Entre el belicismo y las noticias falsas
Al final Rusia no invadió Ucrania, ni Putin se paseó por Kiev montado en un tanque de guerra, tal como lo "anticiparon" no pocos funcionarios norteamericanos y europeos y buena parte de la "prensa libre" occidental. A pesar de tanto griterío alarmista el gobierno ruso dio por terminados los ejercicios militares que venía desarrollando, todos ellos dentro de su propio territorio, y las unidades involucradas recibieron la orden de volver a sus lugares de origen.
Otra vez la fabricación de mentiras a escala planetaria nos muestra cómo operan las potencias occidentales encabezadas por Estados Unidos cuando se proponen imponer sus intereses al resto del planeta. Una de las agencias informativas norteamericanas no se privó de lanzar la "noticia", con todas las letras, de que Rusia había comenzado la invasión militar a su país vecino. Si no obtiene el campeonato a la fake-news (noticia falsa) más alevosa, le pega en el palo.
Cualquier parecido con "las armas de destrucción masiva" de Saddam Hussein, no es mera coincidencia. Aquella vez esa falacia monumental sirvió de excusa para invadir y saquear a Irak. Hoy el objetivo que se presenta en público es Ucrania, a la que quieren sumar a la OTAN para convertirla en otra base militar a las puertas de Rusia. Sin embargo, hay otros propósitos encubiertos que Washington prefiere no mostrar abiertamente y que algunos analistas, incluso norteamericanos, han revelado en las últimas semanas.
Estos han señalado que la escalada del conflicto por parte de la OTAN no tiene que ver con Ucrania sino con Alemania, concretamente con el Nord Stream 2, el gran gasoducto que proveerá de gas ruso a los germanos. EEUU intenta sabotear esta gigantesca obra porque la considera una amenaza a su supremacía en Europa. El ducto suministrará energía barata a Alemania y euros a Rusia, lo cual estimulará el intercambio comercial entre ambos países algo que irrita sobremanera a la Casa Blanca. Esta obra podría contribuir a incrementar las relaciones bilaterales, estimular la confianza y reducir los niveles de tensión geopolítica entre Alemania y Rusia. En una región en donde ambos países actúen como socios y amigos no hay necesidad de bases militares norteamericanas. Por lo tanto tampoco serán necesarios los carísimos armamentos que proveen a esas bases y que son fabricados por el complejo militar-industrial de EEUU, el cual, como se sabe muy bien, es uno de los principales grupos de influencia en Washington y sus poderosas empresas son aportantes de primer orden en las onerosas campañas electorales de las cuales surgen los presidentes. En su recordado discurso de despedida, el 17 de enero de 1961, Dwight "Ike" Eisenhower le advertía a su sucesor John F. Kennedy: "debemos cuidarnos de la adquisición de influencia injustificada, tanto solicitada como no solicitada, del complejo militar industrial".
Cuando Rusia le propuso a EEUU firmar un tratado para limitar el despliegue de armas nucleares a los territorios propios, la respuesta que obtuvo fue el silencio. Lo mismo ocurrió cuando pidió que se deje de suministrar armas a Ucrania. Desde luego, esto nunca va a ser destacado por la "prensa libre" occidental.
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