Anne Case y Angus Deaton, ganador del último Nobel de Economía, los integrantes de este sector social de entre 45 y 54 años de edad están falleciendo a un ritmo nada moderado. Mientras la esperanza de vida de los blancos más adinerados continúa creciendo, la correspondiente a los blancos pobres está disminuyendo. Solo en los últimos cuatro años, la diferencia de esperanza de vida entre los hombres blancos pobres y los más ricos ha aumentado hasta llegar a cuatro años.

 

Sorpresa.
No se esperaba que pasara esto. Durante casi un siglo, la reconfortante narrativa estadounidense decía que la mejor alimentación y el cuidado de la salud garantizarían una vida más larga para todos. Por eso, la gran extinción del obrero ha llegado cuando menos se la esperaba y es, como dice el Wall Street Journal, "sorprendente".
Sobre todo, no se esperaba que pasara esto con los blancos -en relación con los no blancos-, que habían tenido la ventaja de mejores sueldos, mejor acceso al sistema sanitario, barrios más seguros y, por supuesto, vivido libres de los insultos cotidianos y los daños infligidos a los de tez oscura. Ha habido una importante diferencia racial respecto de la longevidad -de 5,3 años entre hombres blancos y negros y de 3,8 entre mujeres blancas y negras-, a pesar de que esta diferencia, raramente notada, ha ido diminuyendo en los últimos 20 años. Sin embargo ahora solo los blancos de mediana edad son quienes están falleciendo en mayor número; este aumento de muertes está vinculado con los suicidios, el alcoholismo y la adicción a las drogas.
Se entiende por qué los blancos son más eficientes que los negros a la hora de darse muerte. Tienen más probabilidad de ser dueños de un arma de fuego y está la preferencia del hombre blanco por el balazo como forma de suicidio.

 

Desesperación.
Aquí también está presente algo más profundo. Tal como lo describe Paul Krugman, el columnista del New York Times, las "enfermedades" que están detrás de este exceso de muertes de trabajadores blancos son aquellas relacionadas con la "desesperación"; algunas de las causas más obvias son económicas.
Yo me hice adulta en un país -Estados Unidos- en el que un hombre con una espalda fuerte podía esperar mantener una familia con su trabajo sin necesidad de ser un graduado superior. Esos empleos hace tiempo que han desaparecido y en su lugar solo están los trabajos que antes estaban destinados a las mujeres o a las personas de color y disponibles en sectores como el comercio minorista, la jardinería o el manejo de un furgón de reparto de mercaderías. Esto quiere decir que aquellos blancos que están en el 20 por ciento de menores ingresos se enfrentan con circunstancias materiales similares a las que sufren desde hace mucho tiempo los negros pobres, entre ellas tener un empleo precario e irregular, y vivir en un lugar peligroso y superpoblado.

 

"Sueldo invisible".
El privilegio del blanco nunca fue solo una cuestión de ventaja económica. En 1935, el importante estudioso afro-estadounidense W.E.B. Du Bois escribió que "el sector de los trabajadores blancos, aunque reciba una paga baja, está recompensado con una especie de complemento de sueldo: el reconocimiento público y psicológico".
Hoy, algunos aspectos de este sueldo invisible suenan un tanto pintorescos, como la afirmación de Du Bois acerca de que las personas blancas pertenecientes a la clase trabajadora eran "libremente admitidas como los blancos de otras clases en los espectáculos y parques públicos, e incluso en los mejores colegios". Hoy en día, son pocos los espacios que no están abiertos -al menos desde el punto de vista legal- a los negros, mientras que los 'mejores' colegios están reservados para quienes pueden pagarlos, en su mayor parte, blancos y estadounidenses de origen asiático junto con algunos negros que brindan el toque de "diversidad". Mientras los blancos han ido perdiendo terreno en la economía, los negros han conseguido beneficios, al menos desde el punto de vista legal. Como resultado de ello, el "sueldo psicológico" concedido al blanco se ha reducido.

 

Privilegios.
Durante la mayor parte de la historia de Estados Unidos, pudo contarse con el gobierno para el mantenimiento del poder y el privilegio de los blancos, primero mediante la imposición de la esclavitud y, más tarde, la segregación. Mientras tanto, los blancos de la clase obrera se vieron obligados a defender sus cada vez más reducidos privilegios moviéndose hacia la derecha, acercándose a personajes como el gobernador de Alabama George Wallace y sus muchos seudopopulistas sucesores hasta llegar al actual Donald Trump.
Al mismo tiempo, la tarea cotidiana de conservar el poder blanco trasladado desde el gobierno estatal al de cada estado y después a los niveles locales, específicamente las policías locales, las cuales, como sabemos, se han hecho cargo de ella con tanto entusiasmo que la han convertido en un escándalo internacional. The Guardian lleva la cuenta del número de estadounidenses (negros, en su mayor parte) asesinados por miembros de la policía (1.209 en 2015, hasta este momento); mientras tanto, los negros que se manifiestan en el movimiento 'La vida de los negros importa' y una oleada de demostraciones dentro de la universidades han recuperado ampliamente el plano altamente moral que antes ocupaba el movimiento por los derechos civiles.

