Algo de esperanza
Siempre se habló de una década ganada y ahora se empieza a hablar de una década perdida. Lo bueno es que de las opiniones y percepciones pasamos a los fríos números de una estadística que no admite discusiones.
Fue el investigador Alfredo Serrano Mancilla el que se tomó el trabajo de fijar parámetros tangibles, ponerlos en cifras y compararlos. La diferencia es contundente y notoria. La base que dejaron los gobiernos kirchneristas terminaron pulverizados en la década siguiente. En la primera etapa se midieron índices tomados entre 2005 y 2015 y en la segunda los resultados de esos mismos índices entre 2015 y 2025, que incluyen las gestiones de Mauricio Macri, Alberto Fernández y la mitad del gobierno de Javier Milei. Los devastadores declives ponen en cifras esa "sensación" de venirnos en caída libre desde hace un buen rato.
Sin fondo y hasta el fondo.
Hace apenas unos días se cumplieron veinte años de aquel histórico momento en el que Néstor Kirchner nos informaba a todos los argentinos que ya no le debíamos ni un solo peso al Fondo Monetario Internacional.
Fue el 15 de diciembre de 2005, cuando el presidente anunciaba el pago total de la deuda que la Argentina mantenía con el FMI por 9.800 millones de dólares. Se trataba de un verdadero cambio de época: el Fondo se iba de la Argentina después de 28 años, luego de haber ingresado al país de la mano del programa económico de Martínez de Hoz durante la última dictadura cívico-militar.
De ahí en más, se consolidó un modelo de políticas activas de redistribución de la riqueza y mejoras en salarios y jubilaciones, más una larga serie de derechos conquistados, con programas como el recordado Procrear para construir, ampliar y refaccionar viviendas, junto a estímulos para cambiar autos y para viajar por nuestro país.
Una década más tarde se inició la debacle con la dupla Macri-Caputo, el retorno al FMI y las nuevas deudas que condicionaron la gestión de Alberto Fernández. Más tarde, Milei hizo lo suyo, propiciando el regreso del mismo Caputo al que denostaba por endeudador serial pero al que le dio las llaves para que profundizara el ajuste sin fin.
En apretada síntesis, vale consignar que en estos últimos diez años cayó la producción industrial, se redujo el número de empresas, se disparó la deuda externa, creció el riesgo país, aumentaron los precios, se redujo el salario real y también el mínimo, aumentó la pobreza, se derrumbó la participación de la remuneración de los trabajadores y se acrecentó la brecha de ingresos entre ricos y pobres. Además, empeoró la desocupación y el subempleo, cada vez es más difícil afrontar el gasto básico en electricidad o transporte en base al salario, se desplomó el consumo de carne, bajó la venta de alimentos en supermercados, creció el endeudamiento de los hogares y subió la tasa de interés de los préstamos personales.
El completo informe del mencionado Serrano Mancilla también deja en claro que “el vivir peor es el rasgo esencial de esta década perdida. Afecta al 95% de la población argentina. Los que antes eran pobres, ahora están sin derechos y malviviendo afuera de los márgenes de la sociedad; los que llegaron a ser clase media, cayeron en la pobreza; los de clase media de toda la vida ahora están lidiando con no ser pobres; la clase media alta se ajusta gracias a su ‘colchón bank’; y los muy ricos son aún más ricos”.
Y así estamos hoy, llegando a duras penas a un final de año en el que no quedan dudas que terminamos de completar una "década perdida".
Una cíclica ilusión.
Así y todo, los vaivenes de este país dejan un margen para la ilusión. Las cíclicas idas y vueltas permiten pensar que pronto llegará otra vez una época que no sea de "vacas flacas".
Mientras tanto, en La Pampa hay un modelo provincial que resiste ante el recorte nacional y que a pesar de todo no dejó de hacer obras. Hay una Universidad que en pleno ajuste se animó a crear una nueva facultad y a ofrecer a partir del año próximo la carrera de Medicina, junto al anuncio de una serie de obras para otras unidades académicas. También hay un movimiento cooperativo fortalecido y eficiente que se planta y le da batalla a un poderoso grupo económico como Clarín. Si la provincia sigue en pie, soportando este negativo panorama nacional, cabe pensar cuánto mejor podríamos estar si todo volviera a ser apenas parecido a la “década ganada”.
Es una batalla difícil, pero es la misión que nos queda por encarar desde el año que viene. Habrá que sortear duros escollos, pero es sabido que si el campo nacional y popular se vuelve a unir, todo es posible.
En este fin de año levantemos las copas con esa ilusión. Tengamos en cuenta que la esperanza es lo último que se pierde.
DANIEL ESPOSITO
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