Domingo 02 de noviembre 2025

El trágico destino de las Ofelias

Redacción 02/11/2025 - 00.13.hs

Desde que Shakespeare inmortalizara ese nombre en un trágico personaje de su drama "Hamlet" -heroína luego retratada con conmovedora maestría por el pintor inglés John Everett Millais en 1851- el nombre Ofelia está asociado a la tragedia y a la muerte temprana. Los progenitores con algún bagaje cultural pensarán dos veces antes de elegir ese nombre para una hija, y si finalmente se deciden, será para demostrar que no son supersticiosos. Lo mismo se aplica a las raras ocasiones en las que una persona tiene la posibilidad de elegir un nombre para sí misma, como es el caso de quienes deciden encarar la transición hacia su identidad sexual autopercibida. Esta es la historia de una de ellas, Ofelia Bauckholt, fallecida el pasado 20 de enero.

 

Destino.

 

La identidad transexual se asocia, y no sin razones, a una minoría marginalizada, empobrecida por la falta de oportunidades, y -de acuerdo a las estadísticas- con una expectativa de vida llamativamente menor a la del grueso de la población.

 

No era este el caso de Ofelia Bauckholt. Nacida hace 26 años en Alemania, hija de dos compositores musicales, su nombre de bautismo fue Félix (fonéticamente similar a su nombre de elección). Una criatura tempranamente talentosa, que llegó a tocar el clarinete con solvencia a muy corta edad, su pasión terminó inclinándose por las matemáticas y la computación, mezcladas con una fuerte dosis de juegos electrónicos en red ("Humanos vs. Zombies"), en los que podía ser un oponente temible.

 

Una beca la llevó a Norteamérica en 2014, donde comenzó a aplicar sus conocimientos matemáticos a empresas tan modestas como la solución del problema de la estabilidad matrimonial. Practicante del "altruismo efectivo" -que impone a sus cultores la obligación de dejar una marca positiva en el mundo- otro de sus proyectos incluyó una donación para la compra de más de mil mosquiteros, con los cuales calculó haber salvado 1.4 vidas humanas.

 

Muy relacionado con lo del altruismo está un movimiento contemporáneo llamado "racionalismo", con el que compartía la obsesión por un pensamiento más efectivo, minimizando los errores cognitivos y promoviendo la constante actualización de las opiniones en base a la nueva información disponible. Todo muy interesante, hasta que nos enteramos que algunas facciones de ese movimiento terminaron transformándose en una secta que atrajo a transexuales, neurodivergentes y militantes de extrema derecha.

 

Manhattan.

 

Establecida laboralmente en Nueva York, Ofelia llevaba una vida social muy intensa, que combinaba con su altruismo y su devoción por ayudar a los vulnerables, hasta su misteriosa desaparición de todos los sitios que frecuentaba, en algún momento a fines de 2023.

 

Su trabajo como consultora en Wall Street le garantizaba un ingreso de alrededor de medio millón de dólares anuales, pero escogía vivir con una décima parte de ese dinero, destinando el resto a sus proyectos altruistas. Su temperamento vibrante y natural simpatía le abrió puertas en distintos círculos, aunque su nicho de preferencia estaba en la comunidad trans, el racionalismo y el veganismo que practicaba a rajatabla, aunque no pretendía imponerlo en otros.

 

De todos modos, mal podría definírsela como una asceta. Al entusiasmo por la "segunda pubertad" del tratamiento con hormonas, sumaba la experimentación en fiestas donde se practicaba el poliamor y se consumía estrógeno inyectable y estimulación craneal magnética con una máquina diseñada (supuestamente) para activar partes durmientes del cerebro.

 

Esta segunda adolescencia, que habrá sido acaso el período más feliz e intenso de su vida, duró apenas dos años, cuando una crisis personal la llevó a desaparecer misteriosamente.

 

Ziz.

 

En el centro de este misterio parece estar un subgrupo dentro de la cultura racionalista, la secta de los "zizianos", así llamados por su líder, una persona trans (y vegana) nacida en Alaska y residente desde 2016 en California. Sin trabajo, sin vivienda estable y sin suerte en su intento de influir con sus ideas extremas (como por ejemplo, la de establecer una comunidad que viviera en botes, la "Flota racionalista") terminó por crear su propia comunidad cerrada.

 

Dentro del cóctel de ideas más o menos delirantes de este grupo había, desde luego, cosas rescatables: la amplitud de miras, el racionalismo, el altruismo, el temor de que la inteligencia artificial termine por destruir a la humanidad. Pero el aislamiento y la paranoia, sumadas a un liderazgo carismático, no suelen terminar bien, como ya lo demostró Charles Manson.

 

Pronto los zizianos se vieron envueltos en varios casos de homicidio inexplicables -algunos contra adultos mayores- en varios estados norteamericanos. Uno de sus miembros, conocido como Teresa Youngblut, de 21 años, una estudiante de computación que había desaparecido de su casa ocho meses antes, y era buscada en conexión con estos crímenes, iba en el Toyota Prius en el que en enero pasado Ofelia encontró la muerte.

 

Fue en un día helado, en el norte de Vermont, cuando una patrulla fronteriza intentó detener el vehículo por exceso de velocidad, que se produjo un intercambio de disparos del que resultó la muerte instantánea de Ofelia y de un agente del orden. Su acompañante Teresa, herida en dos ocasiones, salvó su vida y ahora espera el juicio por varios cargos, de los cuales el más grave es el asesinato de un policía.

 

Si toda esta información parece confusa, peor la tienen los investigadores que están tratando de echar algo de luz sobre estos hechos caóticos. Todo indica que Ofelia, con su mezcla de espíritu crítico e ingenuidad, terminó vinculándose con gente peligrosa, creyéndolos vulnerables. Como comenta Shaila Dewan, de cuya investigación se tomaron estos datos, "fue una matemática que erró en el cálculo de riesgos más importante de su vida".

 

PETRONIO

 

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