Sabado 07 de junio 2025

El espejismo de la apertura comercial

Redacción 07/06/2025 - 00.16.hs

Los balances y valores "positivos" que difunde el Ministerio de Economía de Luis Caputo disfrazan una realidad: mayor apertura comercial y superávit a costa de suspensión de pagos, desindustrialización y contracción de la economía.

 

MANUEL VALENTI RANDI

 

Argentina arrancó 2025 con una marca histórica: en el primer trimestre pagó USD 16.471 millones en importaciones (según datos del BCRA), el nivel más alto desde 2003. A simple vista, podría leerse como un indicio de consumo pujante o de productos nuevos en las góndolas. Pero detrás de ese número hay una apertura comercial indiscriminada tan amplia que exige endeudamiento externo y un dólar artificialmente caro para sostenerla. En un mundo cada vez más proteccionista, las consecuencias pueden ser peores que las anteriores oleadas aperturistas.

 

En el primer trimestre de 2024, el país registró el mayor superávit comercial en más de veinte años: ingresaron más divisas por ventas al exterior que las que salieron por compras internacionales. Sin embargo, ese “balance positivo” no nació de una explosión exportadora, sino de dos causas negativas. En primer lugar la recesión doméstica: la economía se contrajo, reduciendo fuertemente el consumo interno y, por ende, las compras de importaciones. A su vez, hubo una una suspensión de pagos: durante meses el Gobierno dejó de liquidar gran parte de sus facturas de importación, acumulando reservas estancadas.

 

El resultado: un colchón de dólares que en 2025 se “quemó” para mantener un tipo de cambio alto (apreciado) y financiar el desborde importador.

 

Un gráfico de estadísticas del Indec ilustra con crudeza la nueva realidad: el volumen exportado permanece estancado, mientras las importaciones rozan máximos históricos, comparables únicamente con 2018, año en que el Gobierno de Mauricio Macri también recurrió a la apertura comercial, el FMI y la valorización financiera a costa de la industria local. Este desbalance genera presión sobre las reservas y amenaza la estabilidad cambiaria: más dólares gastados afuera, menos disponibles para sostener la moneda local.

 

Déficit comercial.

 

El déficit comercial respecto al primer trimestre del 2024 aumentó un 35%. Son USD 4.569 millones más que se gastaron en importaciones. Como muestra la tabla el mayor déficit comercial se concentra en vehículos y tractores, cuyo ingreso creció en más de USD 1.000 millones respecto al primer trimestre de 2024. La liberalización comercial incluso para la importación de maquinaria agrícola usada impacta en la industria y las reservas. Además, los rubros de productos industriales elaborados y bienes de capital también presentan aumentos significativos.

 

Sin embargo, destaca el incremento del 107% en importaciones de fruta, el octavo mayor alza interanual. Insólitamente en un país con alta competitividad y productividad agroindustrial parece más barato traer frutas del exterior. En otras palabras, hoy es más barato traer manzanas o peras del exterior que consumir la cosecha local, gracias a un peso fuerte frente a las monedas vecinas y la desprotección de la industria nacional.

 

Del lado de las exportaciones, la balanza comercial mejoró en USD 1.000 millones. Sin embargo el patrón de exportaciones es de creciente primarización, desde hace 10 años. Como muestra el gráfico se observa una caída y estancamiento de la cantidad exportada de los productos industriales, en tanto se profundiza el sesgo primario: crecen los envíos de aceites de soja, hidrocarburos (Vaca Muerta), oro y litio, bienes con bajo valor agregado que confirman un modelo de inserción basado en la extracción de recursos naturales.

 

Las exportaciones argentinas profundizan su sesgo primario. Los derivados de soja (28%), hidrocarburos (22%), oro (15%) y litio (12%) concentran el 77% del total del aumento de las exportaciones, según el gráfico de composición exportadora. En contraste, las manufacturas industriales cayeron un 9% en volumen, evidenciando una desindustrialización acelerada. El desarrollo de Vaca Muerta, aunque clave para el sector energético, no compensa la pérdida de diversificación productiva.

 

Subordinación y presión.

 

La subordinación a Washington se traduce también en presiones para desactivar el swap con China y postergar obras estratégicas (p. ej., centrales nucleares). Sin embargo, Brasil y China son, por ahora, los principales beneficiarios de la apertura comercial argentina, con aumentos de importaciones de USD 1.896 millones y USD 1.206 millones, respectivamente. El contraste se agrava en un contexto de guerra comercial y depreciación de sus divisas, que abaratan aún más sus productos frente a un peso artificialmente apreciado.

 

En servicios, Argentina también marcó récord: en estos tres meses, la salida de dólares por turismo alcanzó los USD 3.314 millones, un rubro que explica buena parte del déficit en cuenta de servicios bajo un tipo de cambio que incentiva viajar al exterior.

 

El modelo para las elecciones es claro: importación barata y viajes al exterior para la clase media, y carry trade para el capital financiero. De esta manera buscan sostener a la baja la inflación y evitar saltos en el tipo de cambio, a costa de la sostenibilidad macroeconómica.

 

En términos estructurales aceleran una transformación que inició en diciembre de 2015: desindustrialización, menor empleo de calidad, auge de la informalidad y concentración productiva. Como consecuencia, el balance social de este modelo es devastador: desde la asunción de Javier Milei se perdieron más de 100.000 puestos de trabajo formales, 25.000 de ellos en la industria, y se registró el cierre neto de más de 10.000 empresas, especialmente pymes. Mientras tanto, las grandes corporaciones acumulan ganancias extraordinarias, intensificando la concentración de la actividad económica. Las más castigadas en términos de empleo son las vinculadas a la construcción, servicios de almacenamiento y transporte y la industria manufacturera.

 

En definitiva, este experimento de apertura radical es inviable sin el ancla geopolítica de Estados Unidos y el financiamiento externo que lo sustenta. No existe superávit genuino con dinamismo productivo: sólo dependencia, pérdida de soberanía y un ajuste insostenible e inhumano. (Extractado de El Destape)

 

'
'