Domingo 29 de junio 2025

El "Proyecto Argentina"

Redacción 03/11/2024 - 20.06.hs

No hace mucho tiempo, en este espacio se publicó una columna titulada "El cuento de la ucraniana", que -parafraseando el título de la novela de Margaret Atwood- contaba las penurias de mujeres de aquel país del Este europeo que habían sido contratadas para alquilar sus vientres, gestando hijos ajenos. Normalmente los clientes eran extranjeros, y las gestantes, a las que se les pagaba sólo una fracción del costo total de estos bebés "encargados", se las dejaba en total desamparo si perdían esos embarazos, o si el niño nacía con algún problema estético o de salud. Desde luego, hace casi tres años Ucrania se encuentra en guerra, y la logística del negocio se ha complicado, así que hubo que encontrar otro país con mujeres blancas y pobres para parasitarlas. Adivinen cuál es ese país.

 

Bonn.

 

La punta del hilo se encuentra en la ciudad alemana de Bonn, donde un buen día se presentó una mujer de 58 años con una beba de tres meses con signos de maltrato, en pésimas condiciones de salud y nutricionales. Los médicos concluyeron que la señora no estaba en condiciones de cuidar a la infante, y tras intervenir la policía, se le quitó la tenencia. Pero no acaban allí las singularidades: cuando se pusieron a averiguar cómo esta persona incompetente se encontraba en posesión de la niña, se encontraron con la sorpresa de que ésta había nacido en Argentina.

 

Con la señal de alarma dada por el Consulado argentino en aquella ciudad, la causa entró en un juzgado de Comodoro Py, donde tras diez meses de investigación, el mes pasado se ordenó una serie de allanamientos en distintas instituciones médicas, estudios jurídicos de CABA, y de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe. La megacausa -que ya tiene también otra gemela en la provincia de Córdoba- está investigando a una organización internacional dedicada a la compraventa de bebés mediante el método de la "subrogación de vientres". O, como ya lo han definido no sin creatividad, una empresa dedicada al "turismo reproductivo".

 

La bicoca les sale unos cincuenta mil dólares a las personas adoptantes, de los cuales una quinta parte le queda a la mujer gestante, siempre y cuando entregue al bebé vivito y coleando. Ah, y si acepta que el parto sea por cesárea -minimizando así la posibilidades de lesionar al recién nacido- les ofrecían un plus de otros mil o dos mil dólares. Total, qué le hace otra cicatriz al tigre.

 

Los cuarenta mil dólares restantes, tal como manda el libre mercado, eran ganancia de la mafia actuante, que se encargaba de seleccionar a las mujeres incubadoras, del cuidado médico del embarazo, y de los trámites "legales". Ah, sin olvidar, por supuesto, la publicidad destinada a atraer a los europeos infértiles para que inviertan en este así llamado "Proyecto Argentina".

 

Legal.

 

La Argentina empobrecida era territorio fértil para este tráfico indigno. De hecho, si conforme la ideología gobernante es legal vender un órgano, ¿por qué no habría de serlo alquilar un vientre?

 

Pues bien, hay una ley vigente que regula las técnicas de reproducción asistida (26.862) pero ni esa ni ninguna otra norma reglamenta a la llamada "gestación subrogada". Y por el principio liberal de nuestra Constitución, todo lo que no está prohibido está permitido. A ello debe sumarse que, mientras en el resto del país cualquier adopción debe necesariamente pasar por una autoridad judicial, en CABA basta con la actuación de un escribano, y la inscripción del bebé a nombre del adoptante. Buenos Aires no sólo va camino de convertirse en un paraíso fiscal: parece que también es un paraíso fetal.

 

Y aunque el escándalo es mayúsculo, e involucra a varios personajes bien cogotudos (como se decía antes) no se ha informado de ningún legislador que se haya interesado en modificar el estado de cosas, ni en la legislación nacional, ni en la de la ciudad capital argentina.

 

Tercio.

 

Según consigna Infobae, la investigación arrojó que de los casi 150 casos de "gestación subrogada" inscriptos desde 2018, un tercio correspondían a "adoptantes" extranjeros, sin domicilio en Argentina, sin vínculo alguno con las gestantes, y que en algunos casos, ni siquiera habían aportado sus genes en la concepción.

 

A la flagrante violación al derecho a la identidad y a la dignidad de esos bebés, se agrega, por supuesto, la violación de los derechos de mujeres en situación de vulnerabilidad, a las que se sometía a un trato indigno, y se las obligaba a firmar contratos y autorizaciones que, en muchos casos, contenían cláusulas falsas. Para no hablar de las consecuencias físicas y emocionales que implica un embarazo y un parto.

 

Todo este sistema "administrativo" -es decir, por fuera del sistema judicial- se ocupaba con esmero de la salud de la gestante y el cuidado del embarazo y el parto, pero ni por asomo se les ocurría verificar las condiciones personales de los "adoptantes" ni su aptitud para ejercer la paternidad o maternidad. Lo único que importaba eran los dólares que desembolsaban. Así es como una beba argentina terminó en un hospital alemán, con peligro de muerte.

 

Mucho se critica la falta de celeridad de los tribunales en materia de adopción. Incluso ahora existe un proyecto de que también los divorcios se puedan tramitar por vía administrativa, sin preocuparse demasiado por las múltiples consecuencias que esos procesos pueden provocar, en particular, a los niños involucrados. Para algo los juzgados de familia cuentan con equipos interdisciplinarios que estudian cada caso. Podrán cometer errores, pero al menos lo intentan.

 

El sistema de adopciones "exprés" que rige en CABA no contempla en absoluto todas estas complejidades. Lo único que parece importar en ese distrito es que nada -ni siquiera un ser humano recién nacido- se interponga en la celebración de buenos negocios.

 

PETRONIO

 

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