 

Estereotipos.
Poco a poco la cultura ha avanzado hacia la igualdad racial, e incluso en algunos pocos ámbitos, hacia la supremacía negra. Si en las primeras décadas del siglo XX la imagen estándar del "negro" era la del trovador, el papel del simplón rural de la cultura popular fue asumido en este siglo por los personajes de las series de la TV estadounidense Duck Dynasty y Here Comes Honey Boo Boo. Al menos en el mundo del espectáculo, generalmente el obrero blanco no está tratado como un imbécil mientras que a menudo el negro suele ser el listo del barrio, una persona que sabe expresar sus ideas y a veces es tan adinerado como el rapero Kanye West.
Por supuesto, también estuvo la elección del primer presidente negro de Estados Unidos. Los estadounidenses nativos blancos han empezado a hablar de "recuperar nuestro país". Los más adinerados crearon el Tea Party, los de medios más modestos suelen contentarse con poner en su camioneta la calcomanía con la bandera de los Estados Confederados.

 

Cuesta abajo.
El significado de todo este es que el mantenimiento del privilegio de los blancos, sobre todo entre los menos privilegiados, se ha convertido en algo muy difícil y, por lo tanto, más urgente que nunca. Los blancos pobres siempre tuvieron el consuelo de saber que había algunos que estaban pasándolo todavía peor y que eran más despreciados que ellos; la subyugación racial era el suelo que estaba bajo sus pies, la roca sobre que se erguían, incluso mientras su propia situación estaba deteriorándose.
Si el gobierno -particularmente en el nivel federal- ya no es tan confiable como para garantizar el privilegio blanco, aparecen las iniciativas de base encarnadas por personas individuales o pequeños grupos que ayudan a llenar ese vacío. Estas iniciativas pueden ser las pequeñas agresiones que se producen en las universidades, los insultos raciales gritados desde una furgoneta o, en el extremo más letal, los disparos contra una iglesia frecuentada por negros y renombrada por su trabajo en los tiempos de la lucha por los derechos civiles. Dylann Roof, el asesino de Charleston que hizo justamente esto, era un graduado universitario sin empleo que era un gran consumidor de alcohol y drogas opiáceas. Incluso sin una sentencia de muerte esperándole, el futuro de Roof está signado por una muerte prematura.

 

Fugaz sensación.
Las agresiones raciales pueden proporcionar a sus perpetradores blancos una fugaz sensación de triunfo, aunque también exigen un esfuerzo especial. Hace falta un esfuerzo, por ejemplo, para apuntar con una pistola a un negro que está corriendo o girar bruscamente un vehículo para insultar a una negra; se necesita un esfuerzo para pintar un insulto racial con excremento en una pared del baño de una residencia estudiantil. Los estudiantes universitarios pueden hacer cosas como éstas en parte debido a su vulnerabilidad económica, porque saben que apenas se gradúen empezarán a pagar el préstamo que han pedido para pagar sus estudios.
Si bien no hay evidencia médica sobre la toxicidad del racismo para quienes lo expresan -después de todo, generaciones de acomodados dueños de esclavos han sobrevivido bastante bien-, la combinación del descenso en la pirámide social y el resentimiento racial puede ser una potente invitación al tipo de desesperación que, de una u otra forma, conduce al suicidio, sea por medio de las drogas o mediante un balazo en la sien.

 

Tiempos malos.
A la intelectualidad progre le es fácil sentirse justificada en su repugnancia respecto del racismo de los blancos de la clase más baja, pero la elite educada en la universidad que produce a esta intelectualidad también está en apuros cuando los jóvenes tienen unas perspectivas cada vez menores y una pendiente hacia abajo cada vez más marcada. Llegados los tiempos malos, profesiones enteras -desde la enseñanza universitaria hasta el periodismo y la abogacía- han caído. Una de las peores equivocaciones que esta elite relativa puede cometer es inflar su propio orgullo odiando a quienes están cayendo todavía más rápidamente, sea cual sea su color o raza. (Rebelión).
*Editora fundadora de Economic Hardship Reporting Project. Autora de Nickel and Dimed: On (Not) Getting By in America.

 


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