Viernes 30 de mayo 2025

Doloroso aniversario

Redacción 29/05/2025 - 00.35.hs

A las tristes noticias que todos los días visten a la Argentina hay que agregarles una que, por menos que nos guste, es una realidad que golpea en forma dolorosa: la desaparición de niños. Se diría que el tremendo acontecer diario del país desdibuja de a poco esa circunstancia que nos duele y avergüenza a todos, porque ese es el sentimiento que debe campear. El recuerdo nos impone que faltan muy pocos días para que se cumpla un año de la desaparición de Loan Peña, el pequeño correntino del que nunca más se supo a partir del 13 de junio del año pasado, cuando recogía naranjas en el jardín de su abuela.

 

Desde entonces han pululado los rumores revestidos de mayor o menor certeza, pero siempre vanos. Para semejante situación han colaborado desde una acción policial poco clara hasta un periodismo con toques de sensacionalismo; desde declaraciones particulares desvaídas o incomprobables hasta acciones tan absurdas como lamentables por parte de funcionarios/as nacionales de alto nivel, que el tiempo demostró más interesadas en la trascendencia política de sus actos que en la resolución de los hechos.

 

Pero el niño sigue sin aparecer y esa realidad da lugar a las más atroces consideraciones y posibilidades reviviendo, de paso, circunstancias similares que estaban desapercibidas o que habían quedado olvidadas, pero acaecidas en la misma región.

 

Otros hechos y trascendidos siempre en el ámbito cercano al niño enturbian la investigación y acrecen el misterio. El mayor de todos, posiblemente, la muerte -¿suicidio? ¿asesinato?— de una de las personas implicadas en el caso, responsable de una nota previa donde criticaba las aptitudes de uno de los varios peritos que intervinieron pero, además, en otro escrito predecía su efectiva desaparición. Esos elementos promovieron una línea de investigación en torno a su muerte, que hasta el momento no ha sido esclarecida.

 

Un caso similar se produjo siete meses después en la provincia de Córdoba, donde a fines de febrero de este año Lian Gael Flores Soraide, de 3 años, desapareció mientras jugaba en el patio de su casa, una humilde vivienda de horneros.

 

La sociedad cordobesa, en parte aleccionada por el misterio de Loan, de inmediato convocó a una búsqueda activa, empleando perros, drones y helicópteros y elevando el grado de alerta de la investigación. Como en el caso de Corrientes, no hay pistas policiales o judiciales firmes y pululan los rumores. La trascendencia del hecho fue mayor al saberse que el gobierno cordobés ofrecía –y ofrece— una muy considerable suma de dinero para quien aporte datos concretos y efectivos. Como en el caso de la provincia litoraleña, el hecho revivió sucesos similares ocurridos en la zona hace algunos años, guardados en la memoria popular.

 

Más allá de la tristeza que conlleva la desaparición de estas criaturas, resulta alarmante que los poderes públicos no hayan aportado nada concreto hasta el momento. Pensar que la Justicia, y muy especialmente la Policía con todo su enorme potencial, no posean algún dato cierto y efectivo con relación a hechos tan horrendos, resulta muy inquietante. ¿Estamos frente a crímenes sin solución?

 

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