Viernes 16 de mayo 2025

Cada cual atiende su juego

Redacción 25/08/2024 - 11.32.hs

El “Antón Pirulero” es un antiguo juego infantil. Para los lectores más jóvenes, o para aquellos que escucharon la mención de parte de los mayores pero no saben de qué se trata, vale recordar que consiste en formar una ronda de niños, de manera que cada uno de ellos pueda ver directamente al resto de los participantes. Mientras uno hace el papel de “Antón Pirulero”, el resto debe elegir un instrumento de música imaginario y hacer como si lo tocara. Mientras cada pequeño toca su instrumento, “Antón Pirulero” no toca ninguno, sino que va girando sus manos con puños cerrados mientras canta la canción: “Antón, Antón, Antón Pirulero, cada cual, cada cual, atiende su juego y el que no, el que no, una prenda tendrá”. En cualquier momento deja de hacer su movimiento y súbitamente, sin dejar de cantar, empieza a tocar el instrumento de uno de los jugadores. En ese instante, el jugador que estaba tocando el instrumento que ahora toca “Antón Pirulero”, tiene que dejar de tocarlo y comenzar a girar sus brazos. Si no lo hace porque no estaba atento, o porque se confunde al hacer el cambio, pierde y debe pagar “con una prenda”.

 

En la actualidad, el problema es que ahora los más grandes -entre los que se incluye este columnista- estamos viendo que se está jugando el mismo juego, pero en la política.

 

Pasa a nivel nacional, provincial y municipal. Los ejemplos sobran. Solo por mencionar a los de esta semana, a nivel local se puede mencionar el debate por la Revisión Técnica Obligatoria; en el orden provincial las discusiones sin fin por el Aporte Solidario; y a nivel nacional la votación contra la habilitación de fondos millonarios para la SIDE y a favor de la mejora de los haberes para los jubilados.

 

Por todo lo observado, es prácticamente lo mismo que en el juego infantil aludido en el inicio de la nota. Cada uno se mueve a acuerdo a sus propios intereses, está más atento a lo que hace el otro, solamente para no perder sus propios privilegios.

 

Alarmantes indicadores.

 

Es así como cada uno atiende a su propio juego. Al ministro Caputo solo le interesan que le cierren los números como sea, sin ceder aportes a las provincias ni a las universidades, mientras se lleva el oro al exterior como garantía de nuevos préstamos. Macri hace alianza con todo el arco opositor nada más que para amenazar y condicionar al presidente Milei. Los propios legisladores libertarios se pelean entre ellos, porque algunos quieren liberar a los represores y otros se dicen “engañados”.

 

Tienen Ley Bases, DNU, “Pacto de Mayo” firmado en julio, el RIGI aprobado, el “déficit cero” y la inflación con los deberes técnicos “terminados” como para que no suba nunca más, pero la economía no arranca.

 

Y para desviar la atención, ventilan cada detalle íntimo de la gestión anterior. En este caso, vale dejar constancia que Alberto Fernández se entretuvo con otro juego, más peligroso que el “Antón Pirulero”: nos hizo creer que gobernaba “full time” pensando en todos los argentinos y ahora venimos a descubrir que dedicaba gran parte de su tiempo a ocuparse de sus propios intereses personales. Y resulta que ahora lo único que le preocupa es censurar a quienes difunden sus andanzas mientras ocupaba la Casa Rosada y la Residencia Presidencial de Olivos.

 

Obviamente, a este oscuro panorama se suman las corporaciones nacionales y multinacionales, junto a los grandes medios, que con intereses comunes también juegan su propio juego.

 

Mientras tanto, las estadísticas siguen mostrando alarmantes indicadores, con un costo de vida cada vez más caro, con salarios y jubilaciones que no alcanzan y chicos y grandes que se van a dormir sin cenar.

 

Cambio de reglas.

 

Como juego, está bien que el “Antón Pirulero” se utilice para entretenimiento infantil. Pero para el mundo de los adultos, que cada vez haya más egoísmo y menos interés por el bien común se va tornando grave.

 

Dicen que la mayor parte de los cuentos infantiles son versiones de historias europeas -como ésta que dicen que viene de una leyenda originada en Granada, en 1860- y que fueron hechas para educar a los niños, fundamentalmente basadas en preceptos que aluden a que “la vida es cruel y la gente es mala”. En este caso, lo peor es que parece que por más que estemos atentos, nos aplican las prendas igual. Solo queda esperar que antes de que sea demasiado tarde llegue alguien que cambie las reglas del juego, para beneficio de todo el pueblo argentino.

 

DANIEL ESPOSITO

 

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