Lunes 15 de abril 2024

Cumbres borrascosas en el país del norte

Redacción 14/06/2022 - 09.36.hs

Pese a su previsible intrascendencia la Cumbre de las Américas de Los Angeles, con los países latinoamericanos mirando de reojo hacia los Estado Unidos, mostró algunos aspectos dignos de comentar.

 

En principio cabría destacar la dignidad puesta de manifiesto por el presidente de México, que negó su presencia en el cónclave si la invitación discriminaba -tal como ocurrió- a Cuba, Venezuela y Nicaragua, países que se niegan a seguir al pie de la letra el libreto político que baja desde Washington. México es un país de alta significación para Latinoamérica, tanto por su peso político y económico como por las actitudes que, salvo deshonrosas excepciones, tuvo siempre para con su poderoso vecino del norte, que lo asaltara en sus riquezas y le robara un millón de kilómetros cuadrados de su extensión original. Bien lo expresa un refrán nacional: "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estado Unidos"

 

En cambio las autoridades argentinas decidieron estar presentes en la reunión, pese a que inicialmente habían manejado los mismos argumentos que México. Al parecer la visita previa de un alto funcionario norteamericano promovió el cambio de opinión, aunque también -hay que reconocerlo- la fuerte incidencia de Washington sobre el FMI, organismo acreedor del ruinoso préstamo que dejara como pesada herencia el macrismo. Sin embargo el discurso de Alberto Fernández no fue condescendiente y buscó rescatar el protagonismo que Argentina tradicionalmente mostró en la región latinoamericana. Tuvo la dignidad de reprochar a los organizadores la ausencia de las islas Malvinas en el mapa que identificaba la reunión. Entre otras expresiones merecen destacarse las palabras del Presidente sobre "el endeudamiento insostenible" que dejó la dupla Trump-Macri, su mención al "silencio de los ausentes" en referencia a los tres países segregados y el vergonzoso papel de la Organización de Estaos Americanos al apoyar el golpe de Estado en Bolivia.

 

La Argentina, mal que nos pese, continúa pagando el precio de su alineamiento con las potencias de Occidente que tuvo su pico de indignidad en tiempos del menemismo con las "relaciones carnales" que practicara el entonces presidente enviando barcos de guerra al bloqueo de Irak.

 

Lo insólito de esta Cumbre, y hasta cierto punto escandaloso, fue que expositores de un auditorio, en un evento oficial, fueron increpados por asistentes. A dos de ellos, el secretario de Estado norteamericano, Anthony Blinken, y el secretario general de la OEA, Luis Almagro, les reprocharon la hipocresía de hablar sobre democracia y derechos humanos en América. El reclamo a Almagro fue el más airado con pesadas, y certeras, acusaciones que el secretario de la OEA no pudo rebatir porque estaban fundadas en evidencias.

 

Bien puede considerarse que Joe Biden pagó por el pecado de soberbia, al no invitar a todos los países a esta reunión "panamericana", con la penitencia de un evento donde los concurrentes expresaron posturas que no fueron de su agrado. Y ello en momentos en que la posición de su país, tanto política como económica, dista de ser cómoda y ve disminuir su influencia planetaria, otrora indiscutida.

 

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