Domingo 01 de junio 2025

"Decilo, Enzo, decilo"

Redacción 24/11/2024 - 19.39.hs

Los más veteranos recordarán una frase popularizada en la década de los 90, esa época que pareciera que está volviendo ahora. En un panel de expertos en cuestiones futbolísticas, al estilo de “Polémica en el bar” pero llamado “El equipo de primera” y con tribuna de fondo, siempre se debatía acaloradamente y a los gritos. En medio de esas discusiones, la pausa la ponía el uruguayo Enzo Francescoli, que -como reflejo de su virtuosa forma de jugar- se tomaba su tiempo para dar sus opiniones, al punto que el resto de los integrantes de la mesa no acertaban a adivinar siquiera si había terminado con su intervención. Por esa cuestión, otro panelista, el verborrágico entrenador Héctor “Bambino” Veira, se exasperaba y terminaba reclamando que cerrara su opinión con un enfático latiguillo.

 

“Decilo Enzo... decilo”, reclamaba el director técnico para que Francescoli terminara su frase con alguna sentencia grandilocuente, cuestión que no ocurriría nunca, dada la parsimonia y diplomacia con la que se expresaba el deportista oriental, quien actualmente sigue vinculado al fútbol como director deportivo de River Plate.

 

Veira negó haber pronunciado esas palabras, asegurando que se las atribuyeron en un programa humorístico de gran éxito en aquel momento, que parodiaba la situación con logradas imitaciones de Miguel Angel Rodríguez y Pablo Granados, en la que el remate de la escena cerraba con ese reclamo.

 

Sea como sea, de allí en más esa frase se popularizó y actualmente se utiliza en cualquier reunión de amigos ante aquel que se queda dudando o no sabe cómo expresar lo que tiene que decir.

 

Gambetas empresariales.

 

Todo este recuerdo viene a cuento porque en la actualidad económica y política que vivimos en la Argentina hay muchos que esperan que los sectores afectados por la gestión libertaria salgan a decir con todas las letras que la están pasando mal, pero resulta que ante las consultas directas gambetean mejor que Francescoli.

 

Andan a las vueltas, usan una serie de eufemismos y no terminan de admitir que sus actividades decaen y que sus números están en rojo.

 

Y cuando se les pide que describan un panorama sobre la realidad de sus sectores durante las últimas décadas, tampoco reconocen que en otros momentos estuvieron mucho mejor. Más de uno, inclusive, ha pasado de mencionar las crisis de hiperinflación del 1989 y del 2001 para saltar sin escalas a la pandemia del 2020 y a la actualidad, pasando olímpicamente por alto los años de bonanza que vivieron durante los gobiernos progresistas.

 

El ejemplo aplica para los dirigentes de varios sectores. Uno de los más notorios fue el de la dirigencia nacional de la construcción, que tuvo su plenario días atrás en Santa Rosa. Días más tarde, lo contó un funcionario provincial: por lo bajo no dicen lo mismo que cuando se enciende una cámara o hay que firmar un documento sectorial, que termina sin decir con todas las letras que la recesión y los recortes del gobierno libertario los está afectando de lleno.

 

Lo mismo ocurre con los ruralistas. Y ni hablar de los supermercadistas y otros sectores que reflejan caídas en producción, ventas y empleo.

 

Todos los relevamientos les dan números en rojo, pero terminan hablando de “expectativas para el futuro” y esperanzas de que todo comience a encaminarse.

 

Frenos y dudas.

 

Pareciera que a la hora de hablar aparecen las dudas y que hay cuestiones que los frenan.

 

Algunos dicen que no les importa tanto si los movimientos económicos son mayores o menores, porque con el respaldo económico que tienen sus grandes empresas están ocupados en multiplicar billetes en bicicletas financieras entre pesos y dólares, con compras, ventas, tasas y bonos, con lo que terminan ganando más con menos esfuerzo.

 

Otros dicen que en realidad tienen un freno de mano que les impide hablar, porque ante todo anteponen un modelo ante otro -nacional y popular- que no comparten y que no quieren que vuelva, aunque les merme la actividad hasta casi hacerlos desaparecer de la actividad productiva.

 

Hay excepciones, claro, pero la referencia -que incluye también a los políticos- es para todos aquellos que en privado dicen una cosa muy distinto que cuando se tienen que pronunciar públicamente.

 

De todos modos, y sea por la razón que sea, poco a poco se va viendo que más de uno se está cansando y tiene ganas de salir a gritar a los cuatro vientos que se sintió engañado y que antes estaba mejor que ahora.

 

Lo mismo corre para los ciudadanos de a pie, para los que se quedaron sin trabajo, los que tienen los salarios planchados, los jubilados que no pueden comprar remedios y los jóvenes que no consiguen empleo ni apoyo de sus padres para poder estudiar.

 

Por eso, cada vez que se los consulta por su situación y se los ve balbucear sin terminar de admitir la oscura realidad de lo que están viviendo, da ganas de decirles, como en aquellos programas: ¡Decilo Enzo, decilo!!!

 

DANIEL ESPOSITO

 

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