Doble moral de un charlatán libertario
El hombre de pelo blanco, lacio, y nariz levemente aguileña estaba vestido de saco y corbata, subido a un púlpito de madera en el aula de la universidad. Hablaba con acento español y tono encendido. Cada tanto sacaba billetes del bolsillo interno de su saco y los revoleaba al aire. Buscaba -está claro- encender el fervor en sus oyentes. Algunas de sus frases eran: “La democracia es el sistema inmunológico que ataca al propio organismo”. “Fui un liberal clásico. Tengo que reconocer mis pecados. Luego abjuré de semejante herejía”, decía, como si estuviera arrodillado junto a la ventanita de un confesionario en alguna iglesia de Madrid.
El mismo hombre, Jesús Huerta de Soto, español de casi 70 años, presentado como el “máximo exponente libertario del mundo”, estuvo esta semana en Buenos Aires. Lo que más trascendió de su visita fue su entrevista en el canal A24 con el periodista Antonio Laje.
En un momento del reportaje apareció en el estudio el presidente Javier Milei, que se autodefine discípulo del español. De Soto y su pupilo se elogiaron mutuamente. Luego se sentaron y se quedaron en el set de televisión por una hora. El español brindó más definiciones, mientras Milei lo miraba con la sonrisa de un niño al que le acaban de regalar un helado de vainilla.
“La sociedad se autorregula sola. Es el orden espontáneo del mercado”. “El Estado no es necesario”. “Si desde que naces estás en un sistema estatista, la educación es pública y te lavan el cerebro. Por eso todos los estados quieren controlar la educación”. “El Estado en su esencia es ineficiente y además inmoral. El Estado impone la coacción: robar a unos para beneficiar a otros”. “El Estado es como una droga. Una vez que te da subsidios, los que los recibieron dependen del Estado”. “Es más fácil sacar a un hijo de la drogadicción que a una ciudadanía del estatismo”, fueron algunas de las definiciones del guía espiritual del presidente argentino.
Es extraño que ninguna de las coberturas periodísticas haya reparado en un pequeño detalle. Huerta de Soto es un adicto irrecuperable -según su definición- porque básicamente vive del Estado. El guía espiritual de Milei es profesor de la Universidad Rey Juan Carlos desde hace 25 años.
La universidad, ubicada en las afueras de Madrid, tiene 46 mil estudiantes y se financia con una parte de los 12 mil millones de euros por año que invierte el estado español en 47 universidades públicas.
Según la información brindada por la propia universidad, el presupuesto del año 2023 -último dato disponible- fue de 301.973.669 euros. En salarios desembolsó 114 millones. Los sueldos básicos de los profesores con la categoría de De Soto, según lo que publica la universidad, son de 35 mil euros por año, unos 400 millones de pesos. A esto hay que sumarle el plus por antigüedad, entre otros que reciben.
¿Acaso no hay universidades privadas en España? Por supuesto que sí. De Soto prefiere la estabilidad y comodidad que implica formar parte de esa “droga” que se llama presupuesto público.
No se trata de asumir una posición fundamentalista, ni de exigir una coherencia acérrima entre lo que se dice y el modo en que se vive. Pero cuando una persona hace planteos extremistas, en los que no hay espacio para los matices, su falta de coherencia es como una mancha de café en un pretendido traje blanco. Es muy difícil no pensar que se está delante de un charlatán.
Son días en los que la muerte del papa Francisco ha provocado que se pose la mirada sobre el legado de Jorge Bergoglio. Francisco, como papa, vivió tratando de practicar lo que predicaba. Parte de la huella que deja es mostrar la fuerza que tiene esa coherencia. De Soto, y la doble moral libertaria, son exactamente lo contrario. Más temprano que tarde todos serán desenmascarados. (Por Demián Verduga, en tiempoar.com.ar)
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