Miércoles 03 de septiembre 2025

El telar de la abundancia

Redacción 03/09/2025 - 00.22.hs

El Estado gastó en julio, en intereses de su propia deuda, diez veces lo que hubiera necesitado para pagar el aumento jubilatorio.

 

Por Germán Pinazo *

 

Como parte de una verborragia que parece no tener límites ni fondo, en estos últimos días el presidente argentino, el licenciado Javier Milei, ha calificado de degenerados fiscales a los legisladores y legisladoras que, recientemente, han aprobado proyectos que intentan reparar un poco la calamitosa situación en la que se encuentran discapacitados y discapacitadas, jubilados y jubiladas y las universidades públicas.

 

Pondremos un manto de piedad, y no haremos mención a las recientes filtraciones periodísticas que parecen mostrar que, para sorpresa de pocos, además de un desprecio por los más vulnerables, estos funcionarios públicos tienen una particular amistad por lo ajeno. En esta breve nota nos limitaremos a mostrar algo sobre lo cual, quizás por su complejidad, se habla poco: los intereses capitalizables de la deuda del Tesoro Nacional. Intentaremos mostrar que el Presidente Javier Milei viene llevando adelante una política fiscal exactamente a la contraria a la que dice hacer, aumentando el gasto público con una velocidad y una magnitud que haría sonrojar al más frugal de los populistas.

 

“Bomba de tiempo”.

 

Pero vayamos despacio. ¿Qué son los intereses capitalizables de la deuda pública? Son intereses que, en lugar de pagarse en la fecha en la que estipulaba el instrumento que les dio origen, se suman al capital adeudado, aumentando el stock de deuda y generando a futuro nuevos intereses. Primer dato: la deuda pública bruta de la Administración Nacional, según el propio Ministerio de Economía, creció en el equivalente a 76 mil millones de dólares entre diciembre de 2023 a julio de 2025, poco más de un 20%. Primera cuestión entonces, alguien que diga que el Gobierno Nacional no aumentó la deuda es alguien que, o bien no tiene idea de lo que habla o bien tiene mala fé (y compara con algún mes anterior, donde la deuda en pesos tenía un mayor valor en dólares por computarse a un tipo de cambio oficial casi 3 veces menor).

 

Segunda cuestión, ahora sí, la de los intereses capitalizables. A partir de 2024, y como parte de un plan económico cuyo único objetivo es bajar la inflación mediante la emisión de deuda, el Gobierno comenzó a emitir, a un volumen mucho mayor al que lo venía haciendo en años anteriores, deuda con intereses mensualmente capitalizables. Parte del argumento fue que con eso trasladaba al Tesoro la “bomba de tiempo” de los pasivos remunerados del Banco Central. Pero no es cierto. Si tomamos el mes de enero de 2024, para que la cuenta sea lo más indulgente posible con el Gobierno (porque calculamos la deuda en dólares con uno de los tipos de cambio oficiales más bajos de todo el período) esos pasivos eran de 28,1 billones de pesos (sumando Pases pasivos, Nobac y Leliq), o de unos 34 mil millones de dólares. Repasemos, mucho menos que los más de 70 mil millones que creció la deuda total del tesoro desde que asumió Milei.

 

Deudas y robos.

 

Ahora bien, ¿por qué emitió esa cantidad de deuda un Gobierno que dice que los impuestos son un robo y que la deuda es el robo más inmoral de todos porque compromete impuestos futuros? Sencillo, porque cuanto más atractiva sea la tasa de interés que ofrezcan los instrumentos que emite el Estado, menos atractiva se hace la compra dólares en el presente. El problema es que la contracara del control inflacionario es el aumento de las importaciones y llega un momento en que no hay tasa de interés en pesos que compense un riesgo devaluatorio derivado de lo anterior. Y ahí termina todo. El premio Nobel imaginario desaparece y sólo quedan los balbuceos inconexos. Le pasó a Martinez de Hoz, le pasó a De La Rúa, y le pasó al propio Caputo con Macri.

 

Pero volvamos. Expresados en millones de dólares, los intereses capitalizados fueron de 1.297 promedio mensual en 2024. No podemos comparar con años anteriores porque los instrumentos que capitalizaban intereses eran marginales (2021, que fue un año que registró un elevado nivel de capitalización de intereses, registró un valor de 20 millones promedio mensual). Pero, en lo que va de 2025, esos intereses llegan a un promedio mensual de 3.987 millones de dólares, con un crecimiento que viene siendo exponencial. Fueron de 3 mil millones en enero, de 5 mil millones en junio y de 14 mil millones en julio. ¡14 mil millones de dólares en un solo mes! Estamos hablando del equivalente a alrededor de 15 veces los intereses que los pasivos remunerados del banco central habían generado 2 años antes.

 

Qué asunto curioso. El Gobierno dice que no hay plata. Pero “gasta” en intereses el equivalente a más de 5 veces lo que gasta en todas las jubilaciones que pagó ese mes. Si lo miramos en términos de las leyes que vetó por considerarlas un genocidio fiscal, los gastos de julio de 2025 en este concepto equivalen, por ejemplo, a 10 veces lo que hubiera supuesto el aumento jubilatorio del 7,2% entre agosto y diciembre de 2025, o a 17 veces el bono previsional para el mismo período, o a casi 15 veces el monto anual que supone la ley de financiamiento universitario (Datos calculados según las estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso al tipo de cambio oficial del 31 de julio).

 

Por último, es importante ser enfáticos en lo siguiente: estos gastos están ocurriendo ahora. Simplemente no se pagan. Y ese diferimiento no es gratuito. Y no lo decimos nosotros, mandriles del conurbano bonaerense; no, el propio Fondo Monetario Internacional recomienda que “idealmente las transacciones y otros flujos económicos deberían registrarse sobre una base devengada”. ¿Por qué? Porque sobre una base de flujos de caja, el Estado muestra un gasto menor sólo porque “patea para adelante” un gasto que ya ocurrió económicamente (la deuda creció). La “magia” piramidal de la capitalización de intereses no elimina el costo, al contrario, lo multiplica: al aumentar el stock de deuda, los intereses futuros se calculan sobre un capital mayor.

 

Veremos qué queda cuando desaparezca el humo, los falsos premios nobel, las masterclasses y todo el resto de la farsa.

 

* Vicerrector de la Universidad Nacional de General Sarmiento e Investigador del Conicet.

 

